CAPÍTULO 1

160 22 29
                                    

“Su voz temblorosa y llena de angustia estaba llamando mi nombre entre la oscuridad, parecía cada vez más y más lejana conforme intentaba avanzar. Mi pecho estaba empezando a doler y mis lágrimas no cesaban, por más que intentaba frenarlas. Mil voces empezaron a sonar en mi cabeza, me tapé los oídos y cerré  los ojos con fuerza para huir de la agonía, pero un fuerte ruido me hizo reaccionar”

Abrí los ojos abruptamente, mientras sentía mi corazón acelerado, vi el techo por un instante, limpié la lágrima que corría por mi mejilla e intenté analizar el sitio; había un espejo rectangular al frente justo encima de la cómoda que está ocupada con libros, ropa y restos de comida, al lado estaba un armario robusto de madera y una mesa de noche al lado de la cama; era una habitación con paredes blancas. Cuando intenté levantarme apoyando mis codos, fijé la mirada a mi izquierda, un cuerpo yacía junto al mío en la cama. «¡Genial Maya!» Dije para mis adentros.

La luz tenue del sol apenas empezaba a asomarse por la ventana a través de las cortinas amarillas «¿En serio cortinas amarillas? ¿Quién diablos tiene cortinas amarillas?» Vi la hora en el reloj de pared, las 5: 10 am. «¡Rayos» Necesitaba correr ¿Y quién diablos era ese tipo? ¿Acaso me había convertido en una de esas chicas a las que me pasaba criticando por dormir con chicos si apenas los conocían? No, no podía ser.

Mi mente viajó a la noche anterior. Recuerdo haber venido con mi amigo Mike una vez terminada la fiesta en la casa al final de la calle Harmony, luego de que la policía irrumpiera. Al parecer a algunos vecinos les molestó la música alta, jóvenes ebrios, drogados y bueno... sexo con ropa, aunque algunos aún le llaman bailar.

Mike me arrastró por la puerta del baño, seguido de la ventana; saltamos los arbustos, invadiendo la privacidad de la casa de al lado, debíamos llegar a la esquina directo hacia el auto. Era la 1:00 de la mañana.
—¿La noche aún es joven no? —me dijo Mike subiéndose al coche.

—¿Qué tienes pensado?

—Dos palabras: AARON CARTER.

—No ¡No! ¡Ni hablar!

—Vamos ¡Por favor! Sabes que esa fiesta apestaba, y solo vine por ti, además Brenda me acaba de escribir y está allá.

—Pues bien, ve tú.

—Sabes que no te puedo dejar acá sola, además estás borracha, vamos hazlo por mí.

—No estoy borracha… Mmm bueno no tanto —me reí— igual puedo tomar un taxi, seguro pasa alguno por acá. —Volteé hacia la carretera, pero no había vestigio de nadie.

—Maya, no creo que haya algún taxi, Uber o lo que sea trabajando a estas horas, vamos a la fiesta un rato, nos divertimos y luego te llevo en mi auto a tu dormitorio, sana y salva.

—¡Rayos! Bien, pero no esperes que le lleve un regalo de cumpleaños a ese idiota.

—Sabes que no es ese tipo de fiesta —sonrío—. Además, no entiendo tu odio hacia él, digo si apenas te ha dirigido la palabra desde que lo conoces.

—Mejor aún. Hay algo en él que es muy oscuro, lo veo en sus ojos, además ¿Quién se cree, el rey del mundo?

A decir verdad, ni yo misma lo entendía bien, pero la sensación que me causó ese chico la primera vez que lo vi desde lejos en el pasillo de la universidad, me erizó la piel. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, no pude captar ningún rastro de vida, era como un cuerpo sin alma, a pesar de que sonreía a menudo, esa calidez no alcanzaba sus ojos, y menos su interior. Era un tipo alto, flaco, de piel blanca, ligeramente bronceado por el sol, a pesar de su camisa negra holgada, podía ver sus tonificados brazos, tenía el cabello negro y ojos de color verde, pero sombríos.

Cuando te Recuerde en mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora