Capítulo 6

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Zach sacó las llaves del bolsillo trasero y abrió la puerta de la casa que la chica ya había visitado. Ayudándola a entrar, dejó las llaves en una mesilla y la llevó al salón, sentándola en el sofá. El joven fue a la cocina y suspiró. Cogió un vaso y lo llenó de agua para llevarlo al salón, junto con una pastilla para el dolor de cabeza que había cogido de uno de los armarios.

"Ten, te sentirás mejor." Dijo dándole ambas cosas, mientras se sentaba junto a ella. Ella no contestó. Tan solo se tomó la pastilla y dejó el vaso en la mesa del salón. "¿Quieres hablar de ello?"

Entonces rompió a llorar, apoyándose en el pecho de Zach. Éste la rodeó con sus brazos, tratando de reconfortarla. Ella no podía parar de pensar en lo que había visto y en la traición que sentía en el pecho. Sabía que nunca tendría que haber puesto tantas esperanzas en una relación que estaba claro que no podía seguir adelante. Pero esque estaba tan convencida de que podrían hacerla funcionar... Se sentía ciega.

"Venga, no llores, Andrea. Mírame, vamos." Ella desenterró su cara de la camiseta que había quedado empapada. "Vi lo que pasó, pero conozco a Jesse, no es la clase de tío que engaña a su novia. Pero de ser así, ha sido un capullo." Tal vez Zach tuviera razón, pero no le entraba en la cabeza. "Mañana verás las cosas más claras ¿vale?"

Zach acarició su espalda, reconfortándola. Ella asintió. Se encontraban cara a cara, tan cerca. Podían sentir el aliento del otro en sus mejillas. Sus narices casi se tocaban. Ambos sabían que cualquier cosa podría haber pasado entre ellos en aquella situación donde a ella todo le parecía confuso, todo le daba vueltas. Pero en vez de eso, Zach le sonrió. La levantó para llevarla a la habitación de él y que así pudiera dormir.

En ese momento sonó el teléfono de Andrea en la mesa del salón junto al vaso de agua, pero nadie nunca lo cogió.

***

Como cambian las cosas por la noche ¿verdad? Todo es diferente. Las calles de tiendas llenas de gente con bolsas en las manos, parecen construidas únicamente para el solitario que pasa en ese momento. Los parques con niños jugando en los columpios parecen sacados de una película de terror. La noche da una nueva perspectiva. Tu atención se fija en esa farola que parpadea, o en el sonido de los grillos. O en todas esas cosas que podrías haber evitado.

Guardó el móvil en el bolsillo. Nadie lo cogió, de nuevo. Sacó el paquete de cigarros que llevaba en el bolsillo siempre y sacó uno. Lo encendió y disfrutó la primera calada como nunca lo había hecho. Su respiración agitada de tanto correr era lo único que se escuchaba por las calles, lejos de los bullicios de los bares y las discotecas. Jesse no sabía que el alcohol te podía hacer olvidar algo al tiempo que estabas borracho que habías hecho mientras bebías. Avanzó con paso seguro por Santa Mónica, o eso creía porque estaba algo bebido e iba a trompicones. Ya no recordaba por qué corría. No entendía ese dolor que sentía en el pecho. No recordaba el por qué de la culpa.

Siguió caminando hacia donde le guiaban sus pasos, que casualmente fue a la calle de donde había venido. Entonces escuchó una voz conocida.

"Jesse, por favor, déjame explicarme. Lo siento." Lo que le faltaba. Ahora recordaba todo lo que había pasado.

"Que te den, Maya." La apartó de un pequeño empujón. Ya se comenzaba a escuchar el griterío de los bares.

"Lo siento, yo estaba muy borracha, no sabía lo que hacía. Por favor, mírame." Le cogió del brazo y él se dio la vuelta. No se dignó a echar el humo a otro lado que no fuera la cara de ella. "Las cosas no han ido muy bien con mi novio y bueno cuando te vi te eché de menos, Jesse. Fue un impulso."

One Week (Jesse Rutherford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora