Calle tiene una enfermedad terminal y lo que menos desea es causar dolor con su partida. Tiene un secreto no tan pequeño y aunque es algo de lo que siempre se ha sentido avergonzada, trata de usarlo a su favor por una vez en la vida.
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( xiii )
Había amanecido y la castaña seguía despierta. Aunque el médico aseguró que solo le quedaba unos meses de vida, no podía evitar sentir miedo. ¿Qué tal si se dormía y no despertaba? ¿Qué tal si se iba antes de poder conquistar el corazón de su hija?
El sonido del celular hizo que Calle apartara la mirada del enorme cristal para dirigirla hacia la mesilla. Caminó con pasos lentos hasta llegar al mueble y se sorprendió al ver la llamada de Poché, por lo que atendió lo más rápido posible.
—— Hola.
—— Hola. Am...¿tienes tiempo esta tarde para ir a por Emma?
El corazón de la castaña inmediatamente sufrió un estímulo. Sabía que estaba yendo demasiado rápido, pero era una de las mejores noticias que había recibido en todo el día.
—— Yo...claro que sí ——dijo. Ella siempre iba a tener tiempo para su pequeña sin importar el lugar en donde se encuentre.
—— Genial. Te enviaré la dirección.
—— Muchas gracias. Por todo...
—— ...gracias a tí.
De pronto Calle escuchó cómo alguien llamaba por la castaña, lo que la hizo entender que probablemente estaba en el trabajo.
—— Debo colgar. Emma sale a las 2:00.
—— Ahí estaré.
Poché no demoró en colgar. Calle apartó el teléfono del oído. Aun sin haber durado mucho la relación entre ambas, la echaba de menos. Deseaba verla y estar a su lado.
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Calle bajó del auto logrando captar la atención de muchos padres así como estudiantes. Saludó educadamente a los tutores de Emma.
—— Señora Calle —— dijo la mujer rubia con una amable sonrisa ——. Supongo que vino a por Emma. La señora Garzón nos avisó.
