EL NOVIO DE MAMÁ [SOUKOKU]

DE VUELTA A CASA

Era el último día en Francia para Ryuma y Chūya, regresarían al día siguiente a Japón, ya que Ryuma consiguió ingresar sus documentos en una universidad donde se convertiría en el maestro que tanto deseaba ser, y Chūya tendría su primera filmación protagonista de una película ese mismo día.

Tenían sus maletas empacadas, y se sentían extraños de tener que irse después de varias semanas en Francia.

Sus tíos los despedían durante la noche, con una deliciosa cena y una reunión familiar.

Ryuma había logrado hacer amigos a algunos de sus primos, socializaba más con ellos y con sus tíos también. Jugaban juegos de mesa y se divertía mucho.

— Chūya, juega con nosotros. Mañana se irán, y nunca tuvimos la oportunidad de conocernos mejor...

Dijo una de sus primas, que ahora sí estaba interesada en conocer a los gemelos.

Chūya se mantenía en una silla mecedora, con Ryūnosuke dormido en su regazo. El bebé azabache había estado teniendo fiebre durante todo el día, al parecer había bajado un poco y se encontraba mejor, pero seguía soñoliento y sin fuerzas. Chūya cree que el viaje le cayó mal, pues también Ryū presentaba vómitos horas después de haber bajado del avión. Apenas había llegado, pero pronto deberían regresar y volver a subir a un vuelo.

— Hubo la oportunidad de conocerlos y convivir como primos pero ustedes la desperdiciaron. Mi bebé llegó ayer y está enfermito. Necesito estar con él, viendo si mejora.

Respondió serio. Su prima trajo un cobertor no muy grande y lo acomodó sobre una hamaca, haciendo un tendido cunero a Ryū.

— Puedes recostarlo aquí. Está dormido.

— No, no está dormido. Sólo se hace el dormido.

Chūya se levantó con Ryū en brazos, muy cuidadoso, y lo recostaba lentamente sobre la hamaca. Iba a dejarlo ahí, cuando un par de manitas apuñadas no soltaron su camiseta.

— No, mami, yo con-tigo. Shiem-pe juntitosh.

Murmuró soñoliento, sin querer despegarse de Chūya. El pelirrojo sonrió, y volvió a atraer a Ryū hacia él, palmeando su espalda con delicadeza.

— Ryūnosuke es pequeño y ya habla bien. ¿Por qué?

Preguntó curiosa, Chūya sonrió de nuevo.

— Ryū es poseedor de habilidad. Los poseedores de habilidades tenemos un temprano desarrollo del habla y al caminar. 

— Interesante... Primo Chūya, ¿el papá de Ryūnosuke es un Alfa malo que abusó de tí, verdad?

— ¡¿Ehh?! ¡Eso no es verdad! Yo estoy casado con el padre de Ryū, vivimos juntos y él es un excelente padre con el niño. No todos los Alfas son malos, yo a ese Alfa lo conocí desde los quince y hemos estado juntos desde entonces.

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Al día siguiente, llegando al aeropuerto...

Ryuma y Chūya jalaban de sus maletas de ruedas, buscando la salida entre tantas personas. Hubo momentos despejados, así que Ryū fue puesto en el suelo, teniendo una tipo correa para bebés que Chūya mantenía en una de sus muñecas y mano para no perderlo.

— Vamos, Ryū, busca a papi. Él debe estar por aquí cerca.

El azabache miraba hacia arriba y hacia los lados los rostros de las personas, sin ver a Dazai.

— Estoy tan cansado y mareado, hermanito Chūya. El viaje me vino mal...

— No eres el único, Ryuma, también tengo náuseas...

— ¡Papi, papi! ¡Allí eshtá papi, mami! ¡Déjame il con papi!

Ryū quería correr hacia Dazai, pero la correa se lo impedía. Exigía a Chūya soltarlo para ir a él.

— Cálmate, Ryūnosuke. Ya vamos, ¿no ves que más personas se están atravesando en nuestro camino y te pueden arrollar? Estás chiquito.

Lo levantó en brazos, y junto a Ryuma se abrieron paso entre las personas hasta llegar a Dazai.

Chūya sonrió lo abrazó con todas sus fuerzas, siendo correspondido. Ryū quedó en medio de ambos.

— Te extrañé mucho, Dazai. Fue mucho tiempo sin tí.

Se separaron del abrazo, para dejar respirar a Ryū.

— También te extrañé mucho, Chūya, quería ir con Ryū a Francia cuando te accidentaste, pero no pudimos... Aún así, me alegra que estés aquí, bien, sano, y que tú y Ryuma sean mejores hermanos que antes.

— Gracias...

— Papi, yo tam-bién llegué.

— Sí, Ryū, pero tú te fuiste hace un día. Estuviste conmigo todo el tiempo.

— ¿No me exta-ñashte?

Dazai rió.

— Claro que sí. No podía dormir solo en mi cama.

Los celos de Ryū.