DEJARSE LLEVAR

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La noche terminaba con un paseo hasta el apartamento de Mía. Llegaron hasta allí en silencio, no un silencio incómodo, ni tenso. Todo lo contrario, un silencio lleno de paz, donde solo sus respiraciones y miradas furtivas suavizaban el ambiente. Frente al edificio, Mía se lleno de inseguridades, que debía hacer ahora, invitarle a subir, lo deseaba realmente? Y si la rechazaba? Quería ir despacio, no presionarle, ni presionarse a sí misma, quería que todo fluyese sin obligaciones ni compromisos, aunque el primer paso ya lo habían dado en la discoteca, necesitaba que lo sucedido no les comprometiese a nada.  Como si de un libro abierto se tratase, y anticipándose a ella, Hugo se adelantó a decir.
- No ha  nada que desee más ahora mismo  que ... crees que sería demasiado apresurado si  ...?- dijo con ese tono tan sensual que herida a la piel de Mía. Ella no respondió se limitó abrir la puerta e invitarle a entrar con un simple gesto de cabeza.

Entrar en el apartamento inundaba de recuerdos la mente de Hugo, recordando aquellos primeros días compartiendo su vida con ella.

- Sírvete lo que quieras, voy a ... - dijo ella observándole allí parado en medio del salón.
- No te lo quites - suplico antes de que ella se girara dirección al dormitorio, se acercó al mueble bar, y se sirvió un whisky, su whisky preferido, en el mismo sitio, en el mismo lugar, la misma marca. Inspiró el aroma del alcohol.
- Que?
- El vestido, no te lo quites. - Mía se acercó a el, despacio.- Has conservado todo igual, incluido el bar, tú no bebes
- No se como interpretar esto - dijo refiriéndose a la copa de whisky- le quito el vaso y bebió un sorbo- necesitas emborracharte para estar conmigo? - le atacó irónicamente
- Necesito valor para decirte ... que no me quedare
- No te lo he pedido
- Lo se
- Está es tu casa, puedes quedarte, puedes irte.
- Era mi casa.- Mía sonrió.
- Acompáñame - le tomó de la mano hasta llegar al dormitorio. Mia abrió el vestidor. Hugo hizo un reconocimiento fugaz del vestidor, del dormitorio, del baño a través de la cristalera.  Todo estaba exactamente igual que un año atrás, su alborozo colgado en el baño, su ropa en el vestidor, el libro que hace un año había comenzado a leer seguía encima de la mesilla. Mia abrió uno de los cajones del vestidor, cogió un sobre que le tendió a él. - Hugo saco dos documentos que estaban dentro del sobre.
- No entiendo, el apartamento sigue estando a mi nombre. - su voz sonaba más ruda, más tensa. Explícame esto. Se supone que yo vendí  el apartamento para reformar la casa del acantilado. Me estás diciendo que reformaste a casa manteniendo el piso a mi nombre?
- Si, no necesitaba el dinero, ya te dije que reforme la casa con el dinero de la patente arquitectónica.
- Si, pero y tú trabajo? Lo has hecho sin ganar un duro. Joder Mía!
- He vivido un año sin pagar alquiler - dijo irónica.
- No me jodas, quiero que me factures todas las horas de trabajo que dedicaste a la casa.
- Sabes que no haré tal cosa.
- No merezco nada de lo que has hecho, no lo ves? Fui un egoísta, mezquino que te abandonó? Me largue! No te acuerdas?- dijo enfadado.
- Crees que he podido olvidar aquella horrible noche? No Hugo no lo he olvidado,  ni creo que pueda olvidarlo algún día. He tenido un año para pensar en mi, para pensar en ti, sé que no me equivoco, pienso que tú decisión de irte aquella noche fue una decisión tomada por error, tomada por una mentira. Igual que se, óyeme bien, que nuestro amor fue ... es real, puro, sincero, he vivido un año sintiendo desde el fondo de mi corazón, sintiendo que regresarías, nunca he dejado de sentir que me amas , de sentir que yo te amo, reconozco que el día que regresaste con Cloe, dudé, de ti, dudé de mi- intentando no sollozar, se trago las lagrimas. Hugo se acercó a ella, su mirada enfurecida se desvanecía en los ojos aguados de ella, atrayéndola hacia el, enredo sus dedos detrás de la nuca de Mía, acercó sus labios a los de ella.-  he vivido toda mi vida teniendo fe en las personas, y que equivocada  he estado! Las personas fallamos, nos equivocamos, mejoramos, evolucionamos, cambiamos. El amor no. El amor de verdad nunca se desvanece, he aprendido a tener fe en el amor. Y eso me lo has enseñado tú.
- Mía - susurró suplicante, la confesión que ella le estaba haciendo iba más allá de lo que él jamás hubiera esperado de ella.
- Déjame terminar, por favor, has estado a mi lado toda mi vida, amándome en tu invisibilidad, en la penumbra, durante más de veinte años alimentando la fe en tu amor hacia mi, como iba yo entonces a perder esa fe, ese amor en a penas un año? Me lo debía a mi misma, a ti, a nosotros.

Ahogando un pequeño gemido de desesperación, Hugo la besó, profunda y lentamente, aumentando su deseo oculto de querer borrar todas las heridas de su alma. Lo que esa mujer le hacía sentir con cada beso, con cada caricia, con el solo roce de su cuerpo iba más allá de la locura, del placer, más allá del sexo, más allá de la posesion de la  entrega de dos cuerpos. Siguiendo el ritmo de la respiración acelerada de Mía, Hugo se deshizo del vestido, tomándola entre sus abrazos la dejó sobre la cama, sensualmente se liberó de su ropa, se recostó sobre ella, con una enorme necesidad de entrar en su interior.
- Mía mírame, no dejes de mirarme - ordenó con voz entrecortadamente dulce al mismo tiempo que la penetraba. Sentir los ojos de Mía clavados en su mirada lasciva y lujuriosa aumentaba profundamente su excitacion, obligándole a acelerar el ritmo de las embestidas, más rápidas, más profundas hasta llegar al climax explosivo de vibrar juntos en un solo cuerpo, sin salir de su interior abrazó a Mía, haciéndola girar para dormir a su lado.

SENTIMIENTOS DIFUSOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora