Capítulo 3

93 14 0
                                    

—¿En serio? —No podía creerlo pero la pequeña carita de Gretch era totalmente radiante — ¡Oh, Gretch. No sabes cuanto me alegra!

Sus ojos irradiaban tanta felicidad que no me resistí y la envolví en mis brazos mientras ella reía.

— ¡Por fin tendré una mamá, Ava! Me cepillará el cabello en la mañana y... —Tenía una mirada soñadora y de repente me di cuenta de cuanta falta me haría — antes de dormir me contará cuentos y me dará un beso de buenas noches ¡Todo como en las películas! —Comenzó a dar palmaditas y sonreía extasiada de felicidad.

—Vendrá por mi dentro de dos días —de pronto ladeó levemente la cabeza como si acabara de recordar algo amargo y bajo un poco la mirada —. Ava, te extrañaré...

Ya estaba acostumbrada a éste tipo de cosas. Bueno, mas o menos, pero me había encariñado tanto con aquella niña que a menudo fingía ser mayor que cuando dijo eso mi sonrisa se desvaneció. Estaba alegre por ella pero tenía muy dentro un sentimiento egoísta que no deseaba que se fuera. Pero así eran las cosas, con el tiempo lo superaría. Inspiré hondo e intenté recomponer mi sonrisa.

—Yo también te extrañaré, pequeña —su mirada se volvió melancólica en un segundo —. Pero ¡eh! —Le di un suave empujoncito — Nada de tristezas. Hemos esperado mucho por esto ¿no? — intenté ponerle mi mejor sonrisa y ella también sonrió un poco. Asintió y luego me abrazó.

— Oye... ¿Por qué no te fuiste con el señor de zapatos bonitos? —Su pregunta me congeló en cuanto la formuló. —¿No quieres ser feliz también? —no sabía hacia dónde mirar porque sus grandes ojos me interrogaban mientras salía de nuestro abrazo.

No sabía que decir y ¿cómo podía ser feliz con ese señor? Digo, era amable, educado y toda la cosa pero probablemente sería un estorbo en su vida. Mis ojos oscilaban entre la carita de una pequeña niña y la ventana intentando buscar una respuesta que ella entendiera, pero ni siquiera yo misma lo entendía. Pero mi orgullo encontró la respuesta y mi aferré a ella como una tabla de salvación.

—No lo necesito para ser feliz —dije, tajante aunque era una niña.  De pronto una sensación de rabia comenzó a fluir por mi delgado y pálido cuerpo —. Puedo ser feliz sola.

—Pero estás aquí sola siempre y no te ves feliz nunca, Ava. — Gretchen tenía el seño suavemente fruncido — ¿Tienes miedo? —Sus grandes ojos me escrutaban. Sentí su pregunta como una bofetada.

—¿Qué? Por supuesto que no tengo miedo —resoplé indignada.

— Entonces —La voz de alguien me hizo exaltarme —, ¿Qué haces aquí aún? —preguntó Connor recostado al marco de la puerta mientras su mirada tranquila me atravesaba.

¡Oh! ¡maravilloso! Ahora son dos.

Dejé mi postura erguida y me senté como desinflada en la cama. Connor comenzó a entrar en la habitación y se sentó a mi lado con una expresión indescifrable. Miró a la pequeña niña de ojos caoba con una sonrisa dulce y dijo:

—Gretch, La hermana Velma quiere verte ahora. —No sabía si estaba mintiendo pero de todas maneras ella asintió y salió de la habitación sin oponerse.

Una vez que salió, la cálida mirada de Connor se dirigió hacia mi.

—A veces puede preguntar mucho ¿no? —dijo negando con la cabeza. Su sonrisa era algo irónica —Pero por otro lado, creo que era una buena pregunta. Ahora, ¿te molestaría respondermela a mi con sinceridad?

Sentí una punzada en el pecho. La sonrisa de Connor había desaparecido. ¿Qué podía decirle? ¿Y si realmente tenía miedo?

— Yo... Yo no... — comencé a tartamudear. Su mirada estaba desarmandome, era mi mejor amigo después de todo y nunca supe mentirle.

MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora