Tercer paso

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¿Seguro que todo está bien? Si sientes que el trabajo es demasiado pesado Huaisang y yo podemos volver antes.

Jin Ling rodó los ojos con exasperación, era la tercera vez que su jiujiu se lo preguntaba.

Jiuejiu, estoy bien. No por nada me he estado preparando para ser tu sucesor. ¿O acaso desconfías de mí?—preguntó con fingida indignación.

Terminó de aplicar una ligera sombra rojiza en sus párpados, sonriendo al ver como resaltaba el color ocre de sus ojos. Su distracción casi causó que el celular se cayera, siendo que este solo había estado apoyado entre su cabeza y hombro dado que sus manos habían estado ocupadas aplicando el maquillaje.

Dejó las brochas y sombras en una bolsa oscura, haciendo un gesto con sus manos para agradecer a A-Qing, quien se encontraba a su lado sosteniendo un espejo mediano.

Sabes que no me refiero a eso, mocoso.—El hombre al otro lado de la línea soltó un suspiro, mientras que Jin Ling tomó el celular entre sus manos.—Sé que haces un buen trabajo, pero eres mi sobrino. No puedo evitar preocuparme por ti.

Jin Ling sonrió al escuchar a su tío siendo tan sincero. Jiang Cheng no lo había dicho, pero era obvio para Jin Ling que a sus ojos siempre sería como un niño pequeño.

Tomó un collar y un reloj que A-Qing le entregó, poniéndose ambos accesorios antes de recargarse en el asiento del auto.

—Lo sé, lo sé. Pero es importante que termines de arreglar los problemas en Italia.—Su mirada fue a la ventana del auto, estaba a solo unas calles de llegar a su destino.— Además nunca tuviste una luna de miel decente con A-Sang, ¿por qué no aprovechan el tiempo juntos? Italia es un país hermoso.

Ja. —Jiang Cheng soltó una risa ácida.—Como si A-Sang y yo pudiéramos tener un momento a solas cuando Wei Ying se la pasa secuestrándolo para ir a beber.— Jin Ling soltó unas cuantas risas, imaginando lo que su pobre tío estaba sufriendo con el gremlin que era Wei Ying.— Aquí se toman muy en serio su vino y Wei Ying tiene como meta probar el vino de todos los bares de Palermo antes de que volvamos. A-Ling, temo por mi riñón y el de A-Sang.

El sottocapo escuchaba la infortuna de su pobre tío y no podía dejar de reír. Se notaba que Jiang Cheng se encontraba de buen humor, por la manera en que bromeaba y porque aún no le había regañado por burlarse de su desgracia.

—Ya que están en Palermo, —volvió a hablar una vez que las risas pararon.— ¿por qué no le consigues una cita a Wei Ying? Así dejara de hacer mal tercio con ustedes.

No suena mal, aunque si lo juntamos con alguien tendríamos que pagarle un seguro de vida por sus riñones.

—Suena un pago menor en comparación a todas las travesuras de Wei Ying que te ahorrará.—bromeó notando como el auto giraba a la derecha para detenerse en un callejón.—Jiujiu, debo colgar.

—¿Estás ocupado con papeleo? Ya es algo tarde, deberías ir a casa para cenar algo y ocuparte de eso mañana.

Tenía sentido que su tío creyera que Jin Ling se encontraba ahogándose entre pilas de trabajo, pero no por ello Jin Ling no se sintió insultado.

Es decir, lo entendía. Su rutina de vida era bastante insana siendo que todos los días se desplazaba de la mansión a la oficina y viceversa. Jin Ling ni siquiera necesitaba parar en algún gimnasio para sus entrenamientos, dado que en la misma mansión contaban con todo lo necesario.

—En realidad voy a salir.

—¿Con tu antonegra y con Ouyang?

—No, con alguien más.

Entre pecadores y santos - ZhuilingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora