—Paula ¿Todo bien? —preguntó Carol con inquietud.
A pesar de mucho insistirle, ella prefirió vestirse sola, no quiso aceptar la ayuda de Margaret. Carol no se atrevió a ofrecer la suya, no estaba segura de que ella aceptaría, o tal vez sí... pero la situación se había vuelto demasiado rara desde que...
«¿De verdad pasó como lo recordaba? ¿Se ofreció a ella como ama?; oh, sí, lo había hecho»
—Ya casi —respondió Paula con timidez.
—¿Estás bien? ¿Quieres que Margaret te ayude?
—¡No!... Estoy bien, de verdad —respondió. Hacía rato que había entrado al baño para ponerse la ropa que Vanesa Rovira, la hermana menor de Carol, le había entregado a Regina.
Carol caminaba cerca de la puerta con los ánimos alterados; Paula no sabía lo urgente que era sacarla del hospital. A Raziel se le podría ocurrir llegar antes de la hora de visitas, es lo que acostumbraba según palabras del doctor Calavera.
Le tomó al doctor varios minutos cambiar las órdenes, para que el nombre de Raziel se omitiera en los documentos del alta; tenía que quedar de manera tal, que ningún excelente abogado, como Raziel Terán; pudiera poner en duda la atribución del hospital para conceder el alta de su esposa.
—Ya estoy lista —dijo Paula, mientras salía del baño con una blusa de manga corta estilo marinero en color blanco a rayas, y pantalón de vestir azul marino de pata ancha. El pelo se le había soltado al ponerse la blusa.
—Ahmmm, eeeh —balbuceó Carol cuando estuvo frente a ella—, y estás lista.
—Sí.
—Espera, te ayudo —dijo Carol cuando la vio moverse con mucho trabajo.
—Estoy bien. Es que la ropa...no podía...los broches del pantalón están.... a un costado.
—Perdón por eso —murmuró Carol—, le dije a mi hermana que la ropa debía ser muy cómoda.
—A mí me gusta —sonrió Paula con timidez—. Es la primera vez en muchos años que me siento cómoda con la ropa que llevo.
Carol la observaba con admiración a la par que preocupación, todavía se veía débil, caminaba encorvada por algunas heridas que no sanaban del todo. Punto y aparte ella estaba guapísima.
El sonido repentino de la puerta las tomó por sorpresa; ambas respiraron de alivio cuando vieron de quien se trataba.
—¿Lista para el alta? —preguntó Andrés.
—Sí. Está lista —respondió Carol ante el silencio de la tímida paciente.
—Tienes que cuidarte mucho. No te estoy dando el alta definitiva, vas a tener el mismo cuidado, como si estuvieras aquí... hay unos cambios en tu dieta, y unos ejercicios que pondrá la terapeuta; te mando el número para que programen una cita.
—Sí, doctor —respondió Paula, rehuyendo la mirada.
—Yo me encargo de que siga al pie de la letra tus indicaciones —intervino Carol. No sabía cómo tomar la actitud de Paula... ella no era capaz de mirar a los ojos a su interlocutor; excepto a ella.
—Por lo pronto, puedes caminar en casa, hacer algunas actividades propias del hogar., que quede claro que lo harás solo si te sirve para aliviar el estrés... pero al mínimo síntoma de cansancio le harás caso a tu cuerpo ¿Entendido?
—Entendido —dijo Paula con la mirada a la rosa solitaria sobre la mesa de centro.
—Estas son las indicaciones relacionadas con curaciones y medicamentos —dijo Andrés, y Carol se apresuró a recibir la hoja ante la sonrisa divertida del doctor.
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EL PÚRPURA EN TUS OJOS (fanfic Paurol)
FanfictionPaula es una mujer casada con un brillante abogado en ascenso; sin embargo, no todo lo que brilla es oro. En un punto de su vida conoce a Carol, la jefa de su marido; queda prendada de su belleza y de otros aspectos de su personalidad de los que no...