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LAS CALLES DE LONDRES no eran algo que Leonardo recorriera por completo, y mucho menos si estás eran muggles.
La lluvia que caí era poca, pero era suficiente para que está mojara su rostro con la brisa. Caminaba con tranquilidad y un poco de paz. Estaba apunto de convertirse en un "traidor" pero no podía darse para atrás con su decisión.
Caminando hasta el edificio donde sabría que se encontraría su hermana, el edificio era de color rojo, bastante elegante y lujoso. Entro al lugar y miro a su alrededor para encontrarse con alguna personas en el la recepción. Ignoró a todos y se dirigió a la recepcionista.
—Hola.—dijo Leonardo con incomodidad.
—Buenas tardes, Señor.—sonrio la mujer con coquetería.—¿Necesita ayuda en algo?
—Estoy buscando a Alexandra Rosier.—le dijo con un tono frío que la hizo estremecer.—¿Puedes darme el domicilio?—sonrió de manera escalofriante.
La mujer asintió y busco en su computador los datos.
—Segundo piso, departamento #25.—contesto mientras lo miraba.
—Gracias.—respondio listo para irse.
—Me preguntaba si...
—Tengo una pareja.—la corto haciéndola sonrojar de la vergüenza.
Sin esperar una respuesta Leonardo comenzó a caminar al elevador que estaba en la planta baja. Cuando estaba por subir al elevador una persona salió de este, era una chica de cabello azabache con ojos azules que vestía de negro. Al ver a Leonardo levantó una ceja por su presencia.
Leonardo se hizo a un lado para que ella pasará pero la chica hizo lo mismo, suspirando se movió al otro lado y la chica repitió sus movimientos. El hombre se quedó quieto mientras que la chica parecía divertida ante la situación.
La chica vio al hombre y se apiadó de él porque lo rodeo y salió del lugar. Leonardo entro al elevador y pulso el botón del segundo piso. Suspiro mientras se miraba en el espejo que estaba dentro del elevador. Se veía bien, Leonardo siempre se veía bien.
Cuando marco que había llegado salió directo en busca del departamento, en el camino recibió sonrisas de algunas personas que vivían ahí. Se dirigió al número #25 y tocó el timbre.
Espero un momento para que la puerta fuera abierta por su hermana Alexandra, la mujer vestía una pijama de seda color crema, su piel se veía demasiada pálida y debajo de sus ojos habían unas ojeras. También las cicatrices por su cuerpo eran notorias.
Si Leonardo se preocupó no lo demostró. Alexandra la miraba de manera fría y sería, también Leo sabía que su hermana no hablaría, por lo que el lo hizo.
—¿Puedo pasar?—pregunto mirando a la chica.
Ella no respondió, solo se hizo a un lado dejándole el espació para entrar. Se encaminaron a la sala del lugar.
—Puedes sentarte.—le dijo haciendo que Leo se sentará.—¿Vino tinto?—le preguntó.
Leonardo asintió mientras ella le servía y se lo tendía, ella misma se sirvió uno y luego se sentó enfrente de el.
—Tuve una reunión con ya sabes quién.—comenzo a hablar.
Alex solo asentía de manera sería sin hablar.
—Quiere reclutarte Alexandra.—Leo se acomodo en el sillón y la miro.
Alexandra conectó su mirada con la de su hermano y se quedó callada. Leonardo sabía que su hermana era fuerte, pero en ese mismo momento no conocía quien tenía enfrente. ¿Dónde estaba la Alexandra Rosier que el conocía?
Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos mientras se escuchaba algo romperse. Los dos hermanos se giraron para mirar de dónde provenía el ruido.
Leonardo vio un flórelo de cristal tirado en el suelo y al lado una chica castaña de ojos marrones quién parecía inocente.
—Deberían tener mas cuidado de en donde ponen los flórelos, ahora mismo puedo estar desangrándome—dijo mientras se iba con un tazón de galletas.
Leonardo asintió haciendose una imagen mental sobre la niña, pero no preguntó nada. Tampoco volvió a hablar. Se dedicó a tomar su copa de vino tinto junto a la presencia de su hermana quien tampoco habló. No había necesidad de hacerlo.
Ambos estaban del lado contrario en la guerra y no sabían cuándo se volverían a ver o si tendría que volver a enfrentarse en un futuro. Se dedicaron a disfrutar de sus últimos momentos juntos. Una buena forma de despedirse.
