CAPÍTULO 54

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Hunt se esterilizó las manos y con la ayuda de una de las enfermeras rápidamente se colocó el equipo médico, ubicándose en medio de los muslos de la pelirroja, los que eran sostenidos por las enfermeras.

—Doctor por favor, cuide a mi bebé... que no le pase nada —suplicó Elisa entre llanto, apenas con fuerzas para elevar la cabeza.

El hombre solo asintió en silencio mientras tragaba en seco.

—Necesito que me ayude señora, trate de relajarse un poco... hágalo por la creatura. En la próxima contracción cuando yo le indique puje —pidió mientras se colocaba la mascarilla.

Elisa asintió en silencio, cuando sintió el dolor acercarse de manera inconsciente se aferró a la mano de Frank y a la de su tío, quienes la ayudaron, pujó con todas sus fuerzas, sintiendo cómo se desgarraba por dentro, como si las carnes se le abrieran poco a poco, ante el dolor soltó un grito que vibraba con el llanto; descansó un poco, con la respiración forzada y los latidos desbocado en pecho y garganta mientras su tía política le acariciaba los cabellos y frotaba con el paño húmedo su frente.

—Todo va a salir bien... Amor vas a estar bien, el dolor va a pasar —le hablaba Frank besándole la mano y acomodando con su mano libre los cabellos húmedos por el sudor y agua que corría por las sienes de Elisa—. Tranquila... por favor Elisa, soporta —hablaba con voz trémula ante las lágrimas y ella asentía en silencio.

Brandon miraba a Frank y el hombre lo desconcertaba cada vez más, al menos se le veía angustiado ante la situación de Elisa, demostrando que de cierta manera la quería.

Una nueva contracción la atacó, Elisa se incorporó haciendo acopio de toda su fuerza y la creatura apenas se asomaba.

Hunt se percató de que el impúber no traía el mentón pegado al pecho y eso solo complicaba el proceso de parto, alargándolo aún más, acortando las probabilidades de vida del niño; con mucho cuidado y con la ayuda de las yemas de sus dedos hizo el movimiento que tomaría más tiempo del esperado, logrando acrecentar su angustia.

Elisa dejó libre un jadeo y respiró profundamente, las lágrimas bajaban por sus sienes y empezó a negar en silencio, sintiendo que sus fuerzas menguaban con el paso de los segundos mientras la presión solo la torturaba.

—Tranquila... respira Elisa, trata de respirar, que falta poco —le susurraba Brandon y con la mano libre en un acto reflejo le acariciaba la barriga—. Eres fuerte, no te rindas... no te rindas —sentía el corazón brincando en la garganta ante el temor, porque había sido él quien le pidió al doctor que hiciera el intento; por más que quisiera parecer convincente, la zozobra se reflejaba en sus ojos.

A pesar de estar allí ofreciéndole su apoyo a Elisa, su grito ahogado y vibrante hacía eco en sus oídos, acrecentando su tormento, haciéndolo sentir impotente por no poder ayudarla un poco más mientras el doctor la instaba a pujar.

Ella hacía intentos por cerrar las piernas, necesitaba que descansaran, pero las enfermeras se las sostenían con mayor fuerza, porque solo complicaría la labor de parto.

—Ya no puedo más... no puedo —dijo sin aliento y llorando como una niña, desvió la mirada suplicante a Frank y de él la posó en los ojos azules de Brandon, pidiéndole a él ayuda—. No puedo... no puedo, perdónenme... pero sáquelo... —dijo mirando al doctor—. Sáquelo doctor... hágame cesárea —imploró y el hombre levantó la mirada clavándola en Frank, quien no entendía el pedido de su esposa—. Por favor, no puedo más —los sollozos se le arremolinaban en la garganta.

—Señora no puedo... ya la anestesia no le hará ningún efecto, no aguantará el dolor... —trataba Hunt de hacerle entender—. Un poco más, solo un poco más, ya está por pasar lo más difícil...

POR ELISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora