XIII

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Tywin estaba en su despacho de la Mano del Rey en Desembarco del Rey. El olor del incienso se metía por su nariz para parar el olor a mierda de la ciudad.

Él había intentado mejorar el alcantarillado bajo orden de Aerys, que era más una provocación hacia su persona, pero Tywin se centró que era para la sanidad pública. El problema era el coste de la limpieza y la remodelación, y él no iba a poner ningún dragón de oro más en esta dinastía si no le daban algo de vuelta.

Eso era otra cosa en su mente para mejorar la vida de la gente, aunque poco le importaba la vida de esas personas, solo hacía su deber. Había castigado a gente que vendía carne de caballo como ternera o poner en el pan químicos que podrían afectar al cuerpo.

Pero poca gente de la nobleza podía ver más que solo un trono de hierro.

Solo pudo suspirar con cansancio. Estaba solo y podía relajarme un poco más de lo normal. Cómo le gustaría estar en Roca Casterly con su preciosa y querida Joanna y sus pequeños y hermosos hijos gemelos.

Pero su deber a su casa era más importante.

Su casa era lo más importante. El legado que dejaría a sus hijos y a los hijos de sus hijos. No iba a dejar que la casa Lannister cayera en desgracia como en su infancia. No lo haría.

Los Lannister eran la casa más rica y mejor posicionada para conseguir historia, para ese condenado trono. Cersei se casaría con Rhaegar y sería una reina preciosa, educada y culta.

Y Jaime. Que hablar de su preciado hijo. Una princesa era digna de él. Sería de ser el Señor de Roca Casterly y un caballero como ningún otro.

Una de las pocas sonrisas salió en sus labios. Le recordaba a los tiempos que pasaba con Joanna especulando sobre el futuro en los acantilados de Roca Casterly. Que bonito eran esos momentos con su bella esposa.

Y luego estaba él. Su sobrino. Solo pudo apretar la carta en sus manos, ya la había leído más de una quincena, pero tenía que enterarse perfectamente de todo.

Su sobrino se parecía a él. Y eso le ponía nervioso y feliz. ¿Podría hacer daño a sus hijos para llegar al poder? o ¿Qué tan grande sería la Casa Lannister con Tyson?

Preguntas frecuentes en su día a día. Lo que podía decir con seguridad es que no podrían perder, los dioses querían sangre Lannister en el Trono.

Miro la carta, sería la última vez que la leería, pero había pasado un año desde que mandó a su sobrino a Antigua y los engranajes se movieron lentos pero interesantes.

Tyson había conseguido hacerse buen amigo del heredero de Antigua y de la primera hija, una belleza y culta , en palabras de varias fuentes que tenía. Podría proponer un matrimonio entre ambos si su plan funcionaba.

No solo eso, también se hizo gran amigo de los Hombres del Hierro, junto con su pequeño y molesto hermano Gerión. Euron Greyjoy y Rodrik Harlaw hacían viajes constantes a Antigua, y ahora a Lannisport, para comercio entre las Casas Hightower, el Oeste y las Islas del Hierro.

Sabía que había algo debajo de esa alianza extraña. Era claramente liderada o propulsada por el mismo Tyson. La intención, lo intuía, seguramente era el poder.

Eso le hizo sonreír. El poder solo se da a quien está dispuesto a rebajarse para recogerlo. Buscaba poder y estaba dispuesto a mancharse las manos con sudor, barro y sangre. Algo que era de admirar.

Tyson era una pieza clave y versátil. Poca gente sabía sobre sus hazañas en el Oeste, solo los enterados y los habitantes del Oeste, ya que Adrian Tarbeck cantaba como colibri el Festin Amarillo cuando viajaba con su hermano Kevan.

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