Solo silencio, un resoplar tenue acariciando mi rostro, húmedo, ¿Lágrimas? ¿Sudor? O ¿Sangre?, sea lo que sea que viaje en mi herida mejilla, me indicaba que seguía con vida, seguía respirando por lo que podría levantarme... no, dolor... no uno leve, un dolor intenso...
¿Mis piernas?, no, solo una, parece que está rota... «¿Qué estoy haciendo? Debo acercarme a él y tratar de salvarlo, no puedo dejarlo ahí».
¿Pero, salvar a quién?... a quién no lo puedo dejar ahí, todo es confuso, hasta que, ese resoplar de nuevo, hace que me percate de lo que tengo al frente, una escena austera, no puedo dejarlo ahí, era obvio, no puedo dejar a mi mejor amigo en esa condición, no está en mis planes, aunque quizá no saldría de esa, tal vez solo nos quedaríamos ahí, hasta simplemente morir. A quien quiero engañar, llegamos hasta aquí por cuestión de suerte, una suerte de agonía y tristeza que nos ha cuidado hasta ahora, parece que es verdad lo que siempre digo, "No soy alguien de suerte", y esta dicha suerte solo fue un engaño para el verdadero fin, aunque... el mundo llegó a su fin ya hace años. ¿Todo estaba tan bien, por que terminó así? siento que sé la respuesta... pero no lo tengo claro.
Dejando de hacer fuerza en mis brazos, dejé de apoyarme, recostado en el frío del piso mis ojos se empezaron a cerrar. «Tal vez sea momento de descansar por fin... o tomar una pequeña siesta»
—Marcell, despierta Marcell— Se oía una voz que se iba aclarando poco a poco.
—Marcell, te estoy hablando, levántate, la clase va a empezar— la voz que ya se me hacía familiar insistía.
Me tocaban del hombro tratando que despierte, lográndolo luego de un rato, al parecer estaba agotado, la noche anterior no había dormido muy bien, un chico de 12 años que tiene el Internet a su disposición es un chico que no va a dormir temprano.
—Ya te oí, estoy despierto— empezando a reaccionar respondí.
—Es la última clase de hoy, puedes aguantar un poco más— Decía Sebastian, que ahora si podía reconocer con claridad su voz.
—Sabes que debes dormir temprano amigo— agregó Alexander.
—Si, ya sé... pero, tuve un sueño algo raro— mencioné aclarando mi visión —Mejor no le doy importancia—
«Quizá es cierto, debo dormir más, tan cansado estoy que no logro mantenerme recto...»
Una campana interrumpía el relajo, y seguido de ello llegaría la maestra, no es que quiera faltar el respeto a los maestros diciendo esto, pero nunca fui fanático de tomar clases, pero sé que es para mi futuro, todos lo sabemos, debemos pasar 8 horas en un lugar lleno de gente con nuestras mismas aspiraciones, que es lograr estar listos para ser profesionales, tener una familia y tener una buena vida en el futuro.
—¡Joven! ¿A usted no le han enseñado a saludar? — me reprochaba la maestra mientras yo andaba vagando en mis pensamientos —Sabe muy bien que no acepto faltas de respeto y que el saludo es parte primordial de su formación—
—Eh... Si, lo siento, tenga buen día maestra Leila, soy consciente de los modales, no se volverá a repetir— respondí aguantando las ganas de gritar, mientras apretaba el puño por un estrés que esa maestra me generaba.
—Espero ese sea el caso, y también el caso de que haya hecho su trabajo para hoy— Alzaba la ceja mirándome con sospecha.
Cerrando los ojos y soltando un suspiro de decepción —Claro que lo hice...— Trataba de esconder la verdad.
—Lo comprobaré luego...— Dijo finalmente para volver a su escritorio junto a la puerta de entrada.
El momento tenso generado fue incómodo, era obvio que sabían que no había hecho el trabajo de hoy, todos me miraban como de costumbre y reían, y para empeorar todo, la maestra agregó:
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Solo somos 4
Science FictionEl mundo es un lugar jodido, oscuro y malo, pero... ¿Qué pasaría si se pone peor? el fin de todo lo que conocen acecha a cuatro niños de doce años quienes hace un tiempo su mayor preocupación era si habían hecho la tarea o no, ahora les tocará choc...