CAPÍTULO 10

44 8 17
                                    

Aaron

—Aaron ¡Al fin apareces! ¿Dónde has estado?  —Se levantó del sillón rápidamente, donde se encontraba leyendo. Se colocó de frente mío y me observó. —¡Oh por Dios! ¿Qué te pasó? —Se acercó a mí preocupada; tocó el golpe de mi rostro con sus delicadas manos.

—Ahora no quiero hablar Sarah —aparté de inmediato mi cara—. Estoy bien, no te preocupes por mí. —No quería hablar realmente, estaba irritado por lo que recién había ocurrido, y no quería desquitarme con ella.

—Pero… —bajó su mano. Se veía desilusionada, realmente no era mi intención.

—Te he estado marcando desde ayer y me tiraba al buzón, no entendí por qué te fuiste —entonces mencionó.

—No tenía señal —me limité a decir. No le pensaba decir a ella justamente que había tenido una pelea con el hermano de Maya y que había pasado la noche con ella, por lo que cambié de tema. Miré alrededor de la modesta casa celeste—. ¿Y tus padres?

—Salieron, volverán más tarde. Aaron…

—Después, ¿sí? Estoy algo cansado, y necesito bañarme —le di un beso en la frente.

Me dirigí al pequeño cuarto donde me habían hospedado; me adentré y acosté boca a arriba en la cama, cerrando los ojos, recordando lo que había pasado las últimas horas con Maya, en lo idiota que había sido.

«¿Por qué se había ido? ¿Es que acaso lo que pasó entre nosotros no significó nada para ella?» Me preguntaba desde el minuto en que dejé ir su mano. Entre más le daba vueltas al asunto, más rabia sentía conmigo mismo, con ella y con el estúpido de su hermano.

Todas esas palabras amables, todas esas caricias y miradas que le dediqué no fueron falsas para mí, en verdad lo estaba sintiendo, y era algo nuevo, que tenía miedo, sí, pero al final de cuentas me dejé llevar por el momento; me olvidé de todo lo malo que me aprisionaba, me sentí por primera vez en mucho tiempo vivo, pero por lo visto para ella solo fui alguien con el que se estaba divirtiendo, teniendo sexo con una persona más, solo uno más de entre todos. Debí haber deducido que aquella aparente chica vulnerable, amable y apasionada, solo era una fachada más, como siempre lo supe, pero que llegué a olvidar, cautivado por su belleza.

«¿Pero, quién se creía que era?»

Pues bien, si a eso era a lo que planeaba jugar esa niña rica, eso era lo que iba a tener, solo que ahora ya no sería el estúpido con el que se iba a entretener cuando estuviera aburrida, le iba a recordar de nuevo las reglas del juego, porque apenas estaba iniciando.

Me levanté de la cama, recordé… Busqué en el cajón del mueble de madera, donde lo había guardado entre mis cosas; lo encontré y tomé entre mis dedos, aún tenía en mi poder el collar. Me quedé sentado en la cama observándolo, me pregunté por qué le importaba tanto esa maldita cadena, no parecía nada especial ni caro a decir verdad; era plateado, tenía un dije con forma de luna y una letra doble a la par. Vinieron a mi mente todas las veces que me había hecho enojar desde que la había conocido, las veces que me miraba despectivamente, que actuaba de forma vil, y por otro lado su falsa sonrisa y actitud hipócrita. Era algo que me hacía rabiar.
Apreté con fuerza aquel colgante, y luego lo arrojé contra la puerta.

*********

«Los recuerdos de Aaron habían empezado a regresar. ¿Sería él capaz de enfrentarlos? ¿De soportar el dolor que lo habían obligado a bloquear su mente durante tanto tiempo?»

“Me decía con su triste voz y lágrimas en los ojos. —Déjame ir.
—No me dejes, perdóname —supliqué.
—¡NO! —Me miraba ahora con ojos llenos de desprecio—. No mereces mi perdón. —Vi cómo su mano se desvaneció entre las mías, haciéndome buscarla por todas partes en el oscuro bosque.
—Amy… no te vayas”

Cuando te Recuerde en mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora