Para Naxos la vida que una vez tuvo ya hace parte de un sueño lejano. No era dueño ni de sus recuerdos. Prácticamente les ha pertenecido a los griegos, a esos a quienes un tiempo atrás solía orar y pedir por clemencia.
Los famosos dioses.
Solo uno de ellos le ofreció la mano, pero no de manera altruista. Poseidón siempre quiere algo a cambio, pero le ayudo a salir del maldito inframundo. Le debía la vida y así se lo recuerda cada maldito día si puede.
Como hoy, con su encargo especial. A Naxos no le molestaba. Todo lo contrario, le intrigaba esa chica. Ella poseía un encanto natural. Y a juzgar por la preocupación de Poseidón debía ser bastante importante para él, de lo contrario, no le habría citado allí. Normalmente para él era suficiente manejar todo por correo.
La chica era hermosa. Su cabello resplandecía como el fuego de un amanecer. No podía dejar de observarla mientras se movía de una mesa a otra. Tenía un sex appeal especial para su edad. Según Poseidón refleja 25 años humanos.
—"Podría divertirme con ella" –pensaba Naxos —Además el deseo fue mutuo así que, ¿Por qué no? -su mirada se dirigió a la marca que rodeaba su mano y su humor de nuevo se agrio - ¡Maldito juramento!
Su trabajo ahora era ser su maldita sombra. Y por lo visto tenía trabajo que hacer. Si Poseidón acertaba el hombre de la barra no era una simple visita. Tenía que vigilarlo de cerca. Neutralizo sus poderes al máximo. No podía delatarse.
Paso por su lado y sintió brevemente su esencia. Al igual que muchos dioses lo disfrazaban utilizando tyflós, aunque no eran muy comunes. La mayoría de ellos habían sido asesinados a través de los siglos. Él se había encargado de eso...
Y al parecer había fallado en el proceso. Si aún quedaba tyflós era seguro que los dioses iban a caminar sin problema en la tierra. Es otra cuestión de tiempo.
Naxos se dirigió a la parte más aislada fuera del bar. Una pequeña esquina en donde había unos rosales sobresaliendo del lugar vecino. Saco su celular y simulo entretenerse con él. Debía aguardar y esperar a que la chica saliera, pero a juzgar por los autos lujosos que llegaron y los jóvenes que salieron de él supo que iba a ser una noche larga. Alrededor de seis semidioses empezaron a rodear el lugar.
Eran las cuatro de la mañana y el lugar había cerrado dos horas atrás. Hanae ya debería haber salido de allí. Aunque no había rastro de ella. Se acerco a una pequeña ventana del bar y la vio de rodillas limpiando el piso. - ¡Mierda! -No podía llamar la atención, de lo contrario lo descubrirían y se terminaría bastante rápido el juego. Le gustaba los retos. Y este iba a ser uno que iba a disfrutar.
A juzgar por las miradas que le lanzaba su jefe al otro lado de la estancia. Sabia que el juego iba a empezar. Ese hombre no lo consideraría principalmente como el mejor jefe del mundo. Era un ruso bastante grotesco y extraño, bastante para su gusto. Había algo en su apariencia que no le agradaba. Y las miradas lascivas que le dirigía eran grotescas, pero hasta ahora ella se las apaña bien.
Una sonrisa cruzo su rostro mientras la vio agachada. Tenia un buen ángulo de su trasero —Va a ser realmente interesante conocerla –se decía mientras pasaba por las paredes sin ser detectado.
Ahora lo importante era descubrir quien estaba tras ella. Parte de su respuesta se encontraba frente a la puerta. Allí se encontraba aguardando el mismo hombre que estaba en la barra la noche anterior. No se había ido tampoco. ¿Por qué no? La estaba observando por la ventana. Algo pervertido podía ver, por la expresión de su rostro. Esperaba no verse de esa manera.
—Al menos me voy a divertir bastante el día de hoy.
Naxos se acercó con sigilo hacia la entrada trasera de la taberna, sin que ese hombre se dirá cuenta. Entro por la cocina, que en el momento estaba vacía, de allí se dirigió hacia el comedor, todo el lugar estaba oscuro. Solo se veía una pequeña luz por medio de una ventanilla de la puerta del fondo. Era una pequeña bodega con más mesas y sillas, Hanae seguía limpiando el lugar. Naxos solo pudo rodar los ojos, —"Maldito ruso, no tenía otra cosa más que ponerla a limpiar hasta el amanecer".
¿Como era posible que estando de rodillas limpiando, con la cara sudada y desarreglada siguiera siendo hermosa? Viéndola era como una musa, llamaba al placer.
—"Me pregunto si su hermana será igual o mejor que ella" —Pensó por un segundo, aunque lo descarto. No quería ni imaginar tener que encargarse de una chica mucho menos dos.
- ¡Mierda no voy a terminar nunca! -grito Hanae refregando una mancha del piso.
-Bien... sigue entretenida -Tenia que esperar allí en las sombras. Debía armar un plan para no asustarla y de paso llevarla de paseo. Cuando escucho de nuevo un grito de desespero de nuevo rodo los ojos.
-Debí haber escogido la muerte en vez de ser niñera de una inmortal quejumbrosa. Y ahora perseguida -No era precisamente lo que esperaba esa noche con el llamado de Poseidón.
Por otro lado, pudo ver al semidios. Estaba emanando energía. Hace siglos no veía un espectáculo así. Los inmortales por lo general trataban de ocultar sus poderes. El todo lo contrario, la estaba dirigiendo hacia la chica. - "La quiere debilitar" —Era algo muy inusual.
¿Por qué debilitarla?
De quererla porque no solo tomarla y llevársela. Algo no cuadraba.
Poseidón tenía razón estaba vigilada. Lo que no le dijo era que los semidioses no eran simples snobs. Eran inmortales que han entrenado. Ese poder no se adquiere de la noche a la mañana.
Aquel hijo de perra no era cualquier semidios.
Necesitaba salir de allí. Llevarse a la chica antes de que ese olor los matara. Apestaba, pero no era solo el olor a humano que cubría esas paredes. Había un olor más, de una criatura, pero no había alguna pista a su alrededor de como desenmascararlo, los que estaban haciendo ese trabajo lo tenían todo muy bien controlado.
No basto mucho tiempo en realidad. Naxos observo que Hanae había terminado su trabajo y se dirigía a la oficina del ruso. Hubo un intercambio de palabras cuando se escuchó un estruendo y después nada. Naxos se asomó un poco por la puerta y diviso como Hanae lo tenía sujeto por el cuello, amenazándole con una navaja.
—"Bien, la chica tiene pantalones" –Mientras ella le reclamaba el dinero, noto una mancha en el piso. No era suciedad. Era babilla. Suele expulsarlo los hijos de Echidna, -Serpientes rastreras- tenía que averiguar él porque estaba en tierra si su territorio estaba en las profundidades del mar Rojo. Estaban bastante lejos de casa.
Iba a ir tras de él cuándo salió Hanae a toda prisa, pero antes de que lo hubiera premeditado, Hanae cae desmayada y el semidios la abordo.
No podía acercarse. Todo el grupo de inmortales estaba tras él. Necesitaba ir directamente y averiguar que quería ese semidios con ella. Para su suerte, sus planes cambiaron al ver que la subía a un auto. —"Maldición"—no había visto el auto. Naxos corrió hacia él y los siguió de cerca, claramente necesitaba una distracción para poder detenerlos. —Esta no será la mejor manera de presentarme —Se acerco a la calle con la única idea en mente. Rápida y concisa.
Era la ventaja de ser el aliado de un dios.
Si eres su marioneta, el combo viene con poderes incluidos. Así que simplemente Naxos sonrió con diversión, extendió su poder. Levanto sus manos con las palmas extendidas y con un leve movimiento cerrando sus palmas conjuro en su mente un muro al frente suyo, deteniendo el vehículo en el acto.
—Ahora Hanae, es mía.
Criatura mitología mitad mujer mitad serpiente
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EGEO _ El secreto de Poseidón
FantasyNada es como debería ser y ahora era la siguiente. Y tenía que aceptarlo ella es la persona que buscan, la que necesitan y la que quieren matar. En sus manos había poder, más de lo que había tenido en su vida, podría controlar todo a su alrededor o...