일곱

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"En este vacío espacio, sin nadie dentro..."

El pelinegro siguió su camino sin saber que hacer, ¿debía volver y comprobar que todo estuviera bien? pero luego se dijo así mismo, ¿por qué un padre le haría daño a su propio hijo? Simplemente no era posible.

Disipó cualquier pensamiento negativo que tuviese en mente y aceleró el paso dirigiéndose a su casa intentando convencerse de que nada malo pasaría con su pequeño...

Pero luego pensó en aquel día que vio un pequeño y verde pantalón con manchas de sangre, y los delicados brazos de su pequeño con ematomas y empezó a preocuparse.

Debía volver.

O quizás no.

Quizás necesitaba su ayuda.

Aunque era poco probable.

Tratando de no preocuparse y pensar lo peor silencio todos sus pensamientos y siguió caminando. Ya estando bastante lejos de la casa del pequeño se arrepintió pero... Ya no había nada por hacer.

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—Lee MinHo, ¿sabes lo preocupaba que estaba? No dejes a Lix solo, te dije que vinieras con él—. Lee SooJin tenía una expresión de preocupación bastante pronunciada lo cual hizo sentir mal a su hijo.

—Lo lamento mamá, quería comer un helado con Jisung y termine llevándolo a su casa. No volveré a descuidar a Lix.

La pelinegra suspiro y asintió hacia su hijo. Solo le preocupaba lo que JeongJin pudiera hacer sin que nadie estuviese viendo.

Ambos Lee dieron un pequeño salto debido al susto que tuvieron al escuchar que alguien tocaba a la puerta.

La Lee mayor algo asustada aún y tensa se dirigió a la puerta y la abrió lento. Al ver que se trataba de su esposo relajo automáticamente su cuerpo estando más tranquila.

—perdón amor, olvide mis llaves—. Dijo sonriendo apenado el padre de MinHo para luego entrar a la casa tropezando y cayendo al instante.

¿olvide mencionar que era algo torpe?

—ay amor— suspiro su esposa ayudándolo a levantarse.

—papá ten más cuidado.

El mayor levantó la cabeza viendo a su hijo mirándolo con burla.

—¡hijo! No te ví, ¿como te fue hoy? — con las mejillas calientes y Rojas de la pena se levantó despacio para evitar otra caida y mientras sonreía a su hijo.

—bien, pero estoy algo cansado. ¿les importa si voy a dormir un rato?

Ambos negaron y le dijeron que fuese a descansar.

Al recibir la aprobación de ambos, subió a su recámara pasando primeramente por la de felix para preguntarle cómo estaba, pero antes de que pudiera alzar su puño para tocar la madera frente a él, escucho al menor llorando, y escuchó también pequeños murmullos diciendo "los extraño, vuelvan", "quiero que me abracen por lo menos una vez más".

Entendió que el menor necesitaba privacidad por lo que fue directamente a descansar. Más tarde hablaría con él.

Se dirigió a su cama tirándose al instante como un saco de papas. Pensó en si debería hablar con su pequeño sobre su padre y quizás seria más prudente no tocar el tema.

Mientras miraba a su alrededor viendo a su derecha algunos cuadros con fotos de sus padres cargandolo a él y los tres riendo, en el siguiente su padre y el sostenían un cono de helado, solo estaba el cono debido a que sus bolas de helado estaban manchando sus zapatos, a ambos se les había caído. Río por eso, ambos tenían una carita de perro triste que provocaba ternura.

Sus padres eran lo mejor que les había pasado, lamentaba que Lix no pudiera disfrutar a sus padres, se sintió mal por él, pero se encargaría de hacerlo lo más feliz posible. Claro que a su mente no sólo vino Lix; sino también, su pequeño Jisung. Sabía que el pequeño no tenía madre. La conoció una vez que acompaño a su primo a un cumpleaños de su mejor amigo, era una mujer dulce, atenta, amable, irradiaba felicidad.

De repente se le vino un sabor amargo a la boca... ¿cuanto habrá sufrido el pequeño con su pérdida?

¿cuanto seguirá sufriendo ahora?...

𝕻𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora