3 - Fuerza

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Muchos dicen que la fortaleza mental es lo primero, ya que si se derrumba tu mente, caerá todo tu cuerpo. Caso opuesto, si tu cuerpo está destruido, lo más probable es que tu mente se desmorone víctima del dolor.

Es de humanos sentir dolor, y sabiendo eso, nuestro padre nos entrenó para aguantar el dolor.

"El sentir dolor constante te hará inmune a ese dolor".

Para una niña, esas palabras no tenían sentido, pero, ahora mismo entiendo bien de lo que hablaba.

- Supongo que no estás en condición de hablar ahora mismo, así que me basaré en mis propias suposiciones, y los llevaré a un lugar seguro.

Dandome la mano, Neir me ayuda a levantarme.

- D-Dieb...

Y sin terminar de levantarme, corro entre tropiezos hacia Dieb, y lo envuelvo con mi brazo aún funcional.

- Hermana, gracias por venir a rescatarme, tenía miedo, miedo de no volverte a ver.

Siento su agradable calor, y tanto mi cuerpo como mi mente mejoran.

- ¿Qué?, asco, ya tendremos tiempo para sus cosas incestuosas luego, ¡vámonos rápido!. La Familia debe estar mandando un ejército.

Neir, con una mirada de desesperación, se queja.

- No estamos emparentados por sangre.

Mientras quien dice esas palabras sonrojado es Dieb, quién me suelta al instante.

- A nadie le importa eso, vámonos de una vez. ¿Puedes caminar, Mikela?.

- No estoy segura.

- Entiendo ¿Y Dieb?.

- Yo sí.

- Bueno, no les pediré que confíen en mi, pero parece ser que no tienen otra alternativa, así que siganme, que Mikela se apoye en Dieb si se le dificulta caminar.

El sale corriendo de la habitación con nosotros detrás, y queda espantado con las personas en el suelo.

- Yo no los conocía, pero, ¿Qué carajo les pasó en su cabeza? ¡S-Se les está saliendo el cerebro!.

Y empieza a vomitar, dejando sin palabras.

- Patético.

Es Dieb quien se encarga de hablar.

- Perdón, no tolero los cerebros, el ver uno me causa un asco intenso, en una situación como ésta es normal que reaccione así. Pero no importa, la entrada oculta que había en esta casa estaba destruida incluso antes de que llegáramos, así que escaparemos en helicoptero.

- ¿Helicoptero?.

- Si, lo llamé hace rato por si tenía que escapar de ti.

El me sonríe mientras saca su teléfono.

- ¿Hola?. Ven, tenemos que irnos rápido.

Y aun con su sonrisa, nos dice que salgamos, pero una vez fuera, logro escuchar el característico sonido de los helicopteros, y de allá arriba nos lanzan una escalera.

- Voy a subir para que te lancen una camilla, ahora nos vemos.

Neir sube con rapidez, y al pasar unos segundos, Dieb y yo vemos que una camilla sujeta con fuertes cadenas baja poco a poco

- Gracias.

Le agradezco a la nada, y me siento en la camilla mientras me sostengo de la cadena con mi mano derecha, por su parte, Dieb hace lo mismo del otro lado, a lo que le doy un pequeño tiron a las cadenas, y empiezan a subirnos.

MikellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora