La caída de un posible gran rey

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Jon.

-Ese viejo maestre dice que no puedo colgarte- dijo Jannos Slinn. 

-Todos dicen que no eres un cambia capas, pero yo sé la verdad- 

Jon sabia que todo lo que dijera caería en oídos sordos. Al menos su padre se alegraba de que Lord Eddard no estuviera vivo para ver su vergüenza [Debí quedarme en aquella cueva con Ygrid, ¿si hay otra vida después de esta? me gustaría decírselo] Jon pensó con algo de alegría al imaginar como ella le arañaría el rostro y lo golpearía de barias maneras pero sabia que solo quería decírselo. 

Parecía un mal chiste como sus hermanos lo habían encerrado en una celda después de que la batalla terminara, solo para ser llamado barios días después a la torre del rey para ser juzgado como un traidor.

-¿Que importa lo que diga un viejo maestro que segura mente a perdido tanto los sesos, como la vista?-

[Aemon Targaryen, hijo de un rey, hermano de un rey, un hombre que pudo ser rey. Pero no dijo nada] penzo Jon.

-Si- dijo Slinn en medio de la discusión, el y Alister compartían del deseo de ver muerto a Jon por alguna razón. De Jannos Slinn se lo esperaba pues la relación que tenia con Jon siempre fue antagónica, pero el nunca había conocido a Sir Alister por lo que no sabia cual era la razón de su odio hacia el, a parte de seguramente agradar a Slinn.

-De todas maneras- dijo Jannos Slinn.- No dejaré que se diga que Jannos Slinn ahorcó a un hombre injusta mente, ni hablar. He decidido darte una ultima oportunidad de demostrar que eres tan leal como dices, Lord Nieve. Una ultima oportunidad de cumplir tu deber-.

Cuando la jaula se detuvo con una sacudida, Jon saltó al suelo y dio unos golpecitos en la empuñadura de Garra para liberar en su vaina la espada bastarda. La puerta estaba a unos pocos pasos a su izquierda, bloqueada aún por las ruinas destrozadas de la tortuga dentro de la cual se pudría un mamut. También había otros cadáveres dispersos entre toneles rotos, brea endurecida y zonas de hierba quemada, todo a la sombra del muro.

[Tenia una misión, su ultima misión y ultima oportunidad para evitar morir solamente como un traidor y un cambia capas. Tenia que matar a Mance Rayder]. pensó Jon mientras caminaba en dirección al campamento de los salvajes, dejando atrás el cadáver de un gigante con la cabeza aplastada por una piedra. Todo mientras un cuervo arrancaba pedazos de sesos del craneo expuesto del gigante.    

Sus pasos pesaban tanto como si sus piernas estuvieran siendo retenidas por bloques de hielo, aunque encontrarse con Tormund al poco tiempo de caminar hacia el campamento salvaje no cambio su estado de animo, pues en medio de su conversación terminaron hablando de Ygritte. Al menos Tormund le hablo sobre los suyos en un intento de calmar el ambiente que había entre los dos. Hablaron sobre los hombres del pueblo libre que entraron al muro para derrumbarlo y nunca volvieron, también la historia se desvió sobre el hombre que secuestro a su hija en medio de la noche.

-Mi pequeña Munda, mi manzanita de otoño-

-Supongo que ella no se dejó llevar tan fácil- Preguntó Jon recordando la muy extraña tradición entre el pueblo libre de secuestrar a las hijas de otros clanes para casarse con ellas.

Jon nuca se sintió muy cómodo con ese método de casamiento entre la gente libre, pero no podía quejarse mucho, después de todo así fue como conoció a Ygritte.

-Ella es sangre de mi sangre- dijo mientras se reía al contar como su hija le había quitado media oreja, dejado un labio roto y suficientes arañazos en la espalda de Lanzalarga como para ser incapaz de ponerse su capa sin mostrar lo dolorosas que eran sus heridas.

legión del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora