Capítulo 3

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Ambos se encontraban frente al escenario. Ella atenta a cada movimiento delante suya, él atento a cada movimiento de ella. No quería admitirlo, pero le gustaba verla así de impaciente y emocionada. Se encontraban entre una gran multitud de chicas con pancartas y de padres que no veían la hora de irse a sus casas. Se colocaron en un sitio perfecto para ver al cantante cuando saliera.

Pasaron dos taloneros de poca importancia para los jóvenes, y ya se acercaba el momento. Las luces se apagaron, se encendió un foco en el medio y el chico pelirrojo salió al escenario, guitarra en mano. Fue increíble la de chicas locas por gritar. Pero no ella. Ella sólo miraba al cantante a los ojos y cantaba sus canciones en bajito. Jesse se dio cuenta, pocas chicas hacían eso. Y fue en Wake Me Up cuando ella fue a levantar las manos y él, sin pensarlo dos veces, agarró la mano de la chica y ambos siguieron el ritmo de la lenta pero preciosa canción. Aún no sentían mucho el uno por el otro, pero algo se estaba despertando. Dicen que el roce hace al cariño.

La joven miró las manos entrelazadas. No sabía que pensar, no lo veía bien, pero tampoco se estaba mal. Lo pasó por alto y se centró en la maravillosa voz de Ed.

***

Eran las once y media cuando acabó el concierto. Ella salió con una camiseta del evento, y él esperaba que fuese igual si la banda en la que estaba triunfara.

Estaban de camino a casa de ella, pero pasaron por un puesto de perritos y decidieron cenar uno. Mientras siguieron andando.

"Tuviste suerte." Dijo el joven con una sonrisa en la cara.

"¿Por?" Preguntó, comiéndose el perrito caliente.

"Porque estaba oscuro y así nadie pudo ver lo roja que te pusiste cuando te agarré la mano." Le dio un mordisco a su cena.

"Cretino." Puso cara de asco. ¿Por qué tenía que estropear las cosas?

"Pero si sabes que te gustó, bonita. No soy tonto."

Justo llegaron a la puerta de su casa.

"Que te den." Y empezó a subir las escaleras para entrar a los pisos.

"Eh, ¿y mi beso de buenas noches?" La agarró del brazo y la giró para darle un beso en la mejilla. "Puedes ponerte todo lo roja que quieras en tu casa, bonita. Hasta mañana." Dio media vuelta y se fue a su casa, que no andaba lejos. Se fumó un último cigarro.

***

Al día siguiente se encontraba viendo una serie en la televisión. De vez en cuando pensaba en la noche anterior. Sólo había sido un beso en la mejilla, pero no sabía cómo interpretarlo. Ya no sabía si la estaba vacilando o qué, pero hasta ella sabía que antes o después iba a caer. No era tan mal chico después de todo, ¿no? Era un poco gilipollas pero después de todo, así somos todos. Aún que pensándolo mejor, tenía mejor pinta dejar las cosas entre ellos como estaban.

Aún no sentía nada que se le acercase al amor por Jesse y esperaba que se acabara ya la semana para que dejara de hacerla un lío y dejarla en paz.

Decidió hacerse un bol de palomitas con mantequilla y dejar de lado todo lo que tuviera que ver con el chico de la banda.

Cosa que no duró mucho para su desgracia. Sonó el timbre y muy a su pesar, tuvo que preguntar quién era. Mala elección, ya que podría haberse callado y apagado la televisión. Tal vez fueran los modales ingleses.

"¿Quién es?" Dijo desde el sofá, con palomitas en la mano. No pensaba salir en todo el día.

"¿No vas a abrir a tu amado?" No por favor. Ahora no. No podía ser otra persona, le hubiera dado igual quién, pero todos menos él. Estaba hecha un desastre, en pijama con unas Uggs puestas y un moño. Ni aún que la pagaran iba a abrir con esas pintas.

"No entraba en mis planes." Y se acomodó en el sofá un poco.

"Vaya, y yo que tenía pensado devolverte la libreta en vista de que no te intereso..." Dijo en tono triste.

"Sí, y voy yo y me lo creo." Se comió otra palomita.

"Es verdad, la tengo aquí mismo, míralo tu misma por la mirilla." Pulsó el botón de silenciar en el mando de la televisión y se dirigió a la puerta, arrastrando los pies por el parqué. Se acercó a la mirilla y le vio con su típica ropa blanca y negra, con unas gafas de sol, sujetando su libreta y sonriendo.

Ella quitó el cerrojo y le abrió la puerta.

"Dámela, por favor." Dijo tendiendo la mano abierta.

"Huy, ni un hola ni dejarme pasar. ¿Dónde están esos modales ingleses, bonita?"

Ella suspiró y le dejó pasar. El jóven entró en el apartamento de la chica. Tenía una mezcla de estilos, entre los que se encontraban el indie y el grunge, junto con vintage y tumblr. Después de echarle un vistazo, se fue directo al sofá blanco.

"¿Qué veías? Ah, una serie de esas vuestras. Es la del detective, ¿no?" Dijo cogiendo algunas palomitas.

"Estaba viendo Sherlock, y mis modales ingleses no llegan tanto como para esto. Deja de hacer el imbécil y dame la libreta."

"Pensé que eras más lista, bonita. No te la voy a dar, aún no acabó la semana. Sólo quería pasar un día de sofá, manta y películas. Y veo que tú ya estás lista." La miró de arriba a abajo, y se volvió a levantar para darse un paseo por la estancia.

Ella no dijo nada y se quedó petrificada, mirándole pasearse por su salón. El chico dio unas cuantas vueltas, mirando cuadros, fotos y decoraciones.

"¿Los has pintado tú?" La miró, ella asintió. "Vaya, están muy bien." Dijo realmente sorprendido. "¿También tocas la guitarra?" Rasgueó la Martin acústica que tenía junto al sofá. Ella asintió de nuevo. Él parecía asombrado. "No sabía que supieses hacer tantas cosas."

"Eso es porque no sabes nada de mi, y ahora mismo estás en mi casa sin que yo te haya invitado." Dijo ella, algo borde. Se arrepintió un poco, ya que él estaba siendo bastante amable juzgando su casa. Aún que después de todo, estaba allí sin permiso.

"Aprovechemos a conocernos, entonces. Se puede saber mucho de una persona por su gusto en películas. ¿Cuáles te gustan a ti?"

"Todas menos las de miedo." Él se rió.

"Una pena, a mi sí me gustan. Hagamos una cosa. Hoy pones tú la que quieras, y la próxima vez la que yo quiera."

"No va a ver próxima vez, señor optimista." Dijo ella riéndose, y cogiendo su portátil para conectarlo a la televisión. Buscó su película favorita. Al final había decidido que no pasaba nada por ver una película después de todo. En cuanto se vieran los créditos, largaba al chico de las gafas de sol en edificios. Ella se sentó en el sofá, lo mismo hizo él, sólo que a su lado.

"Eh, si te hechas un poco para allá, no te hecho de mi casa." Él suspiró, pero la hizo caso.

Andrea miró a la pantalla. El jóven la miró a ella mientras los títulos de V de Vendetta aparecían en la televisión.

One Week (Jesse Rutherford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora