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El abuelo había muerto y también la chica 240.

Esas fueron las otras dos realidades que tuve que aceptar en un instante.

¿Cómo me sentía? Mal, muy mal. No la conocía a ella, ni al abuelo, ni tampoco a Ali. Pero aún así sus muertes me afectaron. Hacía menos de dos horas que había estado con ellos y nada. Ahora estaban muertos. Y lo tenían que haber presenciado las otras tres personas con las que estaba más cercana de aquí.

Así que si yo me sentía mal, no podía imaginarme cómo se sentían ellos. Después de todo, jugaron contra ellos y los vieron morir.

Cuando le pregunté a Sang-woo sobre Ali después de sentarnos, él parecía querer evitar el tema. Me dijo que lo qué pasó prefería no pensarlo y entre más rápido olvidará lo qué pasó con Ali, era mejor para él. Que estaba muerto y era todo. Supuse que era lo justo, quién querría hablar sobre eso. Además, se notaba muy tenso y serio cuando le planteé el tema.

Mire de reojo a Sae-byeok. Con su mirada en la patata que nos habían dado de refrigerio con una botella de agua. Su nariz estaba enrojecida, y las ganas de comer eran casi nulas. Aunque no era la única. Gi-hun se había sentado a mi lado. No había tocado su comida y su mirada estaba en un punto perdido. No sabía qué decirle, ni siquiera sabía si tenía derecho a decirle algo, pero estaba devastado, sus ojos daban clara esa impresión.

¿Pero cómo no estarlo? Si él era lo más cercano que el anciano tenía de amigo en este lugar. Increíble, incluso aquí alguien pudo considerar amigo a otra persona.

Dudando de mi movimiento, puse mi mano sobre su hombro.

—Lo siento, Gi-hun. – mi voz fue casi un murmullo, pero lo escuchó.

Él giró su cabeza y me miró sin decir nada, luego la bajó.

—No le des importancia. – la voz grave y fría de Sang-woo nos hizo a los dos observarlo. Tenía una mirada helada. —Era solo un viejo que conociste por estos juegos. – baje mi mano y mire hacia el frente. —Su compañera, era su esposa.

Viaje mi mirada hacia el otro extremo que él observaba y ahí lo vi. Era cierto, ese jugador que ahora hacía en un rincón con los brazos y los pies envueltos y la mirada devastada, había llegado a estos juegos con su esposa. Ya los había visto.

¿Pero a quién carajo se le ocurre venir a este lugar con un familiar?

Exhale, casi temblándome la respiración. Mire hacia el frente sin ver nada en realidad.

Perder a un ser querido, frente a tus ojos. Su vida por la tuya, el asunto crecía jodidamente.

—O-oigan, por favor, hay que detenernos. No puedo continuar. – exclamó precisamente aquel jugador, bastante afectado caminando hacia el centro. —Podemos parar si la mitad está de acuerdo. Si nueve estamos de acuerdo podemos irnos. ¿Alguno de ustedes quiere que esto termine ya? Si quieren irse conmigo, por favor, levántense. – nadie. Nadie decía nada, solo lo observábamos. —¡¿Cómo se hacen llamar humanos?! – soltó un grito desesperado. —¿De verdad van a continuar con esta locura? ¡Todo por ese dinero! Todos ustedes asesinaron a la persona más cercana a ustedes en este lugar, y todo por dinero.

𝐒𝐪𝐮𝐢𝐝 𝐆𝐚𝐦𝐞 | 𝐂𝐡𝐨 𝐒𝐚𝐧𝐠-𝐰𝐨𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora