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Aimée
El sol brillaba en el precioso cielo azul sin una sola nube. El clima estaba despejado con muy poca probabilidad de lluvia —según lo que escuché.
Obligué a Coral a cerrar su ventana hace un rato y su molestia sigue plasmada en su rostro. La carroza no es adecuada para este tipo de temperaturas, lo sé, yo también siento el calor y el abanico no es suficiente, pero debemos esforzarnos porque lo sea. No pienso arruinar mi peinado solo por los caprichos de una niña.
De reojo detallo sus rasgos faciales; incluso enojada se ve hermosa. Coral está próxima a cumplir catorce años dentro de unas semanas, y mientras más pasan los años, más es el parecido que tiene con mamá. Ella fue la única que heredo el cabello cobrizo y las pecas, mientras que Farid y yo nos parecemos más a papá, con el cabello y ojos negros. Y ni hablar de Asher, que por fortuna se parece a nuestro padre y no a su despreciable madre.
Ahora que estoy próxima a casarme, entiendo la importancia que tienen estas uniones. Lo que no entiendo, es por qué papá se casó con esa si no aportaba nada a nuestro reino.
Lo único bueno que tiene esa mujer es Asher.
—¿Cómo son las fiestas? —la pregunta de Coral me saca de mis divagaciones.
La última vez que estuve en una fiesta fue cuando se celebraron sus cuatro años. No recuerdo mucho de ese evento, ni de lo ocurrido después de que Farid e Iván volvieran del bosque. Solo tenía diez años, no es como que a esa edad te interesen los eventos sociales.
—Normales —me limité a responder. No se vio conforme con mi respuesta, por lo que añadí —Llegas y saludas, y si no te conocen, te presentas. Sonríes todo el tiempo y aceptas bailar con los caballeros que te inviten. Debes ser educada, modesta y delicada. No puedes acertar licor, eso no es apropiado, tampoco puedes jugar como si fueses una niña pequeña, y ni se te ocurra hablar con...
—¡Basta! —movió exasperada sus manos. —Pedí saber cómo son las fiestas, no que dictaras mi actuar.
—Lo hago porque constantemente olvidas cuál es tu lugar —levanté el mentón desafiándola a contradecirme, en cambio, dirigió su mirada a través de la ventanilla. —No puedes hablar con los sirvientes. Algunos del palacio servirán en mi fiesta. Evítanos a todos la vergüenza de involucrarte con ellos.
Su única respuesta fue cruzarse de brazos. Es culpa de mi padre que Coral sea tan caprichosa. Yo a su edad ya sentía el peso de las responsabilidades, mientras que ella vaga y se pierde con malas compañías.
Si tan solo papá me hubiese permitido criarla bajo la misma exigencia, no estaría tan descontrolada como lo está ahora. Por supuesto que con Asher me encargaré de hacer las cosas bien.
Si hago tantos corajes con ella es porque la quiero y me preocupa su futuro. En las reuniones de cortejo, los príncipes la rechazan ya que nadie quiere estar con una apestada, y su apodo es bien merecido por juntarse con los criados, como si fuese uno de ellos y no una princesa.
Esta fiesta de compromiso será usada como estrategia; su belleza es única, si se centra en lo importante y aprende a usarla a su favor, nos quitará un peso de encima a nuestro padre y a mí. Ojalá que hoy un príncipe fije sus ojos en ella, y que Coral no sea tonta como para rechazarlo.
—Hay música, comida y licor —hurgué en mis pocos recuerdos. —Hay muchos invitados elegantes, con finas telas y joyas preciosas. Mientras los hombres hablan de poder, las mujeres hablan de la crianza de sus hijos o sus futuras bodas o presumen lo felices que son en su matrimonio; los niños son cuidados por las nanas reales mientras sus padres amplían su círculo social.
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La joya del mar
Fantasy⚠️ Libro +18 ⚠️ LEER LAS ADVERTENCIAS ANTES DE INICIAR LA LECTURA. Una guerra terminada. Ocho reinos sobrevivientes. Una futura unión matrimonial. Dos piratas con sed de venganza. Una maldición que marcará la vida de todos. Y una tormenta que unirá...