𝑽𝑰 : sweet for the soul

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- :: dulce para el alma

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( vi )


A la vuelta, Calle ayudó a Emma a bajar del caballo y la niña corrió al, encuentro de Poché para contarle lo divertido que era pasear en caballo con una emoción que le parecía imposible de contener. La castaña sonrió acercándose a las dos pelinegra la tiempo que tiraba de las cuerdas del animal para seguirla.

—— Vaya, escuchándote parece realmente divertido —— comentó Poché acariciando el pelo de la pequeña.

—— Realmente lo es. Deberías montar tú también —— dijo la niña animando a la mujer baja.

Poché miró a Calle algo preocupada. Ella no era buena para lidiar con los animales y dudaba que fuera capaz de subirse a un caballo por su cuenta. Temía caerse y fracturarse alguna articulación o peor aún, lastimar al animal en sí.

—— Puedo llevarte si gustas —— habló la alta.

—— No creo que sea necesario. Debes estar cansada después de lidiar con Emma. Yo estoy bien.

Calle solo trató de no reírse al recordar la historia del zoológico que le contó Emma. Sabía que razón por la que la mujer pelinegra se negaba era por miedo y tal vez un poco de vergüenza.

—— No te preocupes, puedo hacerlo.

—— Vamos mami, tú también tienes que subir como yo lo hice. Te prometo que el caballo no te morderá ¿verdad señora Calle?

Calle bajó la mirada hacia Emma y asintió. Que la niña le dirigiera la palabra parecía salir con tanta naturalidad que se le calentó el alma a causa de la emoción. Inmediatamente asintió con la cabeza.

—— Así es. Nina es una buena chica —— esta vez habló la castaña volviendo la mirada hacia la mujer de ojos aceitunas.

Tanto a Calle como a Emma les tomó un poco de tiempo convencer a Poché pero finalmente término confiando en ellas. Poché se subió sobre caballo con la ayuda de la alta.  Calle subió detrás de ella pasando los brazos al rededor de la pelinegra para alcanzar las cuerdas. La pelinegra se sintió un poco nerviosa y una sensación bastante familiar empezó a apoderarse de ella. Conocía muy bien ése sentimiento. Ya lo había vivido antes. Con la persona equivocada pero sabía de qué se trataba. Aunque quiso convencerse a sí misma que se debía al momento en que se encontraba, en el fondo sabía que era solo una excusa.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió nerviosa junto alguien. No eran los nervios habituales como cuando uno tenía un examen o una entrevista de trabajo. O cuando estaba a punto de entrar en una sala de parto; eran esos nervios que simplemente hacían a uno volverse más torpe frente a la persona que le gustaba. Esos nervios que solo podía sentir uno cuando estaba cerca de ésa persona que provocaba un revoloteo en su estómago y hacia latir su corazón un poco más deprisa de lo normal.

𝐄𝐋𝐈𝐉𝐎 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐓𝐄 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora