"(...) porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado"
Juan 16:11
En la segunda década del siglo XIX
El país del Dao fue el más feliz y próspero de Asia durante largo tiempo. Sus calles se llenaban de lámparas de papel para agradecer las maravillas del año anterior y de los deseos para este año que estaba por empezar en forma de baldosas pintadas a mano que cubrían el suelo o largas tiras con todo tipo de caracteres ilegibles fuera del Dao, que se colgaban de las líneas que conectaban los techos de las casas, de las ventanas, en las puertas y los faroles.
Era el Festival de las Hadas, uno de los eventos más importantes en el país.
La leyenda decía que la gente del país del Dao descendía de un hada que se enamoró de un majestuoso dragón de agua cuando este le salvó la vida. Parte de sus hijos permanecieron en el país incluso después de la separación de la mítica pareja, y entre ellos, quienes estaban mejor dotados con las habilidades sociales y políticas necesarias, conformaron la primera generación Rong Kim. Los dragones Kim. La Familia Real del país del Dao.
Los descendientes de Rong Kim se convirtieron en los nietos del dragón y el mayor en el emperador del país del Dao. El título de Gran Dragón le pertenecía.
Pero esta historia data de hace siglos y en los últimos años se vio opacada por nuevas leyendas, cuentos dedicados a la familia que habitaba el palacio dorado en la montaña, a quienes todavía se les conocía como "dragones", aunque todo aquel que tenía la dicha de ver a un Kim afirmaba que tenían una apariencia por completo humana. O de hadas quizás, si se hablaba en exclusivo de la belleza mágica que se le atribuía a estos seres.
En este Festival de las Hadas, lo que más se cantaba no eran las alabanzas al abuelo dragón ni a la magnífica hada matriarca, sino a la Gran Dragona. Kim Chien Tranh. La emperatriz actual.
Los supersticiosos creían que sólo decir su nombre de pila podía atraer a la muerte.
Por supuesto, nadie se atrevería a intentarlo. El nombre de Chien Tranh significaba "guerra". Ninguna persona racional debería ponerle un nombre así a su hija, pero en las últimas décadas era difícil explicar por qué los emperadores anteriores hicieron tal elección.
La gente común del país del Dao a veces susurraba que fue un presagio de que Chien Tranh vencería a su segundo hermano, general del país del Dao, en un duelo de espadas público y derrocaría a su hermano mayor, tomando para sí el título de emperatriz.
Las personas daonesas la idolatraban o le temían al punto de echarse a temblar al oír su título. Sin embargo, con sus hijos era una historia muy diferente.
La Gran Dragona tenía cortesanos favoritos, no una pareja estable, pero había dos en particular que se decía que fueron bendecidos: la emperatriz dio a luz a sus hijos. Y de cada heredero de la Gran Dragona nació otra historia.
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Envidia (Pecados #2)
Siêu nhiênEl Gran príncipe del país del Dao ha desaparecido. O más bien, un demonio se lo ha llevado a su infierno. *Se recomienda haber leído Soberbia antes de empezar.