Capítulo 19

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No sé en qué momento me volví tan sensible. Siento las lágrimas luchar por salir y advertirle al causante que soy una patética persona.

Siento las manos frías y temblorosas. Debo hacer algo. Debo alejarme de Jack antes de que él acabe conmigo y la poca estabilidad que he logrado conseguir.

Mi pecho se aprieta para contener mis impulsos de abrir la puerta del coche y salir corriendo. Él no es capaz de verlo, sigue imperturbable. Solo me estoy convirtiendo en un juego.

Si no es así, ¿Por qué se acerca de esa forma y luego se aleja sin decir nada?

Tal vez debería buscar a alguien que de verdad se interese por mí...

Jack aparta la vista de la carretera unos segundos y me repasa con la mirada despreocupada para luego volver a la carretera.

—El señor Collingwood quiere que te informe que volverá en dos días y que quiere que te pongas en contacto con él. —murmura cuando estamos a punto de llegar.

No. Me niego a pasar otra noche con él.

—Bien. Esta noche me quedaré en casa de una amiga. No necesito que me busques al salir.

Solo asiente y aparca el coche.

—Perfecto. Esta noche tengo otros planes —dice sin cuidado. No puedo ocultar mi cara de sorpresa —. Le dije que esto era más un favor, señorita Collingwood. Así que, espero que tenga un excelente día.

No soy una experta, pero no creo que las personas que acaban de compartir un momento como el nuestro se comporten de esta forma.

Siento que mis lágrimas me dan un ultimátum. Aprieto los labios y asiento.

—Gracias, señor Reed. Espero no volver a verlo. —mis palabras salen con todo el odio que pueden, intentando esconder la herida.

Reed solo me mira con indiferencia y abre la puerta para salir y abrir la mía, pero yo salgo antes dando un portazo y hecho a correr tan rápido como mis lágrimas brotan.

Entrando a la facultad todos me miran extraño, pero quitan la mirada enseguida.
No soporto sus claros susurros, así que me escondo en el baño, y una vez allí, dejo salir todo lo que contuve.

Sé que puedo parecer exagerada. Pero esta es la forma en la que mi vida funciona. Me aferro a alguien, me abro con esa persona, todo para que luego me lastime, para que me abandone y no muestre ni un gesto de remordimiento por haberme lastimado.

A veces solo pido saber qué he hecho mal. A veces solo quiero no ser yo y tener una vida en la que sienta esa seguridad que todos parecen tener. No el inestable intento de vida que me ha tocado.

Una vez que he llorado todo lo que puedo, mi tristeza se convierte en ira.

¿Te permitirás esto de nuevo, Ava?

Mi subconsciente me reprende.
De ninguna manera.

Lavo mi cara y me miro al espejo sabiendo que hoy no es mi mejor día y tampoco tengo la mejor cara. Usualmente me importa, pero hoy es el menor de mis problemas.

Salgo del baño para la primera clase y en el camino me encuentro con los ojos preocupados de Stella. Intento sonreír y saludar, pero todo es en vano.

—Sí. Me dirás qué pasó. —su tono es serio.

—Stella... No quiero hablar de eso ahora. —musito sin ánimo.

—Oh, no. Me dirás. —se cruza de brazos y levanta una ceja.

Suspiro y busco en mi mente alguna cosa que decir.

—Extraño Londres... He estado intentando adaptarme, pero no es fácil.

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