Era un nuevo día en la ciudad de Santa Mónica. El sol sólo había salido hacía un par de horas y, por extraño que pareciese, dos de las tres personas que habían dormido aquella noche en aquella casa en concreto no habían podido despertarse tarde, a pesar de todo lo que ocurrió la noche anterior. Pero como ya dije al principio de este capítulo, era un nuevo día.
El primero en levantarse fue Jesse. Se levantó a duras penas del sofá, increíblemente dolorido, pero tenía que llegar a la cocina para coger alguna pastilla que le calmara todo el dolor. Sin embargo, ese dolor no era tan solo físico, pues una oleada de recuerdos y sentimientos invadió, una vez más, su cansada mente. Suspiró de forma sonora y cerró los ojos un instante, con cuidado de no perder el equilibrio. Cojeó delante de un Zach que roncaba plácidamente y llegó a la cocina, donde más o menos sabía donde estaba el medicamento que buscaba. Lo cogió de uno de los armarios y se tomó la pastilla con un poco de agua. Con el vaso en la mano, se apoyó en la encimera, y con ojos cansados, vio a una persona que no era Zach entrar en la cocina mientras murmuraba algo a lo que Jesse no prestó demasiada atención.
***
Cuando Andrea se despertó, no recordaba dónde estaba ni qué había pasado la noche anterior. Se sentó en la cama con cuidado, ya que un fuerte dolor invadió su cabeza. Entonces comenzó a recordar. Dónde estaba, cómo llegó allí y por qué. No pudo evitar la oleada de tristeza que llegó. Se quedó unos momentos contemplando la pared gris oscura que estaba frente a ella. Sabía que en cualquier momento se encontraría con Jesse y que tendrían que hablar, pero lo que ella no sabía era que ese momento llegaría muy pronto.
Se levantó pesadamente de la cama a ir a buscar a Zach para tomarse algo para la resaca y, con un poco de suerte, algo para desayunar. Abrió la puerta, que estaba cerrada y se dirigió al salón, que estaba a oscuras. Pero al oír ruidos en la cocina, fue allí en busca de su amigo.
"Oye Zach, ¿no tendrás un ibu?-" La chica se quedó sin habla al cruzar la puerta de la cocina y no encontrarse precisamente con la persona que buscaba. Se le quedó mirando, con los ojos como platos, tal y como si hubiera visto un fantasma. "Jesse, ¿qué estas hacien-?" Pero se cortó a si misma, fijándose mejor en todas las heridas que tenía el joven. "¿Qué te ha pasado?"
"Escucha, eso no importa ahora. Escúchame por favor." Dijo alzando la mano.
"No necesito explicaciones, se perfectamente lo que pasó anoche. Exceptuando todo lo que te ha pasado a ti, claro." Ella se cruzó de brazos.
"En serio, déjame que te explique todo. Dame cinco minutos y si no estás convencida, no te molestaré más." La chica dejó caer los brazos y suspiró. Se dirigió a un armario donde intuía que estaban las medicinas, pasando al lado de Jesse. Después de coger lo necesario, se dirigió al chico y le miró expectante.
"Tienes cinco minutos." El chico sonrió.
***
Jesse terminó su relato, prácticamente sin aliento, ya que trató de contarlo todo lo más rápido que pudo, pero con pelos y señales. Se quedó callado, esperando una respuesta. La chica le miraba sin expresión alguna en el rostro. Él comenzó a dar pequeños golpecitos rítmicos con la mano en la encimera sin si quiera darse cuenta.
"¿Y bien?" Dijo él, ya que no aguantaba aquel silencio.
"¿Qué quieres que te diga, Jesse? ¿Esperas que me crea todo esto? No tardaste ni un segundo en decirla que fuera a bailar contigo anoche, y bueno ya sabemos todo lo demás." Contestó con desdén. Jesse se quedó sin palabras.
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One Week (Jesse Rutherford)
أدب الهواة«Siete días eran suficientes. Él sonrió y tiró el cigarro al suelo. Aquella chica inglesa del parque iba a acabar loca por él, así se prometió a sí mismo, el chico de la guitarra y la ropa estrafalaria.» *** Andrea Baker es el nuevo centro de atenci...