𝑪𝑯𝑨𝑷𝑻𝑬𝑹 𝑻𝑾𝑶───𝑫𝑨𝑻𝑬

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—¿Qué harás durante en receso de primavera?—Eddie le preguntó a Amelie mientras conducía a la cafetería mas cercana.

—Pues...¿Conoces a Chrissy?—era obvio que la conocía, le vendió marihuana hace un rato, y Amelie lo sabía.

—Si, es la  novia del idiota de Jason y es porrista, igual que tu. ¿Por qué?—preguntó Eddie un tanto confundido.

—Pues planeábamos ir a unas cabañas no muy alejadas de aquí, pasaremos el receso juntas. Mañana a la tarde nos iremos, ya tenemos nuestras maletas armadas y ya compramos la comida y todo eso, si no fuera porque se cocinar no se como sobreviviríamos solas.

—Se te nota emocionada, Ángel. Espero que la pasen bien y no quemen la cabaña dejando un secador de cabello enchufado—ambos rieron por el comentario de Eddie, pero este solo se enfocaba en la sonrisa de Amelie. Amaba su sonrisa, era simplemente hermosa.

—¿Tu que harás en el receso, Eddie?—le preguntó ahora ella, sus ojos estaban puestos en el, y eso lo ponía mas que nervioso.

—¿Yo? Pues...no lo sé. Tal vez toque con mi banda y esas cosas. No tengo mucho para hacer.—dijo algo avergonzado pero tratando de sonar despreocupado.

—¡¿Tocas en una banda?! ¡Qué increíble!—Amelie lo miraba sorprendida y bastante interesada.

—Si...Tal vez algún día podrías ir a vernos. Tocamos todos los jueves en un bar del centro.—comentó el castaño.

—Pues quien sabe, quizá vaya a verlos. Nunca fui a un concierto antes.—dijo Amelie con un deje ce vergüenza.

—¡¿Jamás?!—preguntó Eddie exaltado.

—Jamás. Mi...madre...nunca me lo permitió.—El muchacho notó como su mirada cambió al mencionar  a la mujer. Prefirió no indagar en el tema, lo último que quería era arruinar su primera cita con el amor de su vida.

—Lo entiendo...Muy bien, bella dama, hemos llegado a nuestro destino—la camioneta de Eddie se estacionó frente a una cafetería bastante a la moda. No hace mucho se había abierto, todo el mundo iba a comer allí por el aire juvenil que padecía.

—¡Me encanta este lugar! ¿A ti también?

—Si, si...vengo todo el tiempo—Mentira. Eddie jamás había ido a esa cafetería, solo supuso que sería del agrado de Amelie, y sin duda acertó. Punto para Munson.

Ambos bajaron de la camioneta, Amelie estaba emocionada, Eddie estaba contento porque ella estaba contenta. La rubia tomó la mano del guitarrista—¡Entremos antes de que no haya mas lugares!—arrastró a Eddie hacia adentro y corrió hacia la única mesa disponible, se encontraba frente al cristal que separaba la tienda con la calle.

—Buenos días jóvenes, ¿Qué desean ordenar? una señora mayor se posicionó s un lado de la mesa con un pequeño anotador en sus manos.

—Yo quiero una doble hamburguesa cheddar con un refresco, por favor. Tu, Amelie ¿Una ensalada o algo así?—inquirió Eddie.

Amelie lo miró con una ceja levantada como si estuviera ofendida—Yo quiero lo mismo, pero más unas papas fritas grandes, por favor.

—Enseguida les traigo sus pedidos.—luego de anotar todo, la mesera se fue.

—Lo lamento, creo que soné como un idiota con eso de la ensalada. Siempre veo que las porristas comen ensalada, incluso tu, así que supuse que pedirías eso. Lo lamento—se disculpó Eddie realmente apenado mientras se rascaba la nuca con cierto temor.

—Tranquilo, Eddie. No es tu culpa que la sociedad haya implantado un estereotipo de que para ser porristas debes ser bulímica, anoréxica, o vivir a base de ensalada y agua. No te sientas culpable.—la tranquilidad llegó a Eddie, o algo así.—¿Puedo hacerte un pregunta?

—Claro, Ángel. Las que quieras—respondió Eddie.

—¿De que trata el Club de Fuego Infernal? ¿Cómo se juega? Si te soy sincera, me llamó la atención un par de veces pero jamás lo dije.

El corazón de Eddie dio un vuelco, sentía que podía hacerle un anillo con la envoltura de un sorbete y proponerle matrimonio en ese instante.

—Bueno, para empezar debes tener en cuenta que el jugo al que jugamos es una variante de C&D, osea, Calabozos y Dragones. En estos juegos cada participante tiene que asumir un papel, hay guerreros, magos, sacerdotes, elfos y otros mas. A cada personaje le corresponde unas características básicas: los guerreros siempre tendrán una gran dosis de audacia y valentía y los elfos una gran facilidad de palabra. Otras características como poder, destreza, carisma o sabiduría son determinadas por tiros de dados al comienzo de la partida. Además de los personajes hay un Dungeon Master, o el Maestro del Juego, que no juega activamente pero es quien determina el tiempo y los espacios de la historia que se va a jugar, así como las peripecias y aventuras que van a enfrentar los personajes. Ese Dungeon Master, soy yo, soy algo así como el narrador del juego. El diseño de la historia puede llevar al master varios días o incluso semanas. Para hacerlo hay que basarse en volúmenes en los que se cuentan todos los detalles relativos a cada mundo, hay mundos medievales, futuristas, de terror, orientales, etcétera, no son tan relevantes. Esos detalles van desde los diferentes lenguajes que se hablan en el mundo escogido para el juego, hasta las monedas de pago válidas, pasando por completas cronologías, recuentos históricos, tablas de costos que contemplan desde una aguja hasta un carruaje de ocho caballos, códigos legales, etcétera. Para jugar se necesitan como máximo diez personas, el master ubica mentalmente a los jugadores en el lugar donde comienza la historia. A partir de esa primera ubicación el master irá pidiendo a cada quien que comience a contar lo que va a hacer y...¿Te estoy aburriendo verdad? Lo lamento.—ahora si, el sentimiento de vergüenza invadía su cuerpo, no vergüenza por el juego, eso jamás, sino vergüenza por hacer el ridículo frente a la chica que le gusta.

—¿Quién dijo que me estabas aburriendo, Eddie? Todo lo contrario, yo te pedía que me cuentes porque me parece muy interesante, y ahora me parece aún mas interesante. No necesitas disculparte por hacer o hablar sobre lo que te apasiona—Amelie colocó su mano derecha sobre la de Eddie. El cuerpo del guitarrista de paralizo por un momento, disfruto su tacto de la mejor manera. Jamás se habría imaginado que esto le podría llegar a suceder más allá de sus sueños.

El momento fue roto gracias a la mesera que volvió con los pedidos de los adolescentes.

—Aquí están sus pedidos, niños ¿Algo más que pueda ofrecerles?

—Por mi parte no, señora. Muchas gracias—respondió cortésmente la rubia.

—Yo tampoco quiero nada, señora. Gracias—Y sin más, la mujer se retiró, dejando la los dos jóvenes solos, disfrutando de las risas, compañía, y muy buena comida. 

War of Hearts───Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora