Encuentro inesperado

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- Oh cielos esto se sentía divino. - Eda pensó en el momento que sus pies dejaron de cargar todo su peso al sentarse.

- Aquí tiene. - recibió el delicioso helado que había pedido hace solo segundos con emoción, la gran sonrisa que le dedicó al adolescente que se lo trajo pudo parecer un poco desquiciada a juzgar por la rápida retirada del chico.

Si tuviera que cargar con un bebé en su estómago y caminar el centro comercial con todo ese peso extra, también se sentiría sumamente emocionado por una silla y un helado, había visitado dos tiendas y ya sentía que no podía más.

Probablemente su esposo le diría su frase favorita "Te lo dije" pero necesitaba salir de casa y a pesar del cansancio no se arrepentía, probó su helado soltando algunos ruiditos de satisfacción, el chocolate lleno sus papailas gustativas haciendo que valiera toda la pena el paseo.

Después de la primera probada miró a su alrededor con sospecha, nadie había venido a decirle que no podía llenarse de helado, ningún esposo hicondriaco y ninguna hija obsesionada con su salud, decidió que no probaría su suerte y se terminó el helado con rapidez.

No quería levantarse, pero era hora de averiguar a dónde se había metido su familia y sugerirle a su esposo que los llevará a casa donde podía acurrucarse en el sofá y ver una película con sus hijos, más bien ellos la verían muestras ella dormía cómodamente en el pecho de su esposo, a eso le llamaba un día perfecto.

Eda se levantó con un poco de dificultad de su asiento, caminó en dirección a la tienda deportiva donde había visto a su esposo desaparecer, anduvo sin prestar atención y su paso se vio interrumpido casi al llegar a la entrada.

- Fíjate por dónde vas. - escuchó una voz chillona y se volteó para enfrentarse a la grosera que atropello a una mujer embarazada, lo que sea que iba a salir de su boca se quedó en el aire cuando se dió cuenta de a quién tenía al frente.

Era inconfundible, perfectamente vestida con traje de diseñador, su cabellera rubia y corta y esa arrogancia que salía de ella con tanta naturalidad, no había cambiado nada, solo tal vez algunas arrugas en su expresión, pero eso podía ser porque tenía el ceño profundamente hundido en su dirección.

- Eda Yildiz. - lo dijo con ese tono pretencioso que en el pasado usaba para hacerla sentir inferior, no lo había logrado antes y ahora muchísimo menos, sin embargo, Eda no pudo evitar cubrir su estómago abultado con su mano protectoramente, el movimiento llamó la atención de la mujer, pareció sorprendida como si no se hubiese dado cuenta de su obvio estado antes.

- Selin. - dijo simplemente. - No sabía que estabas en Turquía, ¿Cómo estás?. - realmente tenía curiosidad por saber.

- Vengo seguido por trabajo, Estoy estupenda gracias, te preguntaría, pero veo lo bien que estás. - señaló su estómago y Eda no sabía cómo sentirse al respecto, aunque ya no le guardaba ningún rencor, ella le había hecho daño en el pasado.

- Sí, este pequeño me mantiene ocupada, la última vez que te ví estabas embarazada también, ¿Cómo está tu hijo?. - quería terminar la conversación ya, pero su bocota no dejaba de hablar.

- Está bien, es una niña, tiene doce años, ahora mismo está en un campamento para dotados, es sumamente inteligente. - dijo con orgullo, la primera muestra de emoción que había visto en ella desde que empezaron a conversar.

- Eso es increíble me alegra mucho Selin, espero que Deniz este bien también.- la expresión en el rostro de Selin volvió a su carcterístico reina del hielo.

- No sé de Deniz hace mucho, solo llama algunas veces para saber de su hija, nunca tuvimos una relación. - Eda no sabía que decir, siempre pensó que Deniz se haría cargo de su hija, al parecer se había equivocado en más de una forma con él.

One Shots EdSerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora