Capítulo 14 Oleada Glaciana

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"¿El DMV?"

Judy realmente no tenía la intención de que la pregunta saliera con un tono divertido, pero estaba de un humor que no le permitiría mantener una actitud completamente profesional. Al menos, no mientras caminaba al lado del zorro mientras él la alejaba del auto. La sensación de incertidumbre que corría por su mente se debía principalmente a lo confusas que parecían ser el resto de sus emociones. No podía decidir entre el terror abyecto que tentaba a su nariz a contraerse cada vez que lo miraba y el vértigo placentero que le daba vueltas en el estómago de vez en cuando. Su conversación durante la cena había sido la base para algo más de lo que eran ahora, de eso no tenía ninguna duda.

Atracción mútua. Mirándolo ahora mientras él la conducía a un lado del edificio, no podía negar la suya. Su expresión había vuelto a la seria, en blanco e ilegible que tenía la mayor parte del tiempo. Él era... Un zorro. Hocico angosto, orejas cortas pero afiladas, rasgos angulosos, cuerpo alargado, delgado, pelaje anaranjado rojizo, patas grandes con garras romas pero peligrosas en la punta, y dientes afilados que ella veía cada vez que él hablaba. Era muy poco parecido a un conejito. No había nada en él que pareciera suave o gentil, aunque esa percepción puede haber sido teñida por el hecho de que ella lo había visto desmantelar un tigre adulto. Era depredador, cada centímetro de él y apelaba a cada centímetro de ella. La conversación de la cena le había abierto puertas que, si era honesta consigo misma, no se había esforzado tanto por mantener cerradas. ¿Caminar frente a él sin nada más que una camisa de dormir y ropa interior? Por supuesto, él lo había notado. No necesitaba sentirse atraído para darse cuenta de eso.

La próxima vez, Judith, intenta tirarte desnuda a sus pies. Eso podría ser menos obvio.

El pensamiento la hizo forzar su atención en la puerta roja frente a ella, dejando que su mente se concentrara en lo extraño que era que se acercaran a un edificio del gobierno desde un costado, manteniendo su mente enfocada en otra cosa que no fuera él. Miró a su alrededor con el ceño fruncido cuando se dio cuenta de que, al igual que el estacionamiento de enfrente, no había señales obvias de vida tan cerca de la medianoche. "Espero que no creas que estamos entrando", afirmó, mirándolo. Se sonrojó furiosamente cuando unos ojos verdes, luminosos en la oscuridad, se volvieron hacia ella y una sonrisa curvó su rostro por un momento.

"No, no vamos a entrar", respondió, levantando una pata para tocar la puerta dos veces, pausa, tocar dos veces, una pausa más larga y luego tocar tres veces. Esto hizo que arqueara una ceja y volviera su atención a la puerta de lo que debería haber sido un edificio vacío.

"Nick, no te esperaba", dijo una voz que parecía salir de la nada. Una rápida mirada alrededor le dijo que no había parlantes visibles en la pared, la puerta o encima de ellos. Esto hizo que frunciera el ceño cuando la voz continuó en un tono claro pero obviamente modulado. "Y has traído a la Sra. Hopps contigo. Esto debería ser interesante. Quédate como estás, por favor".

Parpadeando mientras miraba a Nick en busca de respuestas, miró la mano que él colocó sobre su hombro brevemente antes de sentir que se le revolvía el estómago. Esta vez, no fue el macho quien lo causó. Más bien, fue la forma en que el cuadrado de la acera en la que se encontraba comenzó a caer en el mundo que lo rodeaba. Fue imposible contener su sorpresa y temor cuando fueron tragados literalmente por lo que parecía un pozo de ascensor muy estrecho. Cuando estuvieron completamente bajo tierra, algo se deslizó por la abertura para cubrirla con apenas un sonido más allá del ligero zumbido mecánico que detectó a su alrededor. Sus orejas cayeron hacia atrás mientras miraba al zorro en busca de respuestas, solo para que colocara un dedo en la punta de su hocico para calmarla. Conteniéndose la lengua cuando el viaje se detuvo en el fondo del pozo quién sabe qué tan bajo tierra, Miró el corto pasillo directamente frente a ellos. Diminutas cámaras se alineaban en el techo que conducía al pasillo, cada una parecía estar enfocada en una dirección diferente para cubrir cada ángulo al menos dos veces. La idea de los paranoicos habitantes de los búnkeres, que creían que el sistema los atraparía a cada paso, fue lo primero que cruzó por su mente, haciéndola temer al lunático que podrían encontrar.

Sunderance (Zootopia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora