CAPITULO 10. INFIERNO EN LA TIERRA

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Paula despertó una vez más; intentó moverse. Una sorda punzada en las costillas le recordó de golpe su precaria situación.

La oscuridad imperaba, llenando cada rincón de su existencia; en pocos segundos, reparó en un detalle no pequeño; algo que hacía una gran diferencia... el martirizante resorte en su espalda había desaparecido.

Prestó atención a cada detalle; no podía abrir los ojos, así que puso a trabajar los cuatro sentidos restantes.

Su cuerpo estaba recostado sobre un mullido colchón, así se debían sentir las nubes; por igual, el desagradable olor había cambiado, no apestaba más a humedad, olía a limpio... un ligero aroma a medicamentos y una suave música de relajación a lo lejos. Algo había apaciguado el ardor en su cara, se tocó con miedo, con suavidad, aún tenía la aguja en la mano... pero ya no dolía tanto. Su rostro tenía vendaje, así como el resto de su cuerpo.

El dolor había disminuido, lo que significaba que le habían dado algún tipo de calmante. Podía sentir en la garganta el sabor del medicamento.

A pesar de sus nuevas circunstancias, su mente estaba alerta a cualquier movimiento, a cualquier presencia, a cualquier aroma...a la presencia del hombre que se había convertido en su infierno en la tierra. Tal vez Susan había conseguido sacarla del hospital, o quizá estaba volviéndose loca y solo imaginaba que el entorno era distinto.

De pronto, su memoria le trajo un tenue recuerdo, demasiado reciente para ser mentira.

... Carol Rovira y el aroma de Carol Rovira.

No podía ser un sueño, podría jurar que Carol Rovira estuvo en esa horrible habitación; había sentido que se acercaba a su oído... y le prometía cosas, la llamó "cariño", le juró que la sacaría de allí. Había sentido su calor corporal a milímetros de ella, su olor lejano por lo pobre de su olfato, ese aroma que respiró en el bufete, cuando le arrebató los documentos de la mano.

... su perfume, su maravilloso y relajante perfume. Era como un polvo de bellos sueños.

Sus recuerdos se mezclaron con el presente, cuando, en su momento de lucidez, escuchó una voz femenina en la habitación... mezclada con otra más grave, hombre y mujer. Un doctor, y al parecer una enfermera.

El ruido de la cerradura puso cada músculo en alerta, el más asustado, su corazón herido.

.....

Afuera de la nueva habitación de Paula, una llamada interrumpió desde el móvil de Raziel.

—Es mi hermano. Voy a contestar, debe ser importante.

—Entonces te espero.

—No. Por favor, pasa. Termino esta llamada y estoy contigo —dijo, mientras tocaba el hombro de Carol, que ya estaba con la mano en el pomo de la puerta.

—¿Seguro?

—Claro que sí. Confío en que cumplirás las recomendaciones del doctor­­­ —dijo mientras se alejaba sin esperar respuesta.

—Bien —murmuró Carol, y abrió la puerta con exquisita suavidad.

Cuando vio a la mujer sobre la cama, lanzó un sonoro suspiro de alivio; en aspecto físico no estaba mejor que antes, pero el panorama era distinto... la invadió un sentimiento de satisfacción porque lo había logrado. Ahora con Andrés y su equipo, Paula Usero tenía muchas más probabilidades de recuperarse, quedaba en sus manos y en las de Andrés. Ella, Carol, ya no tenía nada que hacer allí... pero allí estaba, y no sabía por qué. Sí lo sabía, pero no quería profundizar en ello.

Un joven y apuesto doctor y una enfermera de mediana edad ya estaban frente a ella, pendientes de cada movimiento que hacía.

—Buenas tardes. Soy Germán Calavera, el médico interno. No sé quién sea usted, pero no puede estar aquí.

EL PÚRPURA EN TUS OJOS (fanfic Paurol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora