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CAPÍTULO DOS ⌗ Conociendo a un par de argentinos

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CAPÍTULO DOS Conociendo a un par de argentinos.



— ¡Seis meses sin verte y ya tienes cinco tatuajes nuevos!

Fue lo primero que dijo mi padre al verme para después rodearme entre sus brazos. Me limité a reír.

— Si papá, yo también te extrañe. — Solté sarcásticamente.

Supongo que el sarcasmo era mi única defensa.

Está vez cual es la excusa. Estaban al dos por uno? — Me preguntó con vacile.

Rodé los ojos.

— Papá son tatuajes diminutos que nadie los va a notar, ni siquiera un ciego. — Me quejé con un tono divertido.

Mi padre soltó una carcajada para después negar con la cabeza.

— Tu y tus chistes, me imagino de quien aprendiste eso. — Soltó con ironía.

— Claro, yo también me lo pregunto eh. — Le palme el hombro mirándole con obviedad.

— ¿Otra vez quejándose viejo? — Alejandro interviene antes de que mi padre vuelva a hablar.

Mi padre se olvidó por completo de mí, dándole toda su atención a mi mejor amigo. A veces creía que lo quería más a él que a mi.

Y lo entendía.

Una de las razones por las cuales yo y alex éramos tan unidos, era por que mi papá lo había criado desde chico. Mi padre nunca se tomó bien la soledad desde que yo me salí de casa, pero Alejandro le salvaba de ello teniéndolo cerca.

Cuando Alejandro estaba en el orfanato mi papá trabajaba ahí. Se conocieron y el cariño comenzó desde que lo trajo a casa a cenar. Al principio creí que mi padre me remplazaría, pero solo veía como el le dio la oportunidad a un niño de tener una familia.

Y a mi papá de tener un hijo más.

— Hija vámonos, la casa nos espera. — Mi padre me sacó de mis pensamientos haciéndome reaccionar.

Alejandro se adelantó mientras mi padre me quitaba las maletas de encima. Suspire y les seguí hasta donde encontramos su viejo coche. Durante el camino lo único que escuché fue a mi padre y alex hablar de coches y cambio climático.

Era como estar con dos viejos de noventa años en una celda.

El viaje a casa no duró nada, aún que pasamos antes a dejar a Alejandro en su casa que estaba a una calle de la de mi padre. Este antes de bajarse me advirtió que en la noche me llamaría para ir al estudio, exhausta le dije que estaba bien.

Hard feelings «Karchez» [ACTUALIZANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora