ENCUENTROS

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La casa del acantilado comenzó a ser su pequeño refugio, el único motivo por el que seguía adelante, quizás el único motivo por el que seguía viva. Se aferró aquella casa, pese a los recuerdos, había logrado cumplir su promesa, un año le había llevado reformar la vieja casa de Hugo.
Como cada mañana durante el último año, cogía su vieja bicicleta, pedaleaba durante una hora, para ver amanecer sobre el acantilado. 365 días después de aquella fatídica noche, sus pulmones respiraban en paz, su corazón latía en calma, el miedo se había ido, el dolor, el rencor, el amor ... y aun así se sentía orgullosa de sí misma, orgullosa de su fortaleza, una fortaleza que jamás ningún hombre podría volver arrebatársela. Sumergida en sus pensamiento, sumergida su mirada en aquel inmenso y anaranjado mar, se abrazó a sí misma, estremeciéndose asustada por los ladridos de Sunset. Sin poder detenerle, y corriendo tras el, Mía persiguió al perro que corría hacia la entrada de la casa.
-Sunsent! Sunset! espera!-  al llegar a la casa el perro se detuvo, Mía paró en seco detrás de el, un todoterreno negro se acercaba a la casa. Mía sujeto la correa del animal con fuerza. Una pareja con atuendo militar bajo del vehículo, a Mía se le heló la piel, su mano perdió fuerza, y Sunset salió corriendo hacia ellos, juguetón se acercó al hombre, lo olió, empezó a mover su cola, el hombre se arrodilló, le acarició, mientras el animal le lamía la mano cariñosamente.
-No me dijiste que tuvieras un perro? - Cloe sonrió,- la cabaña no es como me la había imaginado
-No .... - su voz se entrecortó, a primera vista no la había conocido, pero sin duda era ella, Mía, con el pelo corto, un mono corto estampado blanco con pequeños girasoles, sin tirantes, escote palabra de horno, que dejaba ver su ligero bronceado, el encuentro de miradas fue un estallido de autocontrol, para los dos, Mía no podía creerlo, aunque había fantaseado muchas veces con ese encuentro, jamas se lo había imaginado así, Hugo estaba diferente, con los rasgos endurecidos, la mirada impenetrable y dura, llevaba recogido su larga melena  detrás de la nuca. Cloe pensó en romper el hielo.
-Buenos días,  soy Cloe. - Saludó sonriendo, besándola en la mejilla.
-Mía, - susurró despacio -  bienvenido a casa ... Hugo - el silencio que él hizo no auguraba nada bueno. Se acercó a ella, ella ido un paso atrás.- espero que os guste la casa, esta abierta, por cierto, el es sunset, le gusta ver amanecer y atardecer, y solo como un dulce al día. - se despidió del perro que le lamía la mano, todo lo rápido que le dejaban sus piernas, corrió hasta llegar a su bicicleta, pedaleó sin rumbo fijo, sin mirar atrás, y sin dejar que Hugo abriera la boca, un año había pasado desde aquella fatídica noche, y a pesar de que se había imaginado mil veces aquel encuentro, nunca pensó que sería así,
-Te das cuenta que se ha ido pensando que somos pareja?
-Si - Hugo observó al casa, realmente Mía era la mejor en su trabajo, había mantenido parte de la estructura, manteniendo la casa, un piso más, como zona de descanso y relax, seguido por Cloe, entró en la casa, todo estaba igual pero diferente, la cocina abierta al salón, minimalista en color gris negro, recorrió la casa, todas su cosas, su pertenencias que había dejado en el apartamento, estaban allí, sus libros, los cuadros, su colección de cristales antiguos decoraban una de las paredes del salón, la habitación principal, se mantenía igual, misma cama, mismo muebles, la mecedora de la abuela junto a la ventana, recordó a Mía desnuda meciéndose mientras amanecía, salió de la estancia, con el ceño fruncido, cruzó un pequeño pasillo que anteriormente no estaba allí, Mía había ampliado la estancia, Anexando dos habitaciones más, las dos con baño propio, volvió a la habitacion principal, desde la cual se accedía a la parte superior, al llegar arriba, se encontró con una larga piscina, una zona chillout, un pequeño gimnasio y un despacho con vistas al mar.
-Que sientes? - preguntó Cloe, al ver aquel hombre a quien había conocido un año atrás, devastado por el amor.
-Paz.
-Me refiero que has sentido al verla?- el la miró fijamente
-Paz, así es  Mía, capaz de mirarme sin romperse, capaz de transmitir perdón, amor, odio en una sola mirada.

Inestable no, tocada si, así afronto Mía los días siguientes a la llegada de Hugo, intentando no encontrarse con él y su pareja, callando su llegada, optó po no decirle a nadie que él había vuelto. Cambio sus hábitos diarios, sustituyó el paseo con Sunset, a quien extrañaba horrores, por diez kilómetros diarios corriendo por la carretera que bordeaba el lago. Aquella mañana, cuatro días después, se percató de que alguien corría a la misma altura que ella, el hombre llevaba una capucha y no se le veía la cara, quizá en ese momento todos sus actos fueron equivocados pero el miedo volvió a ella, en una de las curvas el hombre se acercó tanto a ella que Mía se giró repentinamente y se abalanzó sobre el, colocó una de sus rodillas sobre el esternón, y bloqueó sus manos como pudo.
-y tú qué coño quieres? Porque me persigues?- preguntó enojada
-Joder  Mía, no puedo respirar
-Hugo?- inconscientemente soltó sus manos, quito su rodilla quedándose a horcajadas sobre el, ese fue el primer error, demasiado contacto corporal, Hugo ya estaba excitado y ella ya lo había notado.- y a ti que te pasa? Porque me sigues?
-Porque estas tan asustada? Solo intentaba alcánzarte, hablar contigo,
-No tenemos nada de que hablar
-Sunset... primero.... la otra conversación que tenemos pendiente no es momento ni lugar
-Que ocurre con Sunset? - se puso en pie seguida por el
-Esta triste, me preguntaba si podrías seguir visitándolo de vez en cuando.
-Iré esta tarde - antes de despedirse un coche aparcaba frente a ellos al otro lado de la carretera.
-Dios mío! Hugoooo! - gritó una Lina embarazadisima!- se acercó a él, primer impulso, bofetón, segundo impulso romper a llorar y abrazarlo como si se fuera a desvanecer en el aire. - Mía se alejó corriendo antes de que su amiga empezara hacerle preguntas. - lo siento, son las hormonas, me tienen alterada, Huye cobarde! - le grito a Mía.  -cuando has vuelto?
-Hace cuatro días. Enhorabuena!
-Joder Hugo tienes idea ....
-Lina, nada de reproches vale? Llévame a casa y hablamos por el camino, yo conduzco. Lina intento relajarse, pero se conocía bien, y sabía que no podía tener la boca callada.
Ha sido un año duro para todos.- comenzó a decir - debiste  decirnos donde ibas ... debiste decirnos que estabas bien ...- le observó, ya no era el mismo, era un hombre más rudo, más triste.
-Lo siento Lina
-Te escribí .. te escribimos todos ...
-Todos no. Nunca leí esas cartas
-Todos Hugo, Mía también ... solo que nunca llego a enviar esas cartas.
-Como esta ella?
-Has vuelto por ella? Si lo que quieres saber es si está con alguien la respuesta es no.
-He vuelto a cerrar un capítulo de mi vida, he vuelto por respuestas... porque me dejo?que sucedió realmente aquella noche? - Hugo aparcó frente a la casa, Cloe tomaba el sol junto a Sunset.
-Entiendo - dijo mirando la bonita estampa.
-Puedes guardarme un secreto?
-Es mi psicóloga,  no somos pareja, aunque Mía piensa que si. Se que puede parecer que abandone todo, pero estar en Irak, lejos, no ha sido fácil, sobretodo psicológicamente, aquel lugar me ha hecho darme cuenta de muchas cosas, me ha hecho sufrir tanto por el abandono de Mía, que si no es por Cloe, mi medico, quizás no estuviera hoy aquí.
-Mira, os quiero a los dos, no quiero traicionar la confianza de Mía, pero lo que pasó aquella noche no fue como tú piensas, ella no te abandono. - le dio un beso en la mejilla, subió al coche y se alejó.

Aquella tarde, sobre las ocho, Sunset salía corriendo de la casa para recibir a Mía, vestida con un mono blanco ajustado de tirantes,  hasta las rodillas.
-Sunset! - los dos se saludaron como habitualmente lo habían hecho, bajo la atenta mirada de Hugo, quien jamás imaginó a Mía sintiendo aquel amor un perro. - vamos a pasear bajo el amanecer? Quieres?si?- saco una galleta de su bolsillo y caminaron juntos hacia la playa.
-Puedo unirme a vosotros? - Mía dudo
-No hay problema, pregúntale a tu novia, igual le molesta - Hugo sonrió, igual de cínica que siempre. Al acercarse a ella por detrás, observó algo que le llamó la atención sorprendentemente, Mía llevaba un tatuaje en la espalda, el árbol de la vida en negro y rojo.- el paseo fue amenizado por un silencio inexpresivo.
-El silencio siempre ha sido una de tus mejores cualidades. - dijo Hugo para romper el hielo.
-Os ha gustado la casa?
-Es perfecta!- ha valido la pena vender el apartamento
-sigues con el estudio?
-No, tuve que venderlo
-Tuviste?
-Trabajo desde casa, tengo otros proyectos ajenos a la decoración.
-Volverás al periódico?
-No - ella sonrió - es ridiculo verdad?- asintió, como romper ese muro que solo les deja hablar con monosílabos?
-Quiero pedirle algo- dijo Mía al llegar a la casa.
-Valeria y Fran, necesitaban saber que has vuelto. Han pasado muchas cosas este último año, Valeria tiene un hijo, de un mes.
-Eso es genial! Pasaré a visitarles.
-Ellos viven en la casa familiar. Conozco a mi hija, se que no ha bautizado al niño .... ella siempre quiso que tú fueras el padrino de su hijo, se que te lo va a pedir, quiero que aceptes.
-No creo que ella siga pensando así, me lo dijo muchas veces, pero ahora la situación es diferente ...- ella volvió a sonreir
-El niño se llama Hugo - la mirada que Hugo lanzó a Mía era la primera vez que ella la veía, entre alegria y tristeza, él se echó para atrás el pelo ondulado, movimientos nerviosos, nudo en la garganta.- se que no estás obligado a aceptar, y que puede suponerte un problema con tu novia, puesto que yo soy la madrina.
-Acepto. Por supuesto que acepto. Y Fran?
-Fran vive con su novia en la casa, la dividieron, por un tiempo llevo los negocios de su padre, pero al final vendió todo, está dando clases en la universidad.
-Como que vendió?
-Las deudas que dejó su padre le estaban pasando factura.
-Como que dejo?y Mat?- ella sonrió de nuevo, avergonzada, triste.
-No estoy preparada para hablar de él, no necesitas saber más.
-Si ellos viven en la casa, tú?
-No necesitas saber eso.
-Vendré a ver a Sunset, una Dia si y otro no. Adiós- el la detuvo
-Averiguaré lo que paso! Prefiero que tú me lo cuentes.
-Te lo conté todo, te escribí docenas de cartas.
-Cartas? Que cartas?
-Esta casa me saco del infierno, me hundió en una inmensa tristeza, y a la vez fue mi terapia para superarte, toda yo esta en esa casa. - se alejó

SENTIMIENTOS DIFUSOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora