Calle tiene una enfermedad terminal y lo que menos desea es causar dolor con su partida. Tiene un secreto no tan pequeño y aunque es algo de lo que siempre se ha sentido avergonzada, trata de usarlo a su favor por una vez en la vida.
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(xii)
Poché estaba sentada en la sala de espera con la mirada en el suelo. Como tratamiento inicial tras hacerle unos exámenes, el doctor había aplicado un antiinflamatorio en su pie y lo había vendado. Después de eso, Calle se había perdido con el hombre de la gata blanca para recibir los resultados. La pelinegra se percató de que ambos parecían conocerse desde hacía mucho.
El sonido de su celular hizo que lo sacara del bolso esperando encontrar el número de Paula; pero para su sorpresa era el número de la madre de Calle. En la salida que tuvieron, intercambiaron números y la pelinegra prometió llamar de vez en cuando, pero nunca lo hizo. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza todo ése tiempo.
¿Cómo pretendía ser la novia de Calle cuando ni siquiera era capaz de hacer lo más básico? ¿Cómo podía haber olvido ése detalle cuando prácticamente había sido ésa una de sus más grandes tareas en su matrimonio?
Tomando una bocanada de aire, aceptó la llamada y llevó el teléfono al oído dispuesta a escuchar los reproches de la mujer.
—— ¿Si? —— apenas le salió la voz al responder. Se sentía nerviosa nuevamente. Como la primera vez en que la salieron.
—— Oye ¿estas enferma? ¿Por qué suenas tan apagada?
La voz de la mujer al otro lado sonaba más a preocupación que a reproche. La pelinegra se aclaró la garganta.
—— No, no...estoy bien. Es solo que...estoy apenada. Prometi que te llamaría y te enviaría fotos de Emma.
La mujer interrumpió a Poché con una carcajada. Aquella reacción fue aún más sorpresiva para Poché. Pues no entendía el por qué aquella mujer se tomaba como humor el hecho de que faltara a su promesa.
—— Cariño, tienes una hija y una vida. Es obvio que se te olvidarán algunas cosas. No tienes que preocuparte.
—— Oh, gracias.
—— Dime ¿Calle y tú os habeis vuelto a ver?
Poché miró en dirección al lado derecho del enorme pasillo, donde justo se encontraba Calle despidiéndose del hombre de la gata blanca.
—— Am, sí. Ella...siempre viene a ver a Emma. Sabes que la adora.
—— Aunque estaría loca de que incluya a alguien más en ésa adoración pero asumo que lo ha decidido así.
Poché se perdió en medio de aquellas palabras; pero tuvo que informar a la mujer que su hija se estaba acercando logrando que ésa colgara a la velocidad del rayo tras despedirse y desearle un lindo día. Poché se puso en pie después de guardar su celular; aunque cojeó un poco en el acto. Sabía que necesitaría un par de horas para que su tobillo sane en respuesta al tratamiento.
