08- Tema libre

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Advertencia de spoilers del final del manga.

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8- Dolor (Tema Libre)

El hecho de no actuar

Y no abrazar lo que era nuestro

Fue el error

Que viviré para siempre.

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¿Había valido la pena? No sabría afirmarlo por completo. Había sido tan difícil alcanzar la libertad que todos soñaban que, resultaba satisfactorio vivirla ahora cada día de su actualidad y su porvenir. Pero... ¿Cuál era el elevado costo de haber llegado a la meta?

Había perdido a tantas personas en su camino a la libertad. Temporalmente perdió a su mejor amigo y lo creyó muerto durante 2 años. Perdió a la única figura paterna que tuvo; Yugo. Aquel hombre con hablar sarcástico y actitud de Mamá Gallina. Lo había admirado y querido a su manera, sintiéndose como si fuese su hijo de sangre. Y como si fuera poco, cuando creyó que el destrozado y retorcido vínculo con su madre biológica Isabella podría al fin partir de cero y ser una familia relativamente normal... ese maldito demonio se la arrebataba bajo una lenta agonía en la que fue incapaz de expresar cuanto le había dolido.

Y lo último que les costó como broche de oro... fue perder a Emma.

No físicamente. No completamente. Pero sí una parte tan valiosa de ella.

Dos años buscándola en el mundo humano. Llorando a escondidas de los demás para no exhibir debilidad ante la ausencia de su mejor amiga, o algo más en su corazón. Dudoso de si regañarla y golpearla en su cabecita terca de cabellos de atardecer o aferrarse a su cuerpo en un abrazo anhelante si es que volvían a encontrarla.

Y cuando finalmente el destino pareció ser gentil al devolverle frente a sus ojos a la persona que tanto buscaban él y sus hermanos... resultó que solo fue una nueva broma cruel que volvió a pisotear su corazón ya roto tantas veces.

Emma no los recordaba.

No sabía quienes eran ellos. No recordaba siquiera quien era ella misma.

No recordaba a Phil ni a Isabella. No sabía quiénes eran Mujika y Sonjuu. No reconocía a Norman.

Y tampoco lo reconocía a él. A Ray. Al chico que... no.

Al hombre que siempre la había cuidado desde el momento en que ambos abandonaron Grace Field junto a su familia.

Si perder a su madre había sido una de las peores experiencias que había atravesado en su vida, ser olvidado por Emma era igual o más doloroso todavía. Era como si le hubiese caído ácido en el pecho y este le derritiera célula por célula su corazón que apenas cicatrizaba.

Aun con esa tragedia presente, todos habían hecho un esfuerzo enorme para no decaer por la situación y lentamente ayudaron a Emma a reincorporarse a su familia. A pesar de que no los recordaba, la fémina de ojos primaverales siempre tuvo la sensación de que aquel grupo enorme de figuritas infantiles y adolescentes eran las personas a quienes alguna vez vio con empaño en sus sueños de hace tiempo atrás. Que ellos eran su querida familia perdida y donde pertenecía su existencia.

Por supuesto, ignoraba por completo cuanto dolía para ellos el que hubiese sacrificado tanto con tal de darles una vida maravillosa. Era tan injusto todo eso.

Menos llegó a darse cuenta del nivel de sufrimiento que le ocasionaba cada día a Ray cuando ella, a pesar de no recordarlo, se le acercaba con tanta naturalidad para pedirle que le cocinara su comida favorita o que le acompañase a caminar por los lugares que ansiaba conocer. Actuaba como si lo conociera de toda la vida. Y era verdad. Se conocían desde que apenas podían gatear, pero eso ya no servía de nada.

Corazones enlazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora