Capítulo 8: Hora 0

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En la instalación exterior


7 horas antes de la "Hora 0"

—Hariman!, el camión pasará en unas horas— Exclamaba Jon.

—Gracias...— Decía contando la munición que le quedaba.

—Hey...— Jon sacaba dos cargadores de 10 balas. —No te puedo dar más pues es lo que se me da para proteger y caso de emergencia.

—Gracias Jon, cada bala contará...— destrababa el arma y miraba fijamente la bala. —Cada una de ellas. —

—Asegúrate de no morirte, ya sabes, nunca dejas de ser el Hariman de siempre—

—Y tú tampoco cambias. — respondió Hariman sentándose.

—No... oye, no olvides el collar para mi hija...— Decía con tono preocupado Jonathan.

—Aquí lo tengo— Hariman señalaba su bolsillo en el pecho.

—Gracias, espero pueda entender—

—Lo hará, tu tranquilo—.


En la cabaña

3 horas antes de la "Hora 0"

—Muchachos! Es momento de revisar las cosas para estar listos— Avisé desde abajo de las escaleras. —Estás segura que no vienes? — Pregunté a Nikol.

—No, aquí me quedo con... Romeo, si vamos estaremos perdidos y lo sabes— Respondía soltando una risita.

—Tienes razón, pero gracias por el lugar y dejarnos descansar—

—Encantados... y lo siento por los problemas— Interrumpió Romeo.

—No te preocupes, creo que mucho estrés acumulado no es bueno. — Respondí con una sonrisa.

—El agente no me hará nada verdad? — Preguntó asustado.

—¿Qué?, Hariman?, oh no, él no te hará nada, ya eres un amigo y Hariman es buen sujeto, nos protegerá. — sonreí de vuelta.

—Sigues confiando ciegamente en él? —Decía Alexander bajando las escaleras con el rostro recién lavado

—Creo que es obvio no? Es la única esperanza que tenemos de volver a casa, y él ha sido un protector por el tiempo que hemos estado aquí— Respondí mirando la pistola.

—Que no se nos olvide que aún no volvemos, y si volvemos... no sabremos si sobreviviremos, estamos infectados— Respondía con su actitud de siempre.

—Entonces que haces viniendo con nosotros? — Respondí algo enojado.

—Niños no es momento de pelear ahora— Interrumpió Leila desde arriba de las escaleras.

—Ahora mismo ella tiene razón muchachos— Apoyaba Farid.

—Estamos a puertas de la posible solución a nuestros problemas no se pongan a pelear ahora— añadió Sebastian.

Alexander y yo estábamos cara a cara y hubo un resoplido.

—Bien, confiaré ciegamente como tú lo haces, si algo de lo que podamos arrepentirnos pasa, será tu culpa— Me señalaba.

Quité su mano y asentí con la incomodidad notable.

—¿Bueno, entonces todos volveremos verdad chicos? — Decía Leila con la voz irritante de siempre.

—Esa es la idea— Dije revisando el arma que había dejado en la mesa.

—¿Pero cuando volvamos, que haremos? — Preguntó.

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