Todo el día había mantenido una pequeña ilusión, creía en la promesa que el mayor le había hecho, después de tanto tiempo no iba a cenar sola en el gran departamento donde se sentía tan pequeña e insignificante.
Esperaba con una pequeña alegría que la noche llegara, era la primera vez en muchos meses que al fin iba a comer acompañada por su esposo. El día volvía a ser lluvioso como toda la semana, pero eso no había sido impedimento para ponerse ropa linda.
No era capaz de ponerse un vestido, tacones, un labial rojo o un gran delineado, pero un pantalón ligeramente acampanado color negro, unos zapatos cerrados y una blusa café simple, era su vestimenta, había peinado su pelo y echado un poco de rímel trasparente, dejando de alguna forma bonitas sus pestañas.
Al mayor nunca llegar a cenar, no sabía su dieta por las noches, pero había preparado puré de papas sin muchos condimentos donde solo resaltara el sabor de las papas y la mantequilla.
Con pollo deshuesado y adobado a la plancha con un poco de especias naturales, era algo sencillo, pero había puesto su empeño toda la tarde para que quedara todo perfectamente bien para el mayor.
De algún modo... Quería impresionarlo.
Había limpiado la mesa del comedor que rara vez fue usada, no tenía polvo encima ya que limpiaba todos los días, pero si no fuera por ello, estaría engrasada, sucia y empolvada, había decorado la mesa con un mantel blanco y tomar platos de porcelana color crema colocándolos en su lugar, uno frente al otro como estaban acostumbrados a comer, al menos en el desayuno cuando comían juntos.
El silencio siempre deslumbraba al estar sola y en su estómago había un pequeño nudo delatando la emoción que tenía, cuanto mas se acercaba la hora el nudo en su estomago se socaba más moviendo su pierna, mientras estaba sentanda en el banco del desayunador, todo estaba listo, recién hecho y calentito, se había esmerado mucho para tratar de sorprenderlo.
Luego de la hora, había pasado unos minutos, tal vez media hora cuando las llaves del seguro abrieron la puerta, dio un salto en la silla, arreglando su ropa
Había cumplido su promesa...
—Hola —se escuchó un hilo de su voz y el hombre levantó la mirada observándola de arriba abajo, se sentía escaneada pequeña nuevamente.
—¿y esa ropa? —preguntó el peli azul al terminar de verla, bajó la mirada avergonzada, empezaba a sentirse tonta por cómo estaba vestida, no era una cita, no iba a una cita, no era nada especial, solo una simple cena donde de puro milagro la aceptó.
—Y-yo...
—Te ves bien. —fue el susurro de su grave voz que escuchó y pasó sin más dejando su carpeta, saco y bufanda en el sillón para luego ir al baño, lavar sus manos, dejándola sola y confundida por unos instantes.
Sabía que no recibiría atención, una cena no significaba nada, pensaba que el hombre debía sentirlo únicamente como una obligación con ella, ¿tan ridícula se veía? Esa ilusión poco a poco se iba yendo, pero como una niña pequeña se aferró a poder cenar y no llorar como tanto se lo impedia así misma siempre.
Apenas el hombre salió del baño se giró para verlo con una pequeña sonrisa: —vamos a comer? —preguntó caminando a la cocina y llevar la cena que tenía preparada para él.
—¿Qué vino tomaremos?
—No lo había pensado, preferí que lo escogieras, eres quien tiene una colección de licores en una pared, no quería tocar alguna botella sin permiso y meterme en problemas. —explicó concentrada en no salirse del plato la comida, pero cayó en cuenta de lo que dijo viéndolo de reojo y su mano tembló.
—Si quieres tomarte una botella entera de coñac, hazlo, además si quieres probar algún vino o licor, dímelo y lo traeré. —disimuló su sorpresa, las botellas de coñac que el mayor tenia, era de las mas caras en su colección de licores, al igual que los whiskys, brandys y otros licores.
Asintió sin saber como reaccionar, apenas tocaba esa pared para limpiar, pero no podía ser capaz de tomar algún licor que tenía.
Buscó algún vino cerrado y tomó un vino blanco al comer pollo, conocía lo suficiente para saber cuál sería el perfecto.
Al estar ambos platos listos se sentaron en la mesa y dos copas vacías, Taiju sirvió el vino y se sentó frente a ella, y antes de comer, hizo una oración en murmullos para luego ambos empezar a comer.
El silencio volvía a reinar, pero ahora en la extensa mesa.
—¿Para que necesitabas a Seishu? —esa pregunta abruptamente la desconcertó por completo, Inupi le había prometido que guardaría silencio.
—Necesitaba la opinión de alguien para hacer unas compras.
—Pudiste llamarme... no estaba ocupado en ese momento. —ladeó la cabeza al escucharlo, no entendía la razón de su actitud ni por qué le había dicho eso.
—Lo siento, ¿quieres más? Quedó en el sartén. —no llevaba ni lamitad del plato, era tonto preguntarle por más y negó llevando el tenedor a su boca.
El silencio siguió mientras movia su pierna con inquietud, pasar más tiempo con él le dejaba más en claro la vacia relación y fría comunicación que tenían.
¿Cómo iba a ser capaz de preguntarle algo tan intimo? Pero recordó la conversación con Inui y su convicción ¨lo hará¨, sabia que Inui lo conocía mil veces mejor que ella y desde mucho tiempo atrás, tal vez... ella... podía.
—Taiju, ¿puedo preguntarte algo? —su mirada estaba directamente en su plato, no tenía suficiente fuerza para verlo, aunque no sabía como reaccionaría ni que tan violento podía llegar a ser si lo enojaba.
—Hazlo, pero mírame a los ojos cuando me hablas. —advirtió tomando otro bocado de la comida.
—¿t-tienes hermanos? o familia? —pero al tener un silencio apretó sus ojos con miedo—. Lo siento no debí preguntar.
—Tengo dos hermanos menores. —había dejado los cubiertos en la mesa para verla con neutralidad, sabía que debía mantener su mirada a él, pero se sentía vulnerable, al escuchar la respuesta, debia conformarse con ello, había obtenido su respuesta, ahora debia callarse, pero su curiosidad era grande, mordiendo su labio, dudosa—. Si tienes más preguntas o algo que decir, hazlo o seguiré comiendo.
—¿Está bien que siga preguntando? No es necesario. —aun así asintió dejándola que hablara—. ellos... ¿Cómo se llaman?
—Hakkai y Yuzuha. —sus ojos brillaron al oír sus nombres, no podía evitar su curiosidad viéndolo con atención y este solo alzó una ceja al verla—. Hakkai es el menor de los tres.
—¿Cuánta es la diferencia de edad?
—Esto parece un interrogatorio—suspiró ahogando una leve risa—. Le llevo cuatro años a Hakkai y dos a Yuzuha.
—ellos...
—Están vivos. —burló al verle una cara pálida—.
—ellos saben que estás casado? —preguntó con miedo, nadie cercano a Taiju fuera de personas de negocios, Koko e Inupi, nadie más participó en esa boda, nunca fue a visitar a su familia, nunca supo nada.
—No. —negó fríamente—. Llevo años sin saber de ellos y ellos... te aseguro que no quieren saber de mí.
—¿por qué? Son herm-
—Ya es suficiente, me iré a dormir. —se levantó de golpe de la mesa, asustándola cuando pasó a su lado, por un momento pensó que la iba a golpear, pero no fue así solo la abandonó en la mesa y escuchó el portazo a la puerta de la habitación que compartían.
Nuevamente estaba sola...
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En la línea del manga, Taiju solo le lleva dos años a Hakkai, pero acá habrá una pequeña diferencia cambiándole por 4 años y dos a Yuzuha.
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𝙑𝙊𝙏𝙊𝙎 | Taiju Shiba [𝚃𝚁]
FanficLos matrimonios no son la solución de los problemas. Un matrimonio no es la salvación de la moral y reputación de una familia ni de una persona. Casarse por interés o necesidad es un matrimonio nulo ante Dios según la iglesia. La espera del amor y...