†Capítulo 24†

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†24†


Annie Hall.

Diane estaba al frente de mí, estaba confundida, atónita, y ¿Extrañada?, no... su expresión parecía confundida porque sí me esperaba, sólo que no sabía que estaría aquí tan pronto.

Seguramente Liam no le comentó nada. Suspiré, y rogué porque ella no hablara, tenía los micrófonos, eso era seguro.

Ella al instante, recuperó la compostura y escuché otra voz que venía de afuera, Dios santo, ¿Estaba con otra persona?, que no sea de los malos por favor...

Pero para mi sorpresa era.... uno de los hombres que me llevaron aquella vez a mi casa después de irme de ese horrible lugar.

No podía creer quién era, Alfredo se hizo ver al entrar a la habitación, tenía el cabello bien peinando y unos lentes oscuros puestos, el mismo que fué amable conmigo, la primera vez que lo ví, ¿Ahora estaba aquí y con la hermana de Liam?

Pues, ya a éstas alturas nada debería impresionanrte querida.

Pues sí, ésto ya no era nada para mí.

- Pasa Alfredo, siéntate cómodo - Le dice Diana con naturalidad - ¿Agua o café?

- Yo preparo el café - El le guiña un ojo - Sabes que me queda mejor a mí.

Parecían tenerse mucha confianza, con solo mirarse, ya sabían que no debían hablar ni hacer nada extraño que los exhibieran. Ambos al verme se dieron cuenta de la situación, y que por asuntos de precaución, hicieron como si yo no estuviera aquí, se pusieron a hablar de cuentas pendientes, ingresos, exportaciones, importaciones, y todas esas cosas que no entiendo, Alfredo hacia café mientras Diana arreglaba la habitación, y en cuestión de minutos, todo cambió de manera increíble, parecía la casa de otra persona.

No sé cuántas horas pasaron cuando volví a escuchar la cerradura de la puerta abriéndose, me asusté y me incorporé de donde estaba sentada.

Mi respiración regresó cuando ví que entraba Liam, con una bandeja, traía un combo de cuatro cafés en la mano.

Entonces él sabía que ellos venían y no me dijo.

Bueno.... tampoco es que podíamos hablar mucho, jeje.

- Ya podemos hablar - Dijo Liam, impaciente.

Respiré hondo pero no dije nada.

- ¿Cuál es el plan? - Soltó Diana sin más - ¿Qué haremos?, no quiero morir.

- Nadie morirá - Suspiró Liam, obstinadamente - Relájate Diana, sólo... déjenme pensar en algo, yo pagaré todos los platos rotos, pero tú, Alfredo y Annie estarán a salvo.

Alfredo y Diana asintieron convencidos, ¿debería estar convencida yo también?, no sé por qué, pero algo me daba mala espina, pero preferí ignorarlo por los momentos y decidí callar lo que había leído en aquel viejo cuaderno.

Diana me ofreció una taza de café y la acepté con gusto, aunque tenía tanta hambre que podía comerme un cerdo entero. Liam debió leerme la mente porque saco dos empanadas de queso, junto a un vaso pequeño con salsa de ajo para agregarle un sabor excitante en mi paladar, y comencé a comerlas con desdén.

Mariposa Negra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora