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Pennywise devoró hasta el último pedazo de carne que quedaba del cuerpo de Camille y cuando terminó, luego de unos segundos en los que se enfocó en desaparecer la furia que sentía en esos instantes, se decidió a cambiar de forma, siendo Ruggero nu...

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Pennywise devoró hasta el último pedazo de carne que quedaba del cuerpo de Camille y cuando terminó, luego de unos segundos en los que se enfocó en desaparecer la furia que sentía en esos instantes, se decidió a cambiar de forma, siendo Ruggero nuevamente.

Se puso de pie, limpió apenas unos pocos restos de sangre que quedaban en su boca y dio media vuelta divisando a Karol, quién sin poder ocultar su felicidad se acercó a él para abrazarlo fuertemente. No podía creer el tenerlo de nuevo frente a ella observándola, abrazándola. No podía creer que él estuviese de regreso.

—Te extrañe tanto.

Sollozó aferrándose a él, quien no era capaz de decir nada, sólo la abrazaba mientras se le escapaban algunas lágrimas pues también la había echado mucho de menos.

—¿Estás bien? —habló por fin el muchacho mientras tomaba ligera distancia para inspeccionarla— No te lastimó, ¿verdad? —inquirió nuevamente y ella negó con la cabeza— ¿Están ambos bien?— esta vez sus manos se dirigieron hacia el vientre de la joven.

—Um... Ruggero —pronunció la castaña algo desorientada pues creyó que Valentina al despertarlo le había informado al menos que había pasado un buen tiempo— ¿No hablaste ni con Valentina ni con Agustín no es así?

—Algo. Me dijeron sobre Camille y luego de ubicarlas vine lo más rápido que pude —respondió este— Debí alimentarme durante el camino, siento eso pero...

—No, eso no importa —dijo la joven negando con su cabeza— Escúchame, debemos hablar sobre algo importante.

—¿Qué ocurre?

—¿Tú tienes alguna idea de cuanto tiempo estuviste inconsciente? —preguntó Karol pero no obtuvo respuesta por parte del ente— Pasaron muchos meses, amor... Ocho, siendo exacta.

—¿Entonces...?— inquirió señalando el vientre de la muchacha al tiempo que sus ojos se le llenaban de lágrimas.

—Ya nació, si —afirmó Karol esbozando una sonrisita— Pasaron muchas cosas, luego te contare todo pero, ven.... Quiero que Luna te vea y que conozcas al bebé.

Ambos comenzaron a caminar y fueron directo hacia casa de Andy, Karol estaba feliz, emocionada, algo shockeada ya que no podía creer que Ruggero estuviese de regreso, pero se encontraba principalmente feliz y ansiosa porque este conociera a Liam.

Al llegar fueron recibidos por Andy quién se mostró sorprendido ante la presencia de Ruggero, pero también muy contento.

En cuanto a Karol, fue derecho hacia el dormitorio de su amigo donde sus pequeños se encontraban, sin embargo se detuvo a escuchar como Luna le hablaba a su hermano.

—Shh... Tranquilo, hermanito —musitó mientras colocaba el chupete en la boca del niño— Mami vendrá pronto, mientras tanto yo cuidare de ti.

Dicho eso depositó un pequeño besito en la naricita del bebé, mientras su madre observaba toda la situación totalmente enternecida y conteniendo sus ganas de comérselos a besos a ambos.

—¿Te dije que eres la niña más linda y tierna del universo?

Habló y la pequeña Pasquarelli se volteó para correr hacia ella y abrazarla fuertemente.

—¿Estás bien? ¿Te hizo daño esa mujer?— inquirió Luna con notoria preocupación.

—Estoy bien, cielo, no te preocupes —respondió su madre besando sonoramente su mejilla— Y tengo una sorpresa para ti, mi amor.

—¿Qué sorpresa, mami?

Karol salió un momento fuera del dormitorio y luego volvió a entrar sólo que en compañía de Ruggero esta vez, e inmediatamente una expresión de sorpresa se formó en el rostro de Luna.

—¡Papi! —exclamó corriendo hacia él quien se puso de cuclillas para recibirla y darle un fuerte abrazo, uno que ambos necesitaban y mucho, especialmente la niña pues llevaba muchísimo tiempo esperando su regreso— Te extrañe mucho, papi —sollozó— No vuelvas a dejarnos así, por favor.

—No lo haré, hija, lo prometo.

No quería mostrarse triste, mucho menos delante de su pequeña pero le fue inevitable derramar algunas lágrimas.

—Te amo...— susurró abrazándola fuertemente mientras la pequeña Luna se aferraba a él y escondía su cara en el pecho de este permitiéndose liberar su llanto.

—Amor...— pronunció Karol aproximándose a ellos, ahora con el bebé en brazos.

—Papi, mira, es mi hermanito— soltó Luna ahora secando sus lágrimas y mostrando un poco más de entusiasmo.

—Te presento a nuestro bebé— dijo la castaña sonriéndole.

Ruggero se puso de pie y con cuidado fue tomando al niño en sus brazos.

—¿Cuál es su nombre?

—Liam —respondió Luna esta vez— Yo lo escogí, ¿te gusta, papi?

Inquirió con una sonrisa en sus labios, Ruggero le devolvió el gesto y luego poso su mirada en el pequeño una vez más. Lo observo detalladamente unos cuantos segundos y pronto su mirada se empaño.

—No puedo creer que me haya perdido de tantas cosas. El embarazo, su nacimiento...

—No fue tu culpa —soltó Karol rápidamente— No te perdiste de esas cosas a propósito, además no tienes que pensar en eso, amor, piensa en que ahora estas aquí con nosotros nuevamente... Y que así será siempre.

Ruggero esbozo una pequeña sonrisa y capturó sus labios en un tierno beso ante la mirada de Luna quién estaba muy feliz de ver a sus padres juntos de nuevo.

Pronto todos regresaron a su hogar, luego de dar aviso a Agustín y Valentina de que todos se encontraban muy bien decidieron regresar a su casa pues necesitaban descansar, en especial Luna luego de atravesar por tantas emociones fuertes en sólo unas pocas horas.

—Descansa, pequeña— dijo Ruggero terminando de arroparla.

Depositó un beso en su frente y salió del cuarto permitiéndole descansar, enseguida fue a su dormitorio donde Karol se encontraba intentando hacer dormir a Liam.

—¿Necesitas ayuda?— cuestionó el ente.

—Oye... Se supone que tú también debes descansar —le dijo esta— Acuéstate, él se dormirá en un momento.

—Déjame hacerlo, me perdí muchas cosas durante estos meses no quiero perderme nada más, ni siquiera la simple acción de hacerlo dormir— dijo Ruggero tomando a Liam en sus brazos para comenzar a meserlo lentamente para que se durmiera.

Karol, por su parte, guardó silencio y permaneció observándolo sin poder evitar esbozar una sonrisita. Estaba feliz, por primera vez en esos ocho meses sentía felicidad y se sentía completa al tener a sus niños y su novio junto a ella.

The Exception [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora