The Exception [02]

🎈08🎈

Ruggero sin pensarlo dos veces apartó a Camille pero ni siquiera pudo atacarla o decirle alguna cosa ya que sus ojos divisaron a la joven Sevilla y percatándose de la triste expresión de la muchacha, ignoró por completo a Camille.

—Karol... —pronunció dando pasos hacia ella— Escucha, lo que viste no... No es lo que piensas, fue ella quien....

—Um... —balbuceo la castaña bajando la cabeza— ¿Vas a ir a visitar a Luna hoy?— preguntó y tragó saliva.

Ruggero permaneció en silencio hasta que nuevamente habló.

—Karol, yo te juro que...

—No jures nada —lo interrumpió ella— Si puedes ve a verla.

Fue todo lo que dijo, dando media vuelta después emprendiendo camino a su hogar. El ente ni siquiera la siguió, prefirió darle su espacio y conversar con ella durante la visita a Luna. Tal vez dejándola sola ahora evitaría otra fuerte discusión como las que han tenido y de sobra este último tiempo.

🎈🎈🎈🎈🎈

En cuanto Itzitery llegó a su casa fue atacada por un apresurado interrogatorio de parte de su cuñada, que al parecer deseaba saber todo, sin imaginarse que nada de lo que ella esperaba había sucedido.

—¿Y bien? ¿Qué pasó?— cuestionó con una gran sonrisa plasmada en su boca, misma sonrisa que poco a poco fue desapareciendo al ver bien el rostro de su cuñada.

—¿Estuviste llorando? —cuestionó frunciendo ligeramente el ceño— ¿Qué pasó?

—No se lo dije— le informó Karol con la voz entrecortada.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Cuando llegué estaba con esa mujer —contó con dificultad ya que el nudo en su garganta se acrecentaba más y más con cada palabra formulada— Se estaban besando— sollozó.

—¿Qué? Pero... Ay no —soltó Valentina, inmediatamente abrazándola— No es posible —susurró— ¿Ruggero no hizo nada? Por Dios, no creo que esté con esa mujer realmente.

—La apartó pero no lo sé...

No dijo más nada, sólo pudo llorar abrazada a Valentina que estaba ahí para contenerla, como siempre hace.

Caída la tarde, Luna estaba merendando, esperando entusiasmada que su padre la visitara mientras que Karol cuidaba de Ámbar y charlaba un poco con Valentina, cuando la puerta sonó anunciándose Ruggero del otro lado.

—No te preocupes, yo voy— le dijo la blonda a su cuñada, poniéndose de pie y luego dirigiéndose a abrirle al ente.

Este la saludó amablemente y posteriormente se aproximó a su hija para darle un sonoro beso en la mejilla y sentarse a su lado por un rato.

—Que bueno que viniste, pa, ya te echaba de menos— le dijo ella con una gran sonrisa.

—Y yo a ti, amor.