Capítulo 1◽️

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Han pasado veinte minutos de la fiesta de Navidad de la Orden y la cara de Severus ya está entre sus piernas.

Hermione apoya las manos en la puerta de paneles que tiene a su espalda, con el cosquilleo de sus velas en las palmas. Conoce su magia casi tan bien como él conoce su cuerpo. Cuando ella jadea y se agarra a su pelo, él suelta un gemido, como si disfrutara mucho del lento y enloquecedor deslizamiento de su lengua contra ella. Sabe lo cerca que está. Tiene que hacerlo.

Si ella lo pide, él irá más rápido, añadirá presión, hará que se corra. Siempre cumple las peticiones que ella le susurra cuando están a solas, siempre que ella no le pida que se desnude.

Incluso después de todo lo que han hecho juntos, Severus sigue con la túnica puesta, la misma que usaba para enseñar. Al principio, a ella le gustaba la aspereza de la lana rozándole los muslos mientras él la penetraba. Se sentía ilícito, prohibido. Como si todavía fuera su profesor.

Ahora, anhela verlo desnudo. Severus mete los dedos dentro de ella y ella se imagina desabrochando esa larga hilera de botones. Él emite otro gemido y ella finge sentir el calor de su piel desnuda contra la suya. Otro movimiento de la lengua de él y la creciente ola de placer dentro de ella estalla, pulsando hacia fuera.

De pie, Severus aprieta su boca contra la de ella. Las manos de la mujer trazan un mapa de lo que puede sentir de él a través de la túnica: la anchura de sus hombros, la curva de su cintura, la dureza de su polla. También conoce su cuerpo, aunque no lo haya visto desnudo. Sabe lo que le gusta. Si se arrodilla, sabe que puede convertirlo en el que jadea, se estremece, suplica.

"Quiero follarte", dice contra sus labios. "Súbete a la cama".

Ella obedece. Siempre lo hace. Están en el dormitorio que solía compartir con Ginny cuando se alojaban en Grimmauld Place, y no ha cambiado en absoluto. El mismo papel de pared marrón desconchado, las mismas camas individuales que crujen, el mismo aura de 1975. Los resortes de una de las camas emiten una protesta descomunal cuando ella se arrastra hasta el centro del colchón sobre las manos y las rodillas. Severus está detrás de ella al instante, levantándole la falda, pasándole una mano por la cadera, dejándole caer un beso en el centro de la espalda.

"¿Sí?", le pregunta.

La excitación siempre lo vuelve taciturno, agudiza el filo de su voz. A menudo, es sólo una palabra a la vez. Arrodíllate. Sí. Joder. Hermione.

Hermione lo mira por encima del hombro. Él tiene los pantalones desabrochados, una mano rodeando su polla, acariciando ociosamente hacia arriba y hacia abajo mientras la mira fijamente. Está tentada a girar sobre su espalda y dejarse disfrutar de esa visión durante un rato, pero está demasiado impaciente. Necesita sentirlo dentro de ella.

"Sí", dice.

Un suspiro sale de sus labios. La penetra lentamente, centímetro a centímetro, deteniéndose para saborear el momento en que la llena por completo.

"Severus", dice ella cuando él no se mueve.

La risa de él le hace cosquillas en la nuca. Cuando empezó esto -lo que sea- entre ellos, él estaba hambriento de caricias. Solía agarrar sus caderas, manteniéndola quieta mientras ella lo montaba, temiendo que se corriera demasiado rápido. Ahora, deja de moverse para torturarla. Si le preguntan, él dirá que es para que ella sienta placer, pero ella sabe que no es así. Se está vengando por cada vez que ella se retuerce en su regazo, cada vez que susurra: "Suéltate. Quiero hacer que te corras".

Finalmente, se retira lentamente y vuelve a introducirse. Rodea su clítoris con dedos hábiles, su polla golpea el punto perfecto con cada empuje. Su otra mano se enreda en su pelo, tirando lo suficiente. No pasa mucho tiempo antes de que todo sea demasiado. Esa caída de estómago en la cima de la montaña rusa es el único aviso que recibe antes de que se apriete a su alrededor, gritando su nombre.

𝑀𝑖𝑡𝑎𝑑 𝑎𝑔𝑜𝑛𝑖𝑎, 𝑚𝑖𝑡𝑎𝑑 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑧𝑎 [𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora