하나

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"Siempre estás sonriendo, pero puedo verlo en tus palabras"

Todo empezó cuando Jisung tenía tan solo 8 años de edad, su padre le prometió jugar con él luego de la escuela a causa de su tristeza después de la muerte de su madre que había ocurrido hace unas dos semanas, solo tenía a su padre así que quería distraerse jugando con él, ¡Hace mucho que no hacían una actividad juntos! Ya extrañaba jugar a los carritos o al fútbol con él (aunque sinceramente era muy malo para el fútbol) siempre terminaba cayéndose.

—¡Papi!— grito de alegría el niño al salir de su escuela y encontrarse con su padre.

—¡Sunggie! ¿Cómo te fue cariño?— Sonrió hacía su hijo mientras lo abrazaba para luego tomarlo de la mano y caminar a su hogar.

—Me fue bien, aunque la mascota de mi amigo lix murió y él estaba muy triste, intenté hacerle un dibujo pero aún así no parecía alegrarse— recordó el pequeño sintiéndose mal por no poder subirle el ánimo a su amigo.

—Pobrecito, hiciste bien en intentar animarlo.

—¡Mamá siempre decía que debía ayudar a los demás sin importar que! Dijo que es mejor dar que recibir.

El mayor al escuchar la mención de su difunta esposa cambio totalmente su semblante, el niño al ver que su padre de un segundo a otro tenía una expresión de seriedad prefirió callar aunque sinceramente estaba confundido ¿Que de malo había dicho?

El mayor al escuchar la mención de su difunta esposa cambio totalmente su semblante, el niño al ver que su padre de un segundo a otro tenía una expresión de seriedad prefirió callar aunque sinceramente estaba confundido ¿Que de malo había dicho?

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—Bien, vamos a jugar— Dijo el hombre sonriente.

—¡Si!— grito el niño alargando la palabra con un tono alegre.

—Bueno Sunggie, quítate la ropa entonces.

¿Eh?
¿Por qué su padre decía eso? ¿Por qué debería quitarse la ropa?

Su mami siempre le dijo que no debía mostrar su cuerpecito a nadie, ni siquiera a ella porque él ya era un niño grande y si él no quería mostrar su cuerpecito no lo haría; también dijo, que había gente mala que le quería hacer daño, pero él no podía dejar que eso pasara. Él sabía que su papi no era malo, pero aún sentía cierta desconfianza.

—No quiero— susurró débilmente.

—¿Que has dicho Sunggie? ¿Acaso no querías jugar conmigo?

—Si quería pero...

—Vamos pequeño, te divertirás— Se acercó rápidamente al niño mientras le arrancaba la camisa y bajaba sus pantalones.

—¡Dije que no quería! ¡Papi no!— gritaba desesperado mientras se cubría inútilmente con sus pequeños y delgados bracitos.

—¡Dije que no quería! ¡Papi no!— gritaba desesperado mientras se cubría inútilmente con sus pequeños y delgados bracitos

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𝕻𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora