Conocía esas calles, las conocía a la perfección. No podía creer que Carol se hubiera atrevido a citarla allí. El frío atenazó su garganta, su respiración se dificultaba por momentos.
—Tranquila —dijo Kate, mientras sujetaba su mano. Como cuando eran unas universitarias inexpertas y se enfrentaban a algo particularmente difícil.
El auto rojo continuó su camino, Paula buscaba la fuerza que su amiga pudiera darle.
—Llegamos, licenciadas —dijo Danny, el pretendiente de su amiga Kate; que se había ofrecido como chofer en esa causa que, a su parecer, era una locura.
—¿Es aquí? —preguntó Kate.
—¿Estás seguro? —balbuceó Paula.
—También me extrañó cuando la licenciada Rovira me lo dijo. Pero sí, es aquí.
—¡Daniel! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Te pregunté, te lo pregunté muchas veces y me dijiste que no me preocupara! —le reclamó Kate.
—No te enojes conmigo, querida —se defendió él—; esa fue la condición que puso Rovira para permitirme ser el chofer oficial de tu camarada.
—De todos los lugares en el mundo... y elige justo éste, el más poco probable —masculló Kate.
—Por lo visto, la Licenciada Rovira tiene una manera muy peculiar de resolver los asuntos —dijo Daniel.
—Podemos volver —dijo Kate, mientras miraba el manojo de nervios en que se había convertido su amiga.
—Tal vez por eso eligió este lugar —dijo Paula—. Creo que en el fondo espera que me retracte.
—No quiero inmiscuirme —dijo Kate—, pero no creo que esa haya sido su intención... entonces, ¿Qué hacemos? ¿Quieres abortar la misión?
—No, no voy a cancelar.
—Entonces esperaremos la señal —dijo Daniel, mientras buscaba un lugar para estacionar.
Paula respiró lento y pausado, Kate no la soltó en ningún momento. La miraba como antaño, como cuando solo se sentaba a escucharla y a prometerle que pasara lo que pasara, ella estaría allí para consolarla o para felicitarla.
—¿Estás bien?
—Sí, Kate, estoy bien.
Estaba mintiendo, por supuesto. Su mañana estaba siendo de lo más agobiante. Había llegado el día de volver a enfrentar sus demonios, en este caso era uno que tenía siete cabezas... pero era consciente de que no debía magnificarlo tanto, o no podría enfrentarse a él... Kate estaba allí, parecía que Carol lo había hecho a propósito; estaba segura de que no fue casualidad que Daniel, de la nada, se enterara de que estaba solicitando chofer por un día. Era obvio que este se lo diría a su compañera de piso; la prueba es que Kate estaba a su lado.
Todo estaba listo, el sitio, la hora cada vez más cerca, solo faltaban diez minutos. Esperaban dentro del auto, rentado propiciamente para ese evento en particular; era rojo, de placas de otro estado; de cuyo modelo había mil más repartidos en todo el país, el más común, por lo tanto, muy difícil de rastrear.
Carol lo había pedido como un favor especial a un amigo que tenía una arrendadora, solo que no era tan común como parecía; tenía vidrios polarizados, cámaras ocultas en lugares estratégicos, y era monitoreado las veinticuatro horas.
¿Y si todo salía mal? Ritz y José no estaban al tanto de la "cita clandestina" que tendrían sus respectivos clientes.
Paula y Kate miraban el teléfono a cada rato, pendientes en todo momento a que Carol hiciera esa llamada perdida; que indicaría que podía salir del auto y entrar al lugar de la cita. El auto de Raziel no se miraba por ningún lado.
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EL PÚRPURA EN TUS OJOS (fanfic Paurol)
FanfictionPaula es una mujer casada con un brillante abogado en ascenso; sin embargo, no todo lo que brilla es oro. En un punto de su vida conoce a Carol, la jefa de su marido; queda prendada de su belleza y de otros aspectos de su personalidad de los que no...