Entre el dorado entre las paredes de oro y las láminas de plata que resguardaban los pasillos de la Torre Koi, se dejaban ver un joven cuerpo correr hacia el lugar más apartado de los pabellones. Evitando que su rostro fuese visto mientras se topaba con los adultos, y eso incluye a sus queridos padres, tíos y abuela.
Corrió fuera de la torre, muy alejado de la ciudad central hasta quedar en la parte más alejada del bosque, recuperando el aliento, mientras se apoyaba de un gran árbol, mientras miraba hacia la zona más boscosa. Tan lejana, llena de oscuridad y posibles espíritus resentidos que podrían atacarlo hasta matarlo. Su padre siempre le había prohibido entrar a ese lugar.
Pero, Jin Ling no le temía a eso. Hace mucho aprendió de ellos, por lo que solo los enfrentaría cuando fuese necesario, o podría gritar por ayuda. Después de todo, entre las sombras ocultas de aquel bosque, detrás de los enormes arboles se encontraba su persona preciada.
Corrió sin importar el dolor que se acrecentaba en el costado de su cuerpo, y se adentró en la oscuridad.
—¡Papá xian! ¡Papá Xian! —miró los alrededores en busca de su presencia. Pares de ojos carmesí hicieron presencia a su alrededor, pero ninguno era quien buscaba, aquello lo desesperó. Cerró los ojos y gritó tanto como su cansada e infantil voz le permitió—. ¡BABA!
Se dejó caer cuando los segundos pasaron y su peor pesadilla pareció volver con él, esa en la que volvía a estar solo. Olvidado, y siendo visto como un simple joven heredero, uno que debe romper muchas expectativas, dejando en alto a su secta.
No quería eso. Era un niño, le faltaba mucho por crecer. No se podía acostumbrar al dolor de su piel, ni a las punzadas sobre su pecho.
—¿Baba...? —susurró, en su ultima alternativa.
—Jin Ling... —escuchó a lo lejos, temió que fuera alguien conocido, por lo que retrocedió por instinto mientras escondía con sus brazos su rostro, pero lo único que sintió fueron las caricias sobre su cabeza, soltando la cinta que sostenía su rebelde cabello—. Pequeño, A-ling, soy yo.
Sin siquiera responder, se abalanzó sobre la sombra que era el hombre, estrechando su frío cuerpo tanto como podía. Abrazando al gran hombre, y dejando que esas emociones salieran sin siquiera evitarlas. Podía sentir sus suaves toques en su espalda, el "todo está bien, estoy aquí..." que balbucea como mandra en su oído. Y eso lo tranquilizó, porque era verdad.
Aquel hombre de aspecto fantasmal, de toque frío, era el único que estaba para él. Sin importar que hubiera una simple diferencia entre ellos, aquel hombre era todo para Jin ling en su corta.
—A-ling, ¿Qué ocurrió? —preguntó el hombre, mientras separa la pequeña cara del joven de su oscura túnica, quitando aquel rastro de lágrimas de sus regordetas mejillas, más el mencionado no respondió, por lo que volvió a llamar con un tono un poco más amenazante—. A-ling...
—Ellos volvieron a mencionarte, y no es justo. Ellos no te conocen como yo, ni siquiera lo han intentado. Baba no es malo.
—A-ling, ya te lo había explicado, hay cosas que no entenderás ahora. Cuando crezcas quizás me veas diferente.
—No lo haré, siempre te defenderé. Baba siempre será Baba —El amenazante hombre besó la marca bermellón de su frente, sonriendo al ver el rosado de las mejillas del menor.
—Y A-ling siempre será mi A-ling, pero... dime algo, pequeño, ¿Qué es esto? —Tocó el costado izquierdo del más joven, quien no pudo evitar ocultar la mueca en su rostro debido al dolor—. Jin Ling ¿Cómo ocurrió esto?
—Defendí a Baba de los discípulos —cruzó sus pequeños brazos frente a su pecho, volteando su rostro hacia otra dirección evitando la mirada de su padre. No quería saber qué clase de mirada colocaba, algunas podían hacer temor por su vida, otras lo harían llorar—. ¡Ellos te llamaron aseshino! ¡Baba es el mejor! ¡Baba ama a Jin ling! ¡Solo tú amas a Jin ling!
—Está bien, está bien, Baba ama a A-ling —respondió Wei Wuxian, deteniéndose a observar al niño entre sus brazos.
—¡Ujum!
—Pero, debemos curar tus heridas, ¿Bien? —Jin ling asintió mientras con ayuda de su padre removía su túnica exterior e interior para ver los moretones que se extendían desde su costilla y parte de su espalda—. A-ling, no siempre puedo entrar a la Torre Koi, bebé, pequeño pavo real, llama a tu padre, ¿Sí? No debes dejar que te hagan daño de esta manera.
—Pero Baba me puede curar.
—No siempre, A-ling, no siempre...
Jin Ling era un niño, pero sabía muy bien, que aquel hombre no estaba vivo. No estaba para siempre con él. Y era quien más quería a su lado, no su padre, no su madre, sino aquel hombre al que todos temieron quería que Wei Wuxian estuviera vivo, quería sentir su calidez, verlo correr en la luz, sin tener que ocultarse en la oscuridad. No quería eso.
Pero, nadie quería a Wei Wuxian. Para todos, su Baba era malo, que solo podía morir a manos de alguien más poderoso. Entonces, ¿Cómo su Baba murió? ¿Por qué era malo? Si ellos no habían visto a su madre curarlo, cuidarlo, cantarle, ni cuando huía de todos. No veían a su madre ayudar a otros ni lo veían llorar como Jin ling. Nadie conocía a su Baba como él no hacía y si debía de protegerlo, lo haría.
Jin ling era fuerte para proteger a Wei Wuxian.
—Jin ling protegerá a Baba de todos —balbuceó, mientras se recostaba sobre el pecho del hombre, apretando con sus pequeñas manos las oscuras túnicas. Wei Wuxian lo abrazó, acarició y cantó sobre su pecho, recordando mucho más de lo que debía, mientras que avanzaba por la oscuridad del bosque.
—Claro que sí, A-ling es fuerte.
Hacía mucho que había caído la noche, y entre las sombras, Wei Wuxian no había escuchado a nadie preguntar por el pequeño heredero, la mueca en su rostro no cambió al avanzar y esconderse entre las grandes rocas que se encontraban en el centro de los jardines. Era poco probable que alguien viniera por esas áreas. Por lo que siempre le fue fácil dejar al niño de ocho años sobre su cama, quitando las túnicas exteriores, sus zapatos y dejando aquella cinta sobre la mesa. Besó su frente, sus mejillas y su pequeña nariz.
Era el niño que amaba, de la persona que amaba.
—A-ling debe descansar —murmuró con una leve sonrisa sobre su pálido rostro. Quiso observarlo un poco más, pero no lo logró el ruido exterior lo obligo a ocultarse, más no a alejarse. Si el pequeño sufría buso por los mayores, era más motivos para ocultarse y vigilar de cerca, aun si eso provocaba que encontraran su alma. Escuchó la puerta abrirse, dejando a un agitado Jin Zixuan verse.
Aquel hombre miró la cama del pequeño, dejándose caer a lado de esta. Parecía preocupado, mientras observaba a su hijo. Acarició sus propios cabellos, antes de besar la frente de su hijo, dejando escapar un suspiro.
—No vuelvas a desaparecer, A-ling. No otra vez... por favor... —rogó con voz distante. Wei Wuxian prefirió dejar al pequeño al cuidado de su padre, ignorando tanto como podía aquella imagen.
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La oscuridad que los protege; XuanXian
FanfictionJin Rulan a crecido. Y todo lo que en su alrededor solo saben proclamar sobre la muerte de quien él tanto ama. No es a su padre, ni su madre, tampoco se trata de su tío Jiang. Se trata de su Baba, él único que siempre estuvo a su lado. Jin Ling los...