7 Minutos en el Paraíso

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La fiesta a la cual habías sido invitada gracias a tus amigas se había salido un poco de control

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La fiesta a la cual habías sido invitada gracias a tus amigas se había salido un poco de control. Si no fuera porque conoces al menos a uno de los presentes dirías que la noche hubiera sido mala, pero este juego, más de uno salía de aquella habitación extraño y si no volvían era porque algo iba a pasar.

Estando entre alfas y omegas adultos, una joven estudiante de tercer año de preparatoria no tenía experiencia alguna ante estas sensaciones fuertes. Entonces, la botella te señala junto a dos de los más altos de aquella fraternidad.

Maldeciste por lo bajo, todos menos él. Hanma te regalo una sonrisa zorruna agarrando tu muñeca sin darte tiempo a negarte y tomarte aquel tragó grande de bebida. En seguida, se metieron aquel armario con el reloj contando.

Era estrecho, no podían moverse mucho y la diferencia de altura era notoria, tu respiración era pausada por no decir nerviosa, conocías aquel grandote como la palma de tu mano. Eran vecinos, habían tenido una amistad hasta que eligió meterse en peleas clandestinas con tal de ganar dinero para sobrevivir ya que su casa era una mierda. Peor que la tuya.

—No debiste venir —dijo con voz ronca delineando tu rostro despacio, como si temiera a romperlo.

—Era eso o tener que escuchar a Emma parlotear diciéndome que una fiesta de vez en cuando no me hará daño —respondiste mirando sus ojos.

Las respiraciones estaban demasiado cerca y para cuándo se dieron cuenta, sus cuerpos se estaban moviendo haciendo el ambiente más pesado. Las feromonas comenzaron a salir atrapando completamente al otro como sucedió antes de que él desapareciera.

—Tuve que contenerme para no golpear a ninguno de esos idiotas allá afuera —susurra—. Te estaban mirando de aquella forma y... —pauso, apretó un poco el delgado cuello pegandote más a él—; eso me pone furioso.

Sin decir otra palabra sus bocas comenzaron una guerra donde claramente perdiste. Estabas drogada. Su olor era una droga tan adictiva que sin querer entraste en celo.

—Shuji... E-Espe... Mgh

No te dejaba hablar, no podía hacerlo después de tenerte de esta forma. Su lengua entro lo más profundo que podía mientras que sus dedos jugaban con tu intimidad por encima de la ropa.

Estabas molesta, estabas excitada. No querías que se detuviera, pero tú celo no puede detenerse. Él era tu alfa, lo sabes bien, de otro modo no estuvieras aullando por dentro al desearlo entre tus piernas.

—Mierda... —espeto. La puerta fue tocada, caíste en un duro golpe de realidad al que casi te desmayas.

Tus bragas estaban empapadas mientras que el clítoris pedía más atención, tu camisa se rompió y él... Él no estaba mejor que tú.

—Vamonos a mi habitación —susurro con excitación—. Ahí podré hacerte mía toda la noche y podremos unirnos de una vez por todas mi Omega.

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