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CUATRO MESES Y DOS SEMANAS DESPUÉS.

Había llegado diez minutos antes de la hora indicada. Principalmente porque aún me estaba debatiendo si cruzar aquellas puertas o no.

Era tarde, las calles de Seúl estaban iluminadas, transitadas, el frío era notorio. Era un buen sector de alta clase y de eso hacia evidencia el edificio frente a mí.

Mi parte racional quería que yo tirara aquella tarjeta de invitación apenas llegó a mis manos. Pero mi instinto me exigía que no podía simplemente ignorarlo. Que podía obtener la respuesta que por muchas noches me hice.

De la tarjeta mire al lujoso edificio, otra vez. Luego, como si no lo hubiera hecho cientos de veces ya, volví a leer la invitación que tenía la fecha de hoy.

11:30 P. M,

EDIFICIO SKY, PISO 7.

Debo estar volviéndome loca.

Ya llevaba diez minutos ahí parada. Suspiré sonoramente, mordiendo mi labio inferior, algo ansiosa. Mis pies comenzaron a avanzar un par de pasos.

La voz masculina me hizo frenar en seco.

—¿Mi-yeong? – me detuve y volteé en dirección al extraño.

—Gi-hun.

Había pasado mucho tiempo a la última vez que lo vi, aquella noche lluviosa en la que nos dejaron ir vivos. Esa fue la última vez que los vi a los dos.

Pero Gi-hun estaba aquí. Y sabía que había una razón, la única cosa que nos conectaba a los tres. Los juegos, la tarjeta. La busqué con la mirada, la tenía presionada en su mano.

—¡Mi-yeong! Recibiste la tarjeta, ¿no es verdad? – se acercó y sus ojos buscaron mis manos, asintió como si le hubiera atinado y exhalo tembloroso, viéndome preocupado. —No lo entiendo.

—¿Cuándo la recibiste? – le pregunté.

—Hoy. Me tomó mucho por sorpresa. – su expresión cautelosa vio del edificio y la desvió a mí. —Tal vez sea peligroso. Yo podría-

—Entremos. – le di una corta mirada y me apresuré al interior del edificio.

Se adelantó a seguirme los talones. El lugar estaba desolado, muy iluminado, pero solo. Comencé a ir a paso lento y nuestras pisadas fue lo único que escuchábamos.

Me gire a Gi-hun. Estaba feliz por verlo, después de mucho tiempo. Tenía curiosidad de las cosas que había hecho después de despedirnos esa noche, pero antes de abrir la boca, se me adelantó.

—¿Cómo estuviste todo este tiempo? ¿Tu abuelo está bien? – sus preguntas fueron rápidas, a medida que avanzábamos.

Asentí. —Está bien. Nos mudamos a un departamento aquí en Seúl para los dos, es bonito y la zona es muy agradable. Lo saqué de aquel lugar en el que estaba y ahora vivimos ahí. – una pequeña sonrisa adorno mis labios. —Estoy pagando su tratamiento en el hospital... le va bien. Era algo que necesitaba.

𝐒𝐪𝐮𝐢𝐝 𝐆𝐚𝐦𝐞 | 𝐂𝐡𝐨 𝐒𝐚𝐧𝐠-𝐰𝐨𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora