i. sixteen candles

3.9K 427 105
                                    

—videoclub

( SIXTEEN CANDLES. )

Hawkins: Verano, 1985

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hawkins: Verano, 1985.

    Todo comenzó una tarde de verano en un videoclub con apenas ventilación. Era un día calmado, no había entrado casi ningún cliente y Mark se encontraba en Dios sabe dónde, haciendo Dios sabe qué. Por lo tanto, su odiosa presencia tan solo existía en el recuerdo de Cassie. El televisor emitía un murmullo ahogado por las hélices del ventilador; el VHS de Dieciséis Velas se estaba reproduciendo mientras que Cassie colocaba con parsimonia las cintas de vuelta en los estantes. La suave voz de Molly Ringwald acariciaba sus oídos e, inconscientemente, se trasladaba a su propia lengua. Las palabras salían solas, como si se tratara de memoria muscular. Había visto tantas veces la película que podría recitarla desde el inicio hasta el final sin tan siquiera dudar.

    La puerta de la tienda se abrió y ella asomó la cabeza para ver de quién se trataba, pero no había nadie. Cassie creía que se lo había imaginado hasta que una voz salió de entre los estantes de ciencia ficción y acción.

    —Coño, Mark. ¿Qué mierdas estás viendo? —dijo con notorio desagrado— ¿Dieciséis Velas? ¿Cómo aguantas algo tan cursi? Sólo con oír el nombre me dan ganas de arrancarme los ojos, meterlos en la lavadora, echarles lejía y tenderlos bajo el sol del Sáhara. ¡Tienes que estar de coña! A ver, Ringwald es guapa, no te lo niego. ¡Pero no tanto como para hacer semejante sacrificio! En serio, voy a tener pesadillas esta noche. Y si tú no tienes pesadillas, pues la verdad es que no sé qué está mal contigo.

    Cassie dejó la caja, ahora vacía, en el suelo y se dirigió hacia el mostrador. En sus labios había una sonrisa divertida y no podía apartar la mirada del lugar de donde provenía la voz. Se sentía intrigada por aquella misteriosa persona.

    El chico salió del pasillo y se dirigió al mostrador.

    Daba un poco de miedo, pensó Cassie. Su cabello era lo más llamativo de él. Largo y rizado; diferente al de otros chicos. Vestía con vaqueros rotos y una camiseta sin mangas con el logo de una banda desconocida para ella. Cassie no pudo evitarlo y sus ojos se deslizaron hacia sus brazos, delgados, aunque levemente tonificados. En sus mejillas se formó un ligero arrebol avergonzado y se sintió estúpida. Inmediatamente se llamó la atención a sí misma y trató de apartar la mirada para recomponerse. A ella no le gustaban los chicos malos, eso era un cliché malo de las películas y ella, definitivamente, no estaba en una película.

    Casandra Forester, relaja tus hormonas y piensa en James.

    —Te perdono El Club de los Cinco, ¿pero esto? Esto no te lo voy a perdonar en la vida. De hecho, te lo voy a recordar hasta el día en que te mueras…

    Paró abruptamente una vez sus ojos conectaron con los de Cassie.

    —Buenos días y bienvenido a Family Video, ¿en qué puedo ayudarle? —Cassie recitó con una sonrisa amigable; como si de un robot se tratara.

    —¿Dónde… Dónde está Mark?

    El chico perdió por completo aquella actitud confiada y toda su palabrería se redujo a simples vocablos atropellados.

    —Se pidió el día libre.

    —Oh.

    —Siento decepcionarte —Cassie hizo una pequeña pausa—, aunque veo que ya te decepcioné con mi gusto en películas.

    —¡Oh! —exclamó— No, no, no, no es solo que…

    Cassie rió tratando de quitar peso al asunto.

    —No te preocupes. No me ofendí por tu crítica.

    Él parecía estar helado, sin saber qué decir o hacer. Así que Cassie señaló a lo que traiga en su mano.

    —¿Vas a alquilar esa? —preguntó.

    —¡Sí! —Se quería golpear la cara— Digo, sí. Si voy a alquilarla.

    Ella sonrió.

    —Está bien, dime el título para apuntarla.

    El chico parecía indeciso, como si se estuviera cuestionando si seguir hablando.

    —Star Wars —comenzó, era casi como si estuviera tanteando el terreno—. El imperio contraataca.

    —Está bien, un dólar, por favor —Ella sonrió cordial—. Espero que la disfrutes.

    Su lengua fue más rápida que su cerebro y para cuando quiso detenerse ya era demasiado tarde: —¿La has visto?

    —Esa no, todavía.

    Él parecía sorprendido por la respuesta.

    —¿Viste la primera?

    —Sí, mi padre me llevó a verla cuando se estrenó —explicó—. Aunque era demasiado pequeña y no recuerdo bien lo que ocurría. Nunca las seguí, no sé por qué.

    —Te gustará, te lo prometo.

    Ella asintió y le dio el cambio.

    —Disfrútala.

    «¿Quién lo diría? Cassie Forester ha visto Star Wars.

videoclub (eddie munson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora