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                Sus hermanos o no, no tenía el derecho de haber abierto el cofre que el mayor guardaba de forma tan oculta.

Fingir que nada había pasado y seguir con sus labores en la casa era lo más sensato que se le podía ocurrir, guardó las fotos y objetos con prisa y lo dejó en la esquina del armario como anteriormente lo había encontrado.

Los trajes quedaron en order por sus tonos, tal cuál le gustaba al de mechas azules.

En su cabeza no dejaba de rondar la foto de los dos niños junto a Taiju.

¿Estarán vivos?

Si le preguntaba a su esposo por su familia ¿Sería muy obvio? No quería incomodarlo, pero la curiosidad crecía en ella pensando en quiénes podían ser, como eran sus personalidades, su relación con Taiju o al menos saber sus nombres.

¿Ellos sabrán que su hermano estaba casado?

Eran falsas ilusiones creer que el de ojos afilados como un león alardeara y presumiera que tenía esposa, si bien usaba el anillo en su dedo anular, era consciente que no gritaba a los cuatro vientos con orgullo que estaba casado.

Dos hermanos seguramente menores que él, ¿tendría hermanos mayores o sólo ellos dos?

Tenía curiosidad por conocerlos, tal vez si intentaba hablar con él...

No, no podía.

Al terminar todos los quehaceres, fue a tomar un baño relajante, su baño era más que espacioso, una gran tira, una ducha a su lado, un servicio y un lavamanos enorme con tocador.

Era un baño de ensueño.

Tenía unos aceites y bolsas de olores perfectas para tomar un baño en la tarde o noche, había escogido la esencia a jazmín, dejando caer el agua caliente, la esencia y el jabón, recogió su cabello impidiendo que se mojara, sólo su cuerpo se dedicaría a reposar y relajarse. La esencia a jazmín era fuerte y todo el baño olía a ella, podía dormirse en la tina en cualquier momento.

Tomó su celular con una idea en su mente, marcando un número de teléfono.

—¿aló? —se escuchó una voz masculina al otro lado de la línea.

—¿Inui? —preguntó al no distinguir la voz.

—Soy yo, ¿necesita algo? —la cordialidad y amabilidad podía ser algo que caracterizaba al rubio, si bien no era alguien alegre, era una persona servicial y leal.

—¿Estás ocupado o trabajando con Taiju?

—No estoy haciendo nada importante, ¿me necesita?

—Ven a recogerme al edificio y bajo. —murmuró casi arrepintiendose de lo que haría.

Seishu Inui era la mano derecha de su esposo, leal como nunca nadie había conocido, era una persona amable con ella, más que Kokonoi quién siempre la veía con frialdad, Taiju le había dispuesto de ambos para cualquier cosa que necesitara hacer o ayuda que ocupara, nunca lo hacía, pero si debía hacerlo, acudía a Inui sin dudarlo, pero prefería no molestar a ninguno.

Salió de la tina apresuradamente, buscando ropa cómoda, un pantalón blanco, unas tenis de suela plana color celestes y una blusa de cuello alto.

Tomó sus pertenencias más importantes en un bolso pequeño que cruzó en su hombro, unos cuantos minutos después había recibido un mensaje del rubio esperando por ella afuera del edificio, cerrando la puerta con llave y bajar por el ascensor, el portero la saludó y con amabilidad respondió el gesto con una pequeña reverencia, al frente del edificio un carro negro y ventanas polarizadas esperaba por ella, reconociendo el auto por la matrícula.

𝙑𝙊𝙏𝙊𝙎 | Taiju Shiba [𝚃𝚁] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora