Calle tiene una enfermedad terminal y lo que menos desea es causar dolor con su partida. Tiene un secreto no tan pequeño y aunque es algo de lo que siempre se ha sentido avergonzada, trata de usarlo a su favor por una vez en la vida.
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( iv )
Poché bebió un sorbo de agua para calmar un poco sus nervios. Estar cenando en un lujoso restaurante le resultaba bastante extraño. Ella no era de lujos y se sentía bien con una coca-cola en lugar de un vino con un valor exageradamente alto. Por otro lado, admitía que no todo estaba fuera de su agrado o satisfacción, el ambiente bastante tranquilo era perfectos.
—— Lo siento —— soltó Calle de pronto captando la atención de Poché, quien dejó de ver a su alrededor ——, debí llamar, pero se me perdió el celular mientras estaba en un viaje de negocios y se me hizo imposible localizarte.
Poché se sintió aliviada. Pensaba que el rechazo de Emma la había hecho arrepentirse y sentirse mal.
—— No pasa nada. Pensé que el rechazo de Emma te hizo no querer volver a saber...
Calle negó inmediatamente con la cabeza interrumpiendo de ese modo las palabras de la baja. Eso jamás la detendría. Amaba a Emma. Era su hija. Su pequeña.
——...nunca la dejaría de querer solo porque me rechace. Ella aún no entiende muchas cosas y es normal. Es solo una niña.
Poché asintió con la cabeza.
—— ¿Quieres que las reuna de nuevo?
—— Para ser sincera, estaba impaciente por pedirte lo mismo.
—— Generalmente Emma va a sala de juegos que hay en la ciudad después de sus clases. Solo tienes que llamar cuando estés libre.
—— De acuerdo. Lo haré de ése modo, aunque...me gustaría que también estuvieras ahí. Supongo que me pondré menos nerviosa con tu presencia.
Poché sonrió y asintió.
Se hizo algo de silencio en el momento en que trajeron los pedidos. Y en silencio vieron cómo los empleados depositaban la cena y con un “que lo disfruten” se marcharon. Poché simplemente observó la comida frente a ella.
—— Espero que lo disfrutes. La verdad debí haberte preguntado, pero...
—— ...está bien —— dijo Poché al notar los nervios apoderarse de la castaña. Parecía apenada también, como si aquello mereciera una pena de muerte.
—— ¿De verdad lo piensas o solo quieres hacerme sentir mejor? Puedes pedir lo que quieras, enserio no me importa.
Poché sonrió tratando de relajar a la mujer sentada frente a ella.
—— Lo digo enserio. Solo estaba pensando en lo que podría costar todo eso. No había razón para gastar tanto. Me bastaba con un café.
Calle negó. Para ella todo eso era nada en comparación a lo que la pelinegra había hecho por ella. En ése preciso momento no le importaría darle el mundo a Poché y a Emma. Estaba tan agradecida que solo quería darles lo mejor. ¿Cómo podía ser una simple cena gran cosa cuando la pelinegra la había dado algo muchísimo mejor?
