5-. La navaja Suiza (2/3)

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—Así que Jeon, ¿Verdad? Me gustaría hacerte unas cuantas preguntas

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—Así que Jeon, ¿Verdad? Me gustaría hacerte unas cuantas preguntas. —Dijo Park JiMin con serenidad, mientras tomaba asiento donde anteriormente estuvo la esposa del hombre.

Jung Hyun le miro solo por unos cuantos segundos en absoluto silencio y giro su rostro evitando más contacto visual con el pelirrubio. Fue su manera de hacerle saber que, se negaba a responder cualquier cosa que le preguntara y más porque su abogado todavía no aparecía. ­«Ya era demasiado tiempo para que no haya llegado aún» pensó JungHyun.

Aunque había actuado erradamente, conocía sus derechos y sabía que podía mantenerse en silencio hasta recibir la asesoría de uno.

—¿Por qué lo hiciste? —demando Park. —Tienes un expediente limpio, ningún antecedente penal, ni siquiera una falta de tránsito. Podría decirse que eres una clase de ciudadano ejemplar. ¿Por qué si en tu expediente dice que tienes un buen trabajo, de pronto sumergirte en aguas turbias?

Más silencio.

—Entonces no piensas hablar para nada ¿eh? —Jung Hyun volvió la mirada a Park. Suspirando pesado después de meditar un poco sus próximas palabras, se relamió los labios antes de decir:

—Quiero a mi abogado, por desgracia no puedo pagar los servicios de uno particular, pero sé que gozo del derecho a permanecer en silencio hasta que la fiscalía me asigne a alguno que me pueda asesorar, de otra forma no tengo porque decirle nada. —Anunció Jeon y volvió a su postura anterior. Absoluto silencio y el desvío de mirada. Por lo visto sí que tenía muchas agallas y no iba a cooperar; ver esa actitud renuente solo confirmaba la sospecha y corazonada que tenía sobre la situación, este hombre era un títere más de alguien, y podría asegurar que ese quien movía los hilos, era nada más y nada menos que Kim TaeHyung.

Habría que ser honesto, así el tipo frente a él le dijera que no, era bastante obvio lo que sucedía, pues Jung Hyun para nada proyectaba algún tipo de malicia, más bien todo lo contrario. Los nervios eran evidentes en su lenguaje corporal, moviendo los pies incansablemente contra el piso y como jugaba con sus manos sin un patrón fijo, eran el claro indicador de que se encontraba muy nervioso e incómodo.

—Puedo percatarme que justo ahora eres un manojo de nervios, incluso puedo percibir algo de ¿miedo? ¿Pero que es a lo que le temes Jeon? ¿A pasar mucho tiempo encerrado acaso?

—«Para ser un detective tan perspicaz, estaba siendo un poco tonto», eso era lo que pasaba por la mente del interrogado. Miedo a estar encerrado... ¿Por qué habría de temerle a eso? No era más que un lugar donde solo pasaría unos cuantos años, podía con ello. Su miedo aquí era por quienes dejaría desamparados allá afuera, tanto en lo económico, como él lo parental.

Temía por las represalias que esa gente tomara contra su familia si decía una sola palabra. Ese era su verdadero miedo, no el permanecer encerrado.

—Bueno, por lo visto no piensa colaborar ni un poco, vallamos a su celda entonces hasta que se decida a hablar; su abogado no debe tardar en estar aquí. —evidenció Park para después levantarse a la par que el Sr. Jeon y conducirlo nuevamente a la celda en la que estuvo con anterioridad. Pero ya había cambiado algo, ahora no estaría solo, pues el jovencito al que había visto antes en el recinto de la entrada a la estación, ahora compartiría el sitio con él, —«Bien por lo menos hay alguien con quien charlar» —dijo Jeon para sí mismo en voz baja.

Tras el Umbral •«¿TAEKOOK||KOOKTAE?»•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora