✩ prologué

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NARCISSA MALFOY estaba segura de que su hijo; Draco sufriría un episodio de pánico en cualquier momento. Ser marcado no era algo que ella quería.

Pero ir encontra de Voldemort no estaba tampoco en sus planes. Si quería que ella y su hijo estuvieran bien tenían que hacer lo que él sin nariz dijera.

Se aguanto un sollozo al ver a su hijo en mal estado, Draco estaba más delgado de lo normal, su piel ya pálida estaba más blanca y fría. Reseca y sus ojeras se marcaban demasiado.

Parecía que moría en vida. Y ella no podía hacer nada para ayudarlo, su hijo se cerraba cada que ella quería hablar con el. Y sentía que todo era su culpa. Su niño no debería de pasar por nada de eso.

Su hermana Bellatrix estaba sentada junto a ella en la espera de los Mortifagos falatantes al igual que el mismo Lord Voldemort. A diferencia de su hermana menor, la mujer de rizos negros sonreía de manera orgullosa.

Ella creía que su sobrino estaba por tener una fiesta de cumpleaños, por que lo felicitaba cada cinco minutos. Se escucharon unls pasos que llamaron la atención del grupo de presentes.

Por la puerta entraron Rabastan Lestrange y Leonardo Rosier. Ambos con su porte de elegancia y poder. El rostro del Rosier era frío mientras que el Lestrange estaba sonriente con picardia.

Los Mortifagos presentes se quedaron en silencio al ver entrar a la mano derecha de su lord; Leonardo.

Era bien conocido que Voldemort le tenía confianza suficiente a Leonardo por alguna extraña razón. Incluso el mismo señor oscuro le había contado su historia real al joven. Era su mano derecha y el segundo al mando en sus tropas y todos lo sabían.

Exceptúando al mundo mágico que para ellos, Leonardo no era un seguidor de Voldemort. Pues cuando quisieron revisarlo no encontraron ninguna marca en su brazo izquierdo. Además el solo tenía 13 años en ese entonces.

Bellatrix se puso de pie feliz soltando una carcajada y se acercó a los recién llegados.

—¡Pequeño Rosier!—la mujer lo abrazó ignorando sus protestas. —¡Es bueno ver una cara familiar después de tanto tiempo!

—¡Bellatrix!—siseo enojado dándole una mirada fría. Se arregló su saco y negó.—¡Es bueno saber que Azkaban no terminó de volverte loca!—el sonrió con falsa simpatía.

—No se puede volver más loca de lo que ya está—Rabastan mencióno, recibiendo un golpe,—Ahora cuñada esas no son formas de tratarme—el levantó su dedo y negó con la cabeza en modo de burla.

—¿En dónde está Rodolphus?—cuestionó buscando a su esposo.

—Es tu perro Bella, no el nuestro. Ponle una correa si se te va a perder.—con eso último dicho por Leo, avanzó junto a Rabastan quien reía por lo dicho.

Se acercó a la gran mesa larga y escaneo a los presentes. Vio a hombres y mujeres desagradables pero no les presto atención.

Su atención estaba en el joven que parecía que iba a vomitar en cualquier momento. Narcissa al ver el intercambio le dio un golpe a su hijo quien al levantar la mirada se encontró con la mirada inexpresiva de Leonardo. Contuvo la respiración y se calmó.

Su mirada daba demasiado miedo y no creía que pudiera soportarla por más tiempo, para su bruna suerte y alivio fue el mismo Leonardo quien rodó los ojos y aparato la mirada antes de sentarse junto a la punta de la mesa.

Rabastan se sentó junto a él y comenzó a comer una botana que estaba en la mesa.

Pss—susurró. —Oye Leo—miró a su amigo esperando una contestación—Leooooo—lo sacudió levemente.

Leonardo suspiro y miró al cielo con pesadez.

—¿Qué?—lo miró.

—¿Quieres gomita?—señaló el dulce en su mano.

Leonardo suspiro manteniendo la Calma para no matar a su amigo. Y contestó:—No Rabastan ahora cállate y come en silencio.—ordeno.

Rabastan asintió y siguió comiendo sin inmutarse por su carácter.

Por la puerta entró Severus Sanape quien no se veía feliz, no era un secreto el hecho de que el era la mano derecha del señor oscuro o eso fue hasta que Leo se integró a sus tropas y el paso al cuarto mandó, si contamos a Rabastan quien era el tercero.

—Rosier—saludo sentándose enfrenté de El.

—Snape—miró al hombre quien sonreía con burla.

—Veo que sigues vivo, a este tiempo pensé que ya seguirias los pasos de tu hermano—se burló sin importarle nada.

Todos a su alrededor se quedaron callados por igual y temieron lo peor.

—Gracias Snape, pero es más facil que tu, te reúnas con tu sangre sucia primero, a que yo lo haga con mi hermano. Si no aprendes a cerrar tu gran boca bastardo mestizo—habló arrastrando las palabras con tanta frialdad que todos sudaron frío por sus palabras.

Miró al hombre de cabello negro quien tenía una expresión de miedo y pánico. Se guardo sus comentarios para el mismo y se quedó callado.

—Evan Rosier fue un gran seguidor leal Severus—la voz que se escuchó dejó helados a la mayoría. Todos se sentaron de manera correcta y miraron a la entrada.

Lord Voldemort había llegado. Su gran serpiente se paseaba por la mesa mirando a todos y sacando su lengua logrando asustarlos. El viejo calvo camino de manera lenta hasta llegar a la punta.

—¿Tienes algo en contra de Leonardo?—miró a Severus quien negó de inmediato y miró a la mesa.

—No mi señor.

—Entonces no quiero oírte decir cosas sobre los Rosier. A nadie—miro a los presentes quienes asintieron. —Ahora no estamos aquí por reunión. Alguien importante se une a nuestras filas el día de hoy.

Todos enseguida miraron a Draco Malfoy quién no se atrevía a levantar la vista.

—El joven Malfoy será escogido para una importante tarea, también será enseñado y guiado por el mismo Leonardo.—dijo para sorpresa de todos. —¿No es eso una maravillosa oportunidad?.

—S-si mi señor—murmuró el chico en susurró.

—Bien entonces ven aquí.—sin más que hacer se puso de pie y se oarko junto a él y a Leonardo quien conectó su mirada con el y le dio un asentimiento de cabeza..

Levantó su brazo izquierdo y el hombre encajo sus uñas en su brazo y recargo su varita, la marca tenebrosa no tardó en aparecer. El joven quiso gritar del dolor pero se mantuvo firme.

Al terminar el sin nariz soltó su brazo y sonrió.

—¡Es oficial, Draco Malfoy es un Mortifago!—levanto sus brazos en ovación y los demás lo siguieron exceptuando a Lro quien miraba a Draco.

—Narcissa—llamó a la mujer quien se acercó rápido a él. —Saca a tu hijo de aquí. La reunión ya ha terminado para el y tu también no regreses.—la mujer le dio una mirada agradecida antes de salir junto al joven quien miró por igual a Leo.

Conectaron miradas que parecían durar minutos. Tal vez Leonardo Rosier no era tan mala persona.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒,  𝖽𝗋𝖺𝖼𝗈 𝗆𝖺𝗅𝖿𝗈𝗒 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora