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Diego camina nervioso y muy ansioso. Cuando tenía trabajos sucios simplemente se drogaba para bajar el estrés, pero llevaba meses sin drogarse y ahora debía dejar un trabajo. El amor de su Sofía todo lo pudo y él no estaba dispuesto a que le hicieran daño. Con ambas manos temblorosas golpea la puerta trasera del club, saluda a los guardaespaldas y camina directamente por el pasillo hasta llegar a la oficina de la jefa.
-¡Pasa!- gritan desde dentro y el chico suelta un largo suspiro. Entra a la oficina y la mujer sonríe.
-Anthony, déjanos solos porfavor- dice la mujer a su guardaespaldas, y él sale- toma asiento- señala el sofá y Diego hace caso, ella se sienta a su lado de una manera coqueta- cuéntame cariño, ¿qué te trae por aquí?
-Quiero terminar con el trabajo...- la mujer levanta ambas cejas- la convenceré de irnos lejos y te prometo que nunca volverás a saber de ella o a verla.
-Sabía que lo harías- dice ella levantándose del sofá- lo que no sabía era que tendrías los suficientes cojones para decírmelo... te enamoraste como un gusano ¿verdad?- ella ríe de manera burlesca y Diego nisiquiera es capaz de mirarla.
-Ella no tiene la culpa de lo que hizo su hermano...- dice Diego pero lo interrumpen.
-Las deudas se pagan... ¿de verdad estás dispuesto a dejar todo... toda tu vida aquí por ella?- pregunta la mujer y él asiente.
-Daría mi vida por ella- dice el chico seguro.
-Ok, tienes un par de horas para desaparecer- dice la mujer y Diego sonríe asombrado pero feliz- y desaparece de aquí antes que me arrepienta.
Diego sale rápidamente del lugar con una sonrisa dibujada en el rostro, al fin podría ser feliz con la mujer que ama.
En el club la mujer solo piensa un par de minutos y llama por teléfono.
-¿La tienes?- pregunta a Michael, unos de sus guardias que tiene contratado.
-Sí jefa, está atada como un pollo listo para asarse- dice burlandose y la mujer sonríe victoriosa.
-Cuando llegue Dieguito los matas a ambos, luego quemas todo lo que puedas con ellos adentro- dice fríamente la mujer.
-Ok- dice el guardia y corta la llamada.
Diego pasa por la pastelería favorita de Sofía y compra su pastel de chocolate.
-¿Tu novia y sus antojos?- pregunta la señora de la tienda y Diego sonríe y asiente.
-Debo consentir a mis mujeres- dice feliz.
-Ojalá mi hija tuviera un novio como tú- dice la mujer mayor con nostalgia.
-No soy perfecto pero estoy intentando cambiar por ella- responde el chico enamorado.
Luego de comprar se va directamente a la casa de Sofía . Al abrir la puerta su corazón se acelera al ver a Sofia en el suelo atada, tira las bolsas al suelo y se arrodilla junto a su novia.
