ღ III ღ

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Capítulo 3

Cuando Gulf llegó a su destino, quedó sorprendido. Nunca había ido a ese restaurante, pero sí alguna vez había encargado su servicio a domicilio. Era mucho más lujoso de lo que había imaginado, pero seguía siendo bastante popular como para poder pagar su comida gourmet.

Echó un último vistazo a su apariencia en el espejo retrovisor y bajó del carro. Fue entonces que notó que sus manos estaban húmedas. Era muy cómico que un hombre de veintiséis años se sintiera tan ansioso frente a una cita.

En la entrada, la hostess lo recibió con cortesía y lo llevó a su mesa en cuanto le brindó su apellido. "Bienvenido señor Kanawut, por aquí por favor", había dicho la empleada. Cuando la mujer llegó a su destino pudo comprobar que su acompañante no había llegado todavía y que la decoración de su mesa consistía en algo discreto: una vela y una rosa roja. Agradecía a Jack por aquello, de haber sido algo más extravagante ya estaría caminando de regreso a la puerta de salida.

"¿Y si mi cita no viene?" La duda asaltó la mente de Gulf. Bueno, esa sería una excelente razón para darle al juez cuando le preguntase porque había asesinado a Jack Lowotsot. Eso, si no lo encontraba primero Kenji y vengaba la muerte de su amado novio. Descartó la idea de pasar el resto de su vida en prisión y decidió no pedir nada, si la dichosa persona no llegaba podría escapar el restaurante sin tener que pagar algo. Bajo ningún concepto se quedaría a comer, su orgullo no le permitiría permanecer en un lugar en el que seguramente sería visto como un hombre plantado el mismo día de San Valentín.

Pero en ocasiones el universo es perverso y el destino diabólico y le jugaban bromas que merecían más de una maldición a los cuatro vientos. Era como si la vida le dijera "aún no tienes suficiente", porque mientras esperaba sentado, solo en su mesa, Mew Suppasit aparecía siendo guiado por la misma chica que lo había atendido a él. Pensó en girar su vista y hacer como que no lo había visto, pero a los pocos segundos, Mew ya estaba  a su lado. Fingir demencia tampoco era una buena idea.

- ¡Que sorpresa! – saludó Gulf con un fingido entusiasmo que cualquiera podía percibir. Lo que menos deseaba en esos momentos era que Mew se diera cuenta de su cita lo había plantado, porque eso parecía. Nadie había llegado a su mesa y al parecer no lo haría. ¡Maldito Jack! - ¿Acaso Jack también te organizó una cita a ciegas? – preguntó ahora en tono burlón. Nunca se hubiera imaginado que Mew aceptaría algo así.

Y aunque el tono de su pregunta denotaba sarcasmo, Gulf tenía una genuina curiosidad de saber qué demonios hacía ese hombre justamente en el restaurante en donde se llevaría a cabo su desastrosa cita a ciegas. Sabía que ahora que Jack estaba en una "hermosa y duradera" relación, la hacía de celestina con todo mundo, Mew bien podría ser una víctima más de éste.

- Sí, contigo – respondió Mew con cierta malicia.

Los ojos claros de Gulf se clavaron en la mirada estoica de Mew. Su cerebro no podía procesar la información que había escuchado. Aquello era como si hubiera recibido un balde de agua fría. Mew Suppasit no podría estar hablando en serio. Jack Lowotsot no podría ser tan hijo de puta como para... ¡Dios! Sí, cuando Jack se lo proponía podía ser el mayor imbécil del planeta.

- ¿Esta es una de tus nuevas bromas? – preguntó Gulf rezándole a todas las deidades para que este respondiera que sí.

- Creo que me conoces mejor de lo que quieres admitir como para saber que no soy un tipo precisamente bromista – respondió Mew mientras tomaba entre sus manos el menú que un nuevo mesero había llevado. Gulf no había notado cuando el hombre había tomado asiento en su mesa ni cuando el mozo llevó el menú.

Aquello no era una broma. Mew estaba cómodamente sentado frente a él explayando una tranquilidad que él ni en un millón años hubiera podido conseguir. ¿Cómo es que ese hombre podía dominar de esa manera sus emociones? ¿Acaso él sabía con quién sería su cita esa noche y por eso estaba tan sereno?

Cita a ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora